comentario pediatrico
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Comentario Pediátrico

comentario pediatrico

 


Reflujo vesicoureteral

En condiciones normales, la orina fluye de los riñones por medio de unos conductos (uréter derecho e izquierdo), que se introducen a través de un túnel dentro del músculo de la propia vejiga urinaria que, bajo esa condición, forma una válvula especial que permite el flujo en un solo sentido, evitando que la orina regrese a los riñones para almacenarse hasta alcanzar su capacidad de vaciamiento. Al orinar, este líquido sale del cuerpo por la contracción que realiza la vejiga urinaria y, la apertura del esfínter a través de un conducto ubicado en su parte inferior hacia el exterior (uretra). Mientras la orina está en la vejiga, normalmente no suele fluir hacia atrás (a los uréteres y riñones).

Se considera que aproximadamente entre el 1 y el 3 % de todos los bebés y niños, tienen una alteración llamada reflujo vesicoureteral, que significa que parte de su orina fluye en dirección equivocada después de entrar en la vejiga, permitiendo que la orina fluya de vuelta hacia los uréteres y los riñones.

La prevalencia de esta alteración no está bien establecida, ya que para definirla es necesario la realización de estudios invasivos que no se realizan de forma rutinaria en la población sana, pero en ocasiones que se han efectuado se reporta entre 1 a 3 %. Ya en pacientes con antecedente de infección urinaria recurrente, se incrementa en forma significativa con variaciones de 15 a 70% según la edad considerada. En los recién nacidos, que se identificaron con crecimiento y deformidad renal (hidronefrosis) durante el embarazo por ultrasonido, se corrobora esta alteración en la tercera parte de ellos.

El factor genético también influye, notando que los hermanos de niños con reflujo, suele asociar su presencia en 25-33%, mientras que los hijos de padres con evidencia de este reflujo llegan a tener una incidencia aún mayor (66%); en especial, con su descendencia femenina. De todos los niños con infección urinaria, por sexo es más frecuente en hombres (29%) que en mujeres (14%)

Las condiciones por la que se pierde la función valvular en una sola dirección pueden ser por: una obstrucción presente en el tubo inferior de la vejiga (valvas en uretra), que dificulta su vaciamiento y con la presión mayor generada, permite el flujo de orina en sentido contrario. Por tener un túnel muy corto dentro del músculo de la vejiga; o bien, por alteraciones propias del músculo de la vejiga para controlar el flujo urinario.

En estas condiciones, la unión entre el conducto (uretero) y la vejiga no funciona como una válvula unidireccional, lo que permite que las bacterias de la vejiga y uretra accedan a los tractos superiores, con capacidad de poder desarrollar infección recurrente, que puede afectar a los riñones de forma crónica y dejar como consecuencia -por presencia de cicatrices renales-, el desarrollo de hipertensión arterial o falla (insuficiencia) renal; y por la presión dentro de los conductos éstos se deforman por aumentar sus dimensiones.

De manera habitual, en el interior de la vejiga y el conducto inferior (uretra), existen microorganismos en equilibrio adecuado para no desarrollar infección y reacción inflamatoria asociada. Cuando existe equilibrio adecuado, la cantidad de bacterias que se desarrollan en los estudios de laboratorio, no rebasan límites considerados como normales. Cuando existe alguna condición que favorece a la multiplicación y/o abundancia de algún microorganismo dañino en estas estructuras urinarias, hay respuesta inflamatoria secundaria para limitar su proliferación y, en el mejor de los casos recuperar la salud. Cuando en forma adicional hay fuga de orina contaminada a las vías urinarias superiores -reflujo-, hay riesgo de producir infección renal (pielonefritis) que se puede sospechar alteraciones agregadas a la infección común.

Como factores de riesgo -más importantes- para las infecciones urinarias, se consideran: contaminación de genitales externos con manos sucias, materia fecal, ejercicios o manipulaciones genitales, déficit de hábitos higiénicos (baño diario, cambio de prendas, baños de asiento con ácido débil en niñas, emisión urinaria sin retardo), contacto con cuerpos extraños (papel higiénico, toallas húmedas, talcos, cremas en exceso).

Cuando existe una infección en vías urinarias inferiores (vejiga y uretra), la respuesta inflamatoria genera síntomas con molestias locales, como: ardor o llanto durante la micción, disminución en la cantidad urinaria eliminada, incremento en la frecuencia miccional, cambio en el color y/o olor de la orina, que serán más evidentes en relación a la mayor edad del paciente; pero en los menores, solo podrá manifestar llanto frecuente sin causa aparente, asociado con irritabilidad recurrente (sin consuelo con maniobras habituales).

MÁS INFORMACIÓN EN: https//alevascommx.blogspot.com