Cáncer (parte 1)
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Opinión

Comentario Pediátrico

Cáncer (parte 1)

 


Es un término que en forma general, incluye un gran número de enfermedades que se caracterizan por un crecimiento anormal y desordenado de las células que componen a un tejido o grupo de tejidos específicos, causando en consecuencia incremento en dimensiones, con capacidad de diseminación, invasión y destrucción de los tejidos normales de sus alrededores.

Las causas que producen el desarrollo del cáncer infantil se desconocen de forma específica, a pesar de los estudios que se han realizado con esa intención y se mantiene la investigación para tratar de determinar los factores y condiciones que pueden influir. Nada de lo que le haya pasado a un niño será la razón de la enfermedad y tampoco los padres son los culpables de ella, muy pocos casos se deben a trastornos genéticos persistentes y los otros hijos generalmente no tendrán más la posibilidad de desarrollar esta enfermedad. Tampoco se trata de una enfermedad contagiosa que alguna persona pudo haber transmitido y también no hay posibilidad de contagiarla. 

Algunos factores de contaminación ambiental y algunas infecciones crónicas como las que ocasionan el VIH, el virus de Epstein-Barr y los parásitos del paludismo, se han llegado a considerar como factores de riesgo para el cáncer infantil. 

Para el desarrollo de esta enfermedad, varios factores llegan a modificar la expresión y comportamiento de la información guardada en los genes de algunas células, que en forma secundaria pierden su capacidad para controlar su integridad, multiplicación, sobrevida, función, tamaño y comportamiento generando una multiplicación excesiva y muy rápida, con capacidad para dañar a células vecinas normales y capacidad de viajar a otras partes corporales distantes, donde llegarán a producir (metástasis) crecimiento anormal y pérdida de la función habitual de el tejido previo. 

En nuestro país constituye la segunda causa de muerte en la población entre los cinco y catorce años, con más de cinco mil casos nuevos al año y una mortalidad de dos mil/año

El cáncer es curable si se detecta a tiempo. Desafortunadamente el 70% de los casos de cáncer en nuestro país en menores de 18 años, se diagnostican en etapas avanzadas de la enfermedad, lo que incrementa en forma considerable el tiempo y costo del tratamiento con pocas posibilidades de curarse. Cuando el cáncer se detecta en fase temprana, es más probable que responda a un tratamiento eficaz, aumente probabilidad de supervivencia, se alivia el sufrimiento y el tratamiento resulta más económico y menos intensivo. El pronóstico así depende de tres componentes primordiales: conocimiento de los síntomas y signos por familiares y acudir a evaluación médica temprana, establecer en forma específica el grado de propagación de la enfermedad con medios tecnología apropiada y el inicio rápido y apego adecuado al tratamiento específico. 

Hay manifestaciones persistentes que los familiares y médicos pueden considerar como sospecha de cáncer, sugiriéndolos con recurrencia mínima de tres ocasiones en periodo corto (45-60 días) sin una respuesta adecuada de tratamiento y sin una causa clara, señalando entre los más habituales: palidez de piel, sangrados, dolores corporales, disminución de apetito, pérdida progresiva de peso, cansancio, fiebre, bolitas debajo de la piel, infecciones recurrentes, crecimiento y/o dolor abdominal, vómitos súbitos, dolores de cabeza, pérdida de capacidades o habilidades, alteraciones del sueño, alteraciones visuales, sensitivas o de la marcha y equilibrio, nerviosismo, diarreas, convulsiones, sangrado por cavidades, crecimiento de tejidos con aumento de consistencia, obstrucción nasal progresiva, dificultad a la micción y/evacuación. 

En general, los tipos de cáncer más frecuentes en la infancia se pueden dividir en dos grandes grupos: las enfermedades de células de la sangre como las leucemias y los linfomas, y los tumores de carácter sólido como tumores cerebrales (varían de acuerdo con el tipo de tejido del que se desarrollan), neuroblastoma, tumor de Wilms (riñón), retinoblastoma (ojos), rabdomiosarcoma (músculos), osteosarcoma (huesos), hepatoblastoma (hígado) por referir los más frecuentes.