Ambliopía
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Opinión

Comentario Pediátrico

Ambliopía

 


(SEGUNDA PARTE)

Cuando el problema se presenta en uno de los ojos ante cualquiera de las circunstancias previas, el cerebro tendrá información diferente. En uno tendrá una imagen normal y del lado afectado tendrá la imagen borrosa o mal definida (de acuerdo con la causa específica), con lo que el cerebro será incapaz de poder fusionar las imágenes en forma apropiada y sacar provecho de una visión binocular. De este modo, el cerebro dará prioridad al desarrollo de las áreas cerebrales correspondientes al ojo sano, que le suministra información útil y precisa, dejando las zonas cerebrales del ojo con mala visión con un menor desarrollo. por bloqueo selectivo de su imagen que proporciona, que al paso del tiempo podrá o no recuperar de acuerdo con su tratamiento. Si el defecto ocular es bilateral, el desarrollo cerebral de la zona de visión tendrá menor estimulación.

En consideración que se trata de un problema de desarrollo cerebral, cuanto más temprano sea el tratamiento y la edad del paciente, la capacidad de las zonas del cerebro para poder corregir su afectación será mucho más adecuada, con mayores posibilidades de éxito. En contraparte se incluye que, si un factor desencadenante de ambliopía se presenta desde el nacimiento o muy precozmente, y no se detecta o no se corrige, es muy posible que cause un daño mayor a futuro, incluyendo imposibilidad para recuperar la visión normal.

Su estimación para ser más específica requiere la evaluación de la agudeza visual, mediante un examen ocular completo por parte del especialista (oftalmólogo pediatra) que, con instrumentos especiales, tiene la capacidad de identificar en forma precisa los grados de afectación, que son importantes para definir su pronóstico futuro.

Cuando abordamos el tratamiento de la ambliopía en menores de 4 años, el resultado es muy prometedor. Si este se inicia entre los cuatro y los seis años, en general se obtienen resultados buenos o aceptables. Si se demora hasta los siete años o más, los resultados tienden a ser bastante pobres. Por encima de los 10 o 12 años apenas tiene sentido iniciar un tratamiento para la ambliopía. Es por ello por lo que vale la pena insistir enormemente en la detección y tratamiento precoz de la ambliopía, pues la visión que el niño no haya ganado antes de los 7-8 años es muy improbable que pueda desarrollarla posteriormente.

La sospecha de esta alteración se puede establecer desde el nacimiento preguntando sobre los antecedentes familiares, datos particulares como: cegueras inexplicadas, empleo de lentes con diferencia importante de graduación, enfermedades oculares y posturas anormales persistentes de la cabeza. En el recién nacido, en su revisión se determinará si hay mancha blanca en su pupila, integridad normal de las estructuras oculares, desviación de la mirada, temblores oculares (nistagmus) y la respuesta de la pupila a la estimulación luminosa. Conviene que de preferencia sea revisado por el oftalmólogo pediatra en el periodo de cuatro a seis meses, para descartar preferencia ocular y manifestaciones sutiles de deficiencia visual con dispositivos especiales. La agudeza visual deberá determinarla el especialista entre los tres a cuatro años, ya que se gana en forma progresiva con el desarrollo y cada edad en particular, tiene su grado normal de agudeza visual esperada, hasta el periodo de definición a los 6-8 años.

A cualquier edad, la agudeza visual debe ser simétrica entre un ojo y el contrario. Cuando exista una diferencia mayor de dos líneas (de las tablas especializadas) se podrá sospechar que el ojo de peor agudeza es el deficiente (ambliope) y debe ser evaluado a la brevedad posible con el oftalmólogo, a fin de evitar deficiencia en desarrollo cerebral en su zona de visión alterada. Pero en general, a cualquier edad y con cualquier dato anormal encontrado a la revisión ocular de un niño, deberá justificar el envío para valoración oftalmológica, sin importar la edad del niño para mejorar su función.

Los niños con sospecha de ambliopía deben ser derivados a un oftalmólogo pediatra, oftalmólogo u optometrista debidamente capacitado. Las indicaciones para enviar incluyen: agudeza visual alterada para su edad (peor que 20/40 en un niño de 3 a 5 años o peor que 20/30 en un niño mayor de 6 años), diferencia de agudeza visual (entre los dos ojos) mayor o igual a dos líneas de la tabla de evaluación, alineación ocular anormal (bizcos o estrabismo), presencia de un reflejo rojo anormal, visión asimétrica con marcada preferencia de alguno de los dos ojos, determinado mediante maniobras de oclusión ocular y alteraciones compatibles con obstrucción del eje visual.

El tratamiento tiene como objetivo, el lograr la máxima agudeza visual potencial y evitar la deficiencia en el desarrollo de la zona especial del cerebro de la visión. Ante la diversidad de causas y características propias del paciente, hay diferentes alternativas para establecer la limitación del daño y su mejoría asociada.

Cuando el problema se debe a alteraciones de la visión, se deberá de eliminar el factor específico. Si hay defectos de refracción, se indicarán lentes con graduación específica que deberá de ocupar el niño con revisiones periódicas para asegurar su buen desarrollo ocular. Si la alteración corresponde a la existencia de cataratas, se deberá de intervenir para retirarlas y colocar en fecha posterior un lente artificial que lo sustituya. Los que tengan desviación ocular y/o deficiencia de refracción grave, deberán emplear el ojo afectado de forma más forzada, aplicando un parche o medicación al ojo sano. En otras ocasiones es necesaria alguna intervención quirúrgica para retirar el agente limitante. La duración de la oclusión es variada a dos horas diarias o durante todo el transcurso del día dependiente de la alteración y edad del niño para revisar su control por 2-4 años.