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Crónicas Oaxaqueñas

El Swing

 


Los principales jugadores de un equipo de beisbol, los que son consideradas estrellas, generalmente son los lanzadores, tienen los mejores sueldos, son los responsables de ganar los partidos, de dominar a los contrarios, el secreto es que envían la pelota hacia la goma a una gran velocidad, hasta cien millas por hora, lo que quiere decir, más de ciento sesenta kilómetros por hora, eso es demasiado. 

En la mayoría de las ciudades se puede encontrar alguna caja de bateo donde cualquiera puede ejercitar su swing por unos cuantos pesos, gracias a una máquina que lanza pelotas con efecto y a la velocidad que quieras practicar, le invito a investigar si hay alguna cerca y pueda acudir para vivir la experiencia.

Si nunca ha jugado béisbol o llegó a participar en una liga local amateur, seguramente se dará gusto bateando pelotas que vengan a sesenta millas por hora, a setenta millas ya le va a costar trabajo y conectará algunas de foul ya que tocará la pelota de forma atrasada, en ochenta millas dudo que la alcance a ver y solo por la experiencia pida que le manden algunas a noventa o más.

En las ligas profesionales de béisbol de México, lo normal es ver que los lanzadores manden la pelota a home entre 85 y 90 millas por hora, algunos pueden alcanzar las 95 millas, en las Grandes Ligas noventa es un mínimo aceptable, se llegan a ver lanzamientos superiores a las cien millas, además con receptores pidiendo que la bola llegue con diferentes efectos, alturas y velocidades, batear es complicado.

Es tan difícil contactar la bola que un excelente bateador tan solo conecta de hit entre dos y cuatro veces por cada diez oportunidades que tiene, esto quiere decir que todos los peloteros van a fallar la mayoría de las veces y a pesar de eso no pueden decir yo no paso a tomar turno, deben hacerlo permanentemente.

En la Liga Americana de las Grandes Ligas y en la Liga Mexicana, no acuden los lanzadores al plato a batear, su lugar lo toma un bateador designado, en la Liga Nacional los pitchers no tienen escapatoria, deben tomar el bate.

Los lanzadores están dispuestos a dominar a todos los contrarios, entonces, ¿que tienen que hacer los peloteros para conectar esa pelota que viene como poseída por los demonios, a gran velocidad y desplazándose de un lado para otro?

Lo mínimo de velocidad en su recta que se le exige a un lanzador profesional es noventa millas ó 145 kilómetros por hora, traducido en tiempo, lo que tarda en llegar a la mascota del receptor es 400 milisegundos, para ponerlo en perspectiva, un segundo tiene mil milisegundos, entonces la pelota va a cruzar el pentágono, en menos de la mitad de un segundo a partir de que sale de la mano del pitcher.

La pelota tiene un diámetro de 7.6 centímetros, debe contactarse con un bate que tiene un diámetro en su parte más gruesa de 5.7 centímetros, pesa en promedio 900 gramos (menos de un kilo) y mide cerca de 85 centímetros (menos de un metro).

Para lograr conectar la bola con efectividad debe el bateador mover el madero a más de 80 millas por hora, esto es 129 k/h y con una potencia superior a nueve caballos de vapor (CV), eso es una energía acumulada de casi siete kilovatios, esa es la razón por la que la bola que se conecta en el centro puede salir disparada con tanta potencia que cruza la barda de los jardines y se convierte en cuadrangular.

El buen bateador se caracteriza por tener una mirada extraordinariamente fina, ser muy rápido para procesar información en su cerebro, tomar decisiones y reaccionar de manera instantánea a la orden enviada a su cuerpo para hacer un swing, desglosemos paso a paso cada instante.

El ojo del bateador tiene 100 milisegundos para ver la bola que va saliendo de la mano del lanzador y enviar esa imagen al cerebro, en los siguientes 75 milisegundos se procesa la información y se calcula: la velocidad a la que viene el lanzamiento, el movimiento que va a hacer en el aire la pelota y la altura por donde va a pasar en el pentágono, a esas dos acciones los coaches les llaman “mirar” y “pensar” cuando analizan la mecánica de un bateador.

La siguiente acción es “decidir”, en los subsecuentes 50 milisegundos el bateador va a tomar la determinación si va a hacer swing a ese lanzamiento (25 milisegundos) si estipula que sí, se toma otro tiempo idéntico en elegir a qué altura del home debe pasar el bate, si en medio, abajo o arriba, también si lo hará pegado a su cuerpo o por fuera del pentágono.

El cerebro manda la señal a las piernas que den un paso para iniciar el swing, se le conoce como “actuar”, tarda entre 15 y 25 milisegundos, a partir de ese instante solo quedan 150 milisegundos para que cruce la bola enfrente del bateador, es el momento de “contactar”, si se arrepiente de tirarle, solo puede detener el swing en los siguientes 50 milisegundos.

Si lo intenta cuando han transcurrido 100 ya no lo podrá conseguir, el bate ya ha agarrado una gran velocidad y seguramente va a cruzar el pentágono aunque lo lamente, esa es la razón por la que los ampáyeres de primera o de tercera, dependiendo de qué lado se pare el bateador, deben estar muy atentos para apreciar si el bate pasó por encima del home en un swing arrepentido o lo contuvo a tiempo.

El margen de error es mínimo, se ha determinado que, si un swing se hace siete milisegundos antes o después de que llegue la bola, esta saldrá de foul, después de conocer toda esta información, no queda más que hacer un reconocimiento a todos los bateadores, máxime si son oportunos productores de carreras.

Vaya al estadio, siéntese detrás de home y disfrute viendo la velocidad y los movimientos que hacen en el aire los lanzamientos de los pitchers profesionales, cuando vea un batazo oportuno, un triple o un cuadrangular, seguramente lo va a apreciar sabiendo lo difícil que es hacer que coincida el lanzamiento con el swing y regálale al bateador un aplauso.

Si desea contactarme favor escribir a [email protected]

Facebook: Jaime Palau Ranz

Seguiré comentando la próxima semana.