Negligencia infantil
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Opinión

Comentario Pediátrico

Negligencia infantil

 


Se considera negligencia en general a toda falta de cuidado, aplicación y diligencia de una persona en su actividad que desempeña y sobre todo en el cumplimiento de una obligación por esa responsabilidad, involucrando también al error o falla involuntaria causada por falta de atención. Así, la negligencia infantil consiste en la falta de satisfacción de las necesidades principales básicas, tanto físicas como emocionales del niño que debe recibir dentro del ambiente familiar y su sociedad cercana.

Es la forma más frecuente de abuso infantil, que desafortunadamente es el menos visible y sobre el que menos se habla, ya que es pobremente caracterizado. Puede ocasionar daños emocionales más severos y duraderos que el maltrato físico. 

Los tipos físicos de negligencia establecen las siguientes variantes: negligencia física que se refiere a la incapacidad del responsable o cuidador de proporcionar alimentos, ropa, refugio o higiene adecuados. La negligencia supervisora, define una deficiencia en la vigilancia sobre riesgos físicos, emocionales o psicológicos. La educativa, involucra deficiencia en matricular al niño en la escuela o en el hogar, asegurar su asistencia regular y puntual a la escuela y abordar las necesidades de educación especial cuando se requiere. La nutricional, establece la incapacidad de proporcionar una nutrición adecuada para mantener el crecimiento y desarrollo físico o la incapacidad de prevenir la desnutrición, sobrepeso y obesidad. La emocional, establece la incapacidad del responsable de brindar amor, afecto, seguridad y apoyo emocional; carece de poder ofrecer atención psicológica cuando sea necesario y de poder proteger al niño de la exposición a la violencia doméstica y/o al abuso de sustancias tóxicas. La médica, se refiere a la falta de atención de manera oportuna y/o de la aplicación de tratamientos específicos, que incluye la atención dental.

Entre los factores de riesgo que colocan a los niños en una mayor probabilidad de negligencia se describen: la pobreza, violencia doméstica, edad materna joven, problemas de salud mental o uso de sustancias en los padres, problemas familiares, falta de apoyo social y en especial, la falta de comprensión de los responsables de los niños, sobre su desarrollo y comportamiento. Por sí misma la pobreza no es una razón suficiente para etiquetar a los padres como negligentes, ya que existen estudios que muestran que la mayoría  de los niños de familias pobres no sufren negligencia.

Por el contrario, como factores protectores se establecen: nutrición saludable del cuidador, apego normal al niño, responsable con  conocimientos elementales sobre crianza y desarrollo infantil, capacidad de respuesta (resiliencia) de los padres ante aspectos físicos, emocionales adversos que permite manejo adecuado en sus limitaciones. Por parte de la sociedad, los apoyos sociales como vivienda, transporte y finanzas.

Considerando que la función principal de la familia, es la socialización primaria, ésta función facilita el desarrollo de la identidad personal; proporciona la estabilidad psíquica y emocional de las personas adultas; favorece el desarrollo del sentimiento de pertenencia y de seguridad; y, contribuye en el desarrollo de la autoestima y la autoconfianza. Además, la familia también tiene la función de cubrir las necesidades básicas de sus miembros, con la principal responsabilidad de cubrir las necesidades básicas de los hijos. Así dentro de ese básico núcleo de la sociedad, influyen en forma elemental para la generación de conflictos, maltrato físico y la negligencia infantil: las competencias parentales y las familias problemáticas, que en consecuencia establecen la desatención. 

Se consideran las competencias parentales como las capacidades prácticas de los padres para cuidar, proteger y educar a sus hijos, y asegurarles un desarrollo sano. Estas competencias deben ser desarrolladas de forma flexible y adaptativa por los padres, teniendo en cuenta, tanto las necesidades evolutivas como educativas de sus hijos. Estas competencias parentales establecen dos condiciones específicas, que son: las capacidades y las habilidades parentales. Las capacidades parentales están relacionadas a los recursos de conocimiento, conducta y emocionales de forma adecuados en relación a la edad y necesidades de sus hijos, como por ejemplo, el apego (capacidad de formar vínculo) y la empatía (disponibilidad de poder entender a los hijos). Mientras que las habilidades parentales, hacen referencia a la capacidad de poder adaptarse y dar respuestas adecuadas a la etapa evolutiva de los hijos. Entre estas habilidades tenemos los modelos de crianza, como pautas de comportamiento y aprendizaje aprendidos a través de las familias previas, que son influidos por la cultura de la sociedad en donde se desempeñan y la participación de la red social externa. 

Los problemas múltiples que puede tener una familia, representan una condición vulnerable para el desarrollo de sus integrantes. En general, pueden considerarse varias categorías. Existe una señalada como crisis de repetición, en donde los modelos familiares se repiten en diferentes generaciones acarreando violencia conyugal, adicciones, depresión, enfermedades crónicas, maltrato infantil y negligencia. La segunda es de desorganización, en donde las dinámicas familiares se basan en el caos, con rupturas y reconstituciones constantes, conflictos en el ejercicio de roles familiares y una comunicación disfuncional. La tercera es el abandono, de las funciones parentales que exhibe la incompetencia de funciones de los padres, haciendo evidente la dificultad para el ejercicio de su función específica. Finalmente aislamiento, en donde se nota en forma física o emocional, un distanciamiento evidente entre los integrantes familiares, asociado a poca estabilidad y fragilidad de los vínculos familiares. 

Para reconocer al niño que sufre de negligencia infantil, los datos estarán en relación al tipo de daño al que se exponga, su intensidad y tiempo que lo sufra. Se sospechará en todo niño con deficiencia o alteración en su aseo, vestido, comportamiento y actitud. 

Una vez que se diagnostica la negligencia, el equipo de atención médica primero debe determinar si el cuidador apoya adecuadamente al niño de manera que las intervenciones voluntarias sean apropiadas o, debido al daño que ya ha ocurrido o si muy probable que ocurra, será necesario informar a los servicios de protección infantil, en especial, cuando: el niño está en riesgo de daño inminente, trauma importante o enfermedad médica grave causada por la incapacidad del responsable, para proporcionar supervisión o tratamiento adecuado, descuido continuo a pesar de eliminar barreras sociales y económicas, o de ofrecer recursos, apoyo y proporcionar la educación necesaria, así como fracaso grave para proporcionar alimentos, vivienda, ropa, protección o educación adecuados.

Los médicos y el resto de profesionales que están en contacto con niños, están obligados por ley, a denunciar de inmediato ante un servicio de protección de menores, aquellos casos en los que se sospeche abandono y/o maltrato infantil. Los profesionales de la salud deben comunicar a los padres -aunque no están obligados a hacerlo-, que se ha realizado una denuncia de acuerdo con la legislación y, que una persona autorizada se pondrá en contacto con ellos, les entrevistará y probablemente les visitará en su domicilio. 

La mejor forma de prevenir las situaciones de negligencia es detenerlos antes de que comiencen. Los programas que proporcionan apoyo a los progenitores y que enseñan habilidades parentales positivas son muy importantes y necesarios. Los progenitores pueden aprender a comunicarse de manera positiva, a impartir disciplina de forma adecuada, a responder a las necesidades físicas y emocionales de sus hijos. Los programas para prevenir el maltrato y el abandono de menores, también contribuyen a mejorar las relaciones entre progenitores e hijos y a ofrecer apoyo social a los progenitores. Estos programas de apoyo para los progenitores se pueden seguir en el propio hogar, en las escuelas, en clínicas médicas de salud mental o en otros centros de la comunidad. Los programas pueden incluir sesiones individuales o sesiones en grupo.

…la atención integral adecuada de los niños, puede asegurar el futuro de una sociedad.

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