Un grito ahogado
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Opinión

De Frente y de Perfil

Un grito ahogado

 


Las tradiciones han hecho de México un país apegado al sistema de usos y costumbres, donde la historia juega un papel importante y se entremezclan realidades con leyendas e historias que el pueblo incorpora con gusto a su costumbrismo. 

En la vida cotidiana de los mexicanos siempre se encuentran los momentos de júbilo en los que, incluso, se llegan a exacerbar las pasiones, el nacionalismo y otras vertientes que han derivado en explosiones de todo tipo. 

Dentro de las grandes festividades nacionales cuyas fechas de celebración son esperadas con entusiasmo se encuentran las relativas a la emancipación y nacimiento como nación, ocurrida en 1821, pero cuyos inicios se remontan al llamado Grito de Dolores del 16 de septiembre de 1810, cuando inició la gesta de Independencia que culminó el 27 de septiembre de 1821, con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México. 

La lucha por la independencia de México duró once años y otros más (1836) hasta que España dio el reconocimiento necesario para ello varios años después, cuando el último intento de recuperación del territorio por parte del reino de España culminó con la derrota de Isidro Barradas ante el Ejército de Antonio López de Santa Ana el 11 de septiembre de 1829. 

Septiembre es por antonomasia el mes de mexicanismo, del inicio del camino del México actuante e inserto en la dinámica de su nueva aventura, ya que desde 1824 se estableció su primera Constitución, después de pasar por un efímero Imperio que terminó de manera desastrosa con el derrocamiento de Agustín I y su posterior fusilamiento. 

De ahí que para los mexicanos nos resulta importante la celebración del Grito de Independencia, el que por esta ocasión estará reducido a un festejo sumamente casero, con pocas explosiones de júbilo y cero concentraciones masivas. 

El Zócalo de la capital del país, donde año con año se reúnen entre 250 y 300 mil personas que responden a los vítores del Presidente de la República en turno, no tendrán esas expresiones de los Viva México y Vivan los Héroes que nos dieron Patria. Sí estará el Presidente de la República y se pretende que la magia de la televisión lleve a los hogares esas mismas vivencias que se transmiten en los gritos de júbilo de quienes tienen en esa fiesta una explosión contenida durante largos tiempo que pretenden mediante ese grito manifestar sus reclamos ante la inequidad existente. 

La Independencia de México, como la de cualquier país del mundo, es una manifestación de emociones que dan la identidad necesaria a todas las naciones del mundo  que en algún momento fueron colonizadas y que aunque no nos tocó por tiempo festejamos airosamente y con mucho orgullo. 

Desde que el Grito de Dolores fue representado desde Palacio Nacional la noche del 15 de septiembre y no la mañana del 16 cuando verdaderamente ocurrió es de una gran tradición que supera cualquiera otra fecha del calendario patriótico nacional y hasta las religiosas, incluso hasta la segunda en importancia que es la del 12 de diciembre. 

Por esta ocasión nos quedaremos en nuestras casas, disfrutando de ese momento por las vías de comunicación electrónicas y esperando un momento adecuado para regresar a una normalidad que se ve lejana todavía y que se complica cada momento más por los efectos de la pandemia y la falta de una vacuna adecuada que pueda frenar los contagios y la mortandad. 

Castigar con mayor rigor las prácticas de la tortura, los malos tratos y la violación a los derechos humanos, son algunos de los puntos principales de una reforma de ley que propone el senador Ricardo Monreal, coordinador de la bancada de MORENA. 

La idea, dijo Monreal, es la de erradicar esas prácticas, por lo que urgen sanciones más drásticas, para aquellos que incurran en esos métodos. 

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