Hecho en Oaxaca
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Hecho en Oaxaca

 


En este mismo espacio comentamos hace meses la falta de un apoyo fundamental, y que al gobierno no le cuesta mucho, para los pequeños productores locales. En otros estados de la república este apoyo ya existe desde hace algunos años, y sus casos de éxito son extraordinarios.
Se trata de la implementación de un distintivo o certificación avalada por las autoridades estatales que respalden a los productos elaborados en Oaxaca. Es un distintivo de Denominación de Origen que identifique a los productos hechos en Oaxaca, pero no a cualquiera sino a los que son resultado de nuestra propia cultura.
Estados como Chiapas, Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas o Michoacán han otorgado estos apoyos a sus MiPymes desde hace años y esto ha supuesto una feroz competencia por la preferencia del turista nacional y extranjero. No es exagerado afirmar que a nuestra tierra le están comiendo el mandado ante la lentitud, o apatía, de parte del gobierno de Oaxaca.
La piratería de los productos oaxaqueños es una práctica común, y mucha de esa mercancía pirata es la que comercializan los ambulantes que, aprovechando el desconocimiento de los turistas, les venden toda clase de textiles que vienen de China o la India como si fueran oaxaqueños. Una buena parte de la ropa de manta también viene de fuera, de talleres de Puebla o Tlaxcala principalmente.
Así como hace falta un distintivo que certifique lo hecho dentro de nuestro territorio, también hace falta la lucha por tener la indicación geográfica o denominación de origen de productos emblemáticos además del mezcal: el mole negro, el quesillo, las tlayudas y el chocolate oaxaqueño, por lo menos.
La Secretaría de Economía es la encargada de este tipo de certificaciones y es la Dirección de Desarrollo Sectorial la encargada. El director es el Lic. Claudio Rosas Terán, a quien busqué para pedir más información respecto del avance del proyecto de la implementación del distintivo “Hecho en Oaxaca”.
Afortunadamente para los cientos de pequeños productores me informó que estamos a unas pocas semanas de que se anuncie el arranque de este proyecto, lo que en épocas tan difíciles en cuanto a economía y salud, será una gran ayuda porque de lo que se trata es de generar ventas y traer riqueza para Oaxaca.
El proyecto contempla la exigencia de ciertos requisitos, que funcionarán como filtro, para que únicamente sean beneficiados pequeños productores de la entidad. Esto es necesario porque en muchas partes del país se venden productos dizque oaxaqueños que, al final, son un fraude para el comprador.
Como medida de seguridad, además de un sello u holograma que podrá adherirse a los productos, se usará un moderno código QR que se imprimirá en las etiquetas de los productos certificados y que, por medio del celular, cualquier persona podrá comprobar si es un auténtico de Oaxaca.
Existe limitaciones presupuestales y sanitarias, pero la tecnología nos proporciona herramientas alternativas que el gobierno ya tiene y deberá usar para hacer una intensa labor en apoyo a los olvidados de siempre, los pequeños productos que ni siquiera alcanzan la denominación de “agroindustriales” sino apenas “agroartesanos”, que son por mucho la gran mayoría de los productores locales.
El plan es otorgar el distintivo oficial a diversos productos y aquí es necesario hacer hincapié de que este tipo de certificación le sirve mucho al pequeño productor, no al gran industrial, por lo que se le debe dar un sentido social y cultural para que cumpla con el fin para el que se ha creado. Sobra decir que, tanto el mezcal como las artesanías textiles, de madera o de barro reciben apoyo a manos llenas, y que buena parte de éste es acaparada por pequeños grupos de amigos del poder.
Y dado que los productos artesanales y representativos de Oaxaca tienen raíces en nuestra cultura popular, es indispensable que dentro del comité o grupo de apoyo y análisis se le otorgue voz y voto a la cultura, una especie de “comité de autenticidad”.
La ejecución del indicador “Hecho en Oaxaca” es buena acción, los detalles estarán en su implementación porque podría llegar a abrirse un foco más de corrupción si se permitiera a productores no oaxaqueños, mediante artimañas, el uso del distintivo, o bien, se condicionará su otorgamiento a algún interés político, como ha sucedido en proyectos de apoyo a agrupaciones o comunidades en que se obliga a firmar por cantidades de dinero que no reciben en su totalidad.
El logotipo elegido es de risa por la falta de creatividad de la empresa a la que le asignaron el contrato. Palidece ante los gráficos de otras entidades que han volcado su imaginación en promover con orgullo lo que producen. Tristemente parece ser que el único orgullo, o negocio, para el sexenio actual es la producción de mezcal, como si no existiera una gran abundancia de cultura gastronómica a lo largo y ancho de nuestra tierra.
Twitter @nestoryuri