CARPE DIEM: Contrapeso del poder
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CARPE DIEM: Contrapeso del poder

 


Es lo que incomoda a los poderosos. Y más en un país en el que reina una impunidad mayor al 95% de los crímenes. Pueden librarse de ser llevados al banquillo judicial, pero no podrán evitar ser sentados en la tribuna mediática porque esa es una de las funciones de la prensa: publicar lo que el poderoso quiere ocultar.

El modo imperial en que vuelve a ejercerse la presidencia permea no solo a instancias inferiores del poder, sino que marca una pauta de conducta que exige sumisión ante cualquier poder, ya sea político, administrativo o mafioso. Él ha querido convertirse en un referente, y lo está logrando, pero en el sentido negativo. Los nueve periodistas asesinados en lo que llevamos de este año son una consecuencia de la descalificación permanente del oficio periodístico y de la impunidad de la que gozan los criminales.

La gente en la calle ve con desprecio a los reporteros, como si fueran portadores de alguna enfermedad contagiosa. Se ponen a la defensiva ante su presencia, los invitan a retirarse o se niegan a atenderlos. La narrativa desde el poder ha convertido a los periodistas en los malos de la historia, en el mensajero que estorba y al que hay que eliminar para ocultar la verdad. Cualquier vecino se siente con autoridad moral para insultarlos por el solo hecho de serlo. A este exceso hemos llegado.

Envilecer las voces críticas y consentir a los aduladores es la estrategia de siempre. Descalificar, calumniar, mandar golpear, abrir carpetas de investigación y, en ocasiones, ordenar su asesinato es lo de hoy.

Nunca como en este gobierno, que se auto califica de izquierda, se ha denostado tanto a los medios y los periodistas. Tiene una necesidad patológica de hablar mal de alguien, de tener un culpable para sus propios fracasos, de criminalizar a quienes cumplen con una muy importante función social. Así es, la prensa ejerce un rol trascedente en la vida democrática de cualquier país; en las dictaduras no.

Por principio, la prensa es la voz de los que no tienen, por ello sus espacios están llenos de historias desgarradoras que, de no publicarse, nos negaríamos a un panorama completo de la realidad. El mundo no es color rosa, y la prensa nos lo hace ver todos los días. Hay que aprender a vivir en el mundo de lo qué es y no de lo que debería ser porque ese mundo solo existe en nuestra imaginación.

La libertad de expresión y el periodismo van de la mano de manera indisoluble porque el ejercicio periodístico ejerce su función sobre ese derecho humano y constitucional. La profesión de periodista es tan importante y digna como cualquiera otra, a pesar de lo que los políticos y mafiosos insistan en descalificarla. Tan importante es el periodismo que éste es la manifestación primaria de la libertad de expresión. Nada más, pero nada menos. Por eso agravia tanto a la sociedad las agresiones en su contra.

Un país sin medios no es posible. ¿Cómo nos enteramos de la corrupción de los hermanos y los hijos del presidente, o la falta de obras y resultados del gobierno estatal o el despilfarro en festivales del ayuntamiento capitalino? Sin información ninguna sociedad puede desenvolverse.

Si el Estado quiere sancionar algo por dar a conocer información incómoda, lo único que debería hacer es sancionar las faltas éticas de los periodistas, sí las hay, pero no por medio de la violencia física o el asesinato a través de terceros. En todo caso, la obligación del Estado es protegerlos.

De forma equivocada los políticos piensan que las redes sociales están sustituyendo a los medios y a los periodistas. Aplican un razonamiento simplista que dice que todo aquel que tenga un celular y una cuenta en redes sociales se convierte en un reportero.

No es así por varias razones, entre ellas, que el periodista conoce los contextos en que se produce la información y puede tener una visión y explicación más amplia. Ese contexto, que es una especie de investigación etnográfica permanente de su entorno, también ayuda a interpretar y dar una significación cuando es necesaria.

Ser un contrapeso del poder es la función de los periodistas, y eso les ha costado la vida a muchos.

YAXE

Un viaje al pasado, una experiencia cercana con el Plan de Ayala de Emiliano Zapata en un pequeño pueblo que apenas y aparece en los mapas.

Fui invitado a la fiesta cívica del 1º de mayo. No celebran el Día del Trabajo, conmemoran que, en ese día, pero de 1942, les fue otorgado el título agrario de ejido y, posteriormente, el de municipio libre.

Escuchar las historias de estos viejos campesinos es como escuchar de viva voz la de los revolucionarios de 1910 que lucharon por la restitución de sus tierras y contra la explotación de los hacendados. No solo enfrentaron al cacique de entonces, tuvieron que sobrevivir a los sangrientos enfrentamientos con Chichicápam, sus vecinos, para ser hoy, una pequeña comunidad multicultural de gente de trabajo buscando su bienestar.

 

Twitter @nestoryuri

 


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