Proponer para construir, no para destruir
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Opinión

Columna sin nombre

Proponer para construir, no para destruir

 


A quién hago caso ¿Al burro que rebuzna o a la persona que razona?
El Mapache Guasón.

Un señor le pidió a su vecino que le prestara el burro del cual era propietario. Contestó: no soy dueño de ningún burro. Se oyó rebuznar a un jumento y el primero le dijo: ya ves sí tienes burro. Replicó: ¿A quién le vas a creer, a mí o al rebuznido.
Porque una cosa es que hubiera burros por la vecindad, y otra que el vecino fuera su dueño.
Hace muchos años, tantos que la verdad no quiero contarlos, existió un ventrílocuo en la farándula mexicana que se hacía llamar Paco Miller; se presentaba con un muñeco feo: Don Roque.

El caso es que el señor Miller ponía en la voz del muñeco velados ataques a otras personas, y en lo particular el mono repetía como casi un lema las siguientes palabras: «Le rajo la cara a cualquiera»; era tan agresivo que le valieron muchas enemistades en el medio al ventrílocuo, quien francamente tenía una habilidad extraña para ofender sin razón, para enfrentarse con muchas personas, y qué necesidad, ya que si su misión era el humorismo, bueno, debió dedicarse única y exclusivamente a eso y no a medio ofender por todos lados a diversas personalidades de aquellos años.

Viene a colación ese relato, para referírmele a las precampañas político-electorales que estamos presenciando por las tres triples alianzas: PAN-PRD-MC; MORENA- PT-PES y PRI-VERDE-PANAL.

El candidato Ricardo Anaya se ha situado en una oposición fuerte al PRI y al gobierno del señor presidente Peña Nieto, y se entiende, ya que representa la oposición típica a quien gobierna, pero no obstante no se dedica a insultar en lo personal sino a calificar negativamente al Gobierno Federal y al PRI.

Se vale, aunque hasta el momento no hay propuestas serias y razonadas.

No son suficientes razones para triunfar los argumentos hasta hoy expresados, que sencillamente son típicos de cualquier campaña.
Ahora bien, por el lado del señor López Obrador, destaca su capacidad para poner apodos y medio insultar a personas de la política nacional, al grado que cada vez que habla, le empiezan a contestar fuerte, como el caso del gobernador panista de Veracruz Miguel Ángel Yunes, quien abiertamente lo calificó como «desequilibrado».

Así mismo, Ricardo Anaya cuando López Obrador expresó de él y de Pepe Mid, que eran «blanquitos», no fue muy lejos por la respuesta, ya se le acusó por Anaya de iniciar una suerte de guerra de castas y lucha racial por el color de la piel, lo que llevaría inevitablemente a una confrontación muy seria de seguir por ese camino el abanderado de Morena.

No iremos muy lejos para recordar los epítetos expresados por López Obrador en contra de sus adversarios: «señoritingos», «pirruiris», «peleles» y otras lindezas personales, que francamente pueden llevar la contienda electoral a un terreno de descalificaciones personales que no tiene nada que ver con una propuesta de gobierno seria.

El señor López obrador debe recordar que el que se ríe se lleva, así que si le empiezan a llamar con el apodo tabasqueño completo que no le gusta: «Peje Lagarto», que no se vaya a enojar.

Si esa sería la forma de gobernar de López Obrador, entonces sí que estoy preocupado.
Esperemos para ver si la Divina Providencia lo ilumina, o si un pastor del PES lo aconseja, y se porte con seriedad, presente planes de gobierno serios y se deje de ocurrencias y extravagancias populistas imposibles de aceptar y totalmente inviables.

¡¡Feliz Navidad!!
Yo también soy Pueblo.
Por allí nos encontraremos.