Saliendo del closet
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Carpe Diem

Saliendo del closet

 


Solo para ir calentando: ¿Notaron ya como las televisoras han desempolvado las viejas películas que exaltaba la revolución y las retransmiten una y otra vez? ¿O, como volvemos a escuchar, repetidamente, los viejos discursos de la soberanía, la dignidad y la patria? ¿Les recuerda algo?

Por lo menos son signos claros de que este gobierno, que desea perpetuarse como régimen, quiera volver a la figura del Estado como supremo rector de nuestras vidas y cumplir los objetivos revolucionarios, nacionalistas, populares, sociales, democráticos y liberales, como lo afirmaba Federico Reyes Heroles de la revolución. Sin embargo, los problemas de hoy son otros y con otras causas.

¿Cómo es que estamos de vuelta en el nacionalismo revolucionario? Es un retroceso digno de una gerontocracia que, si no comprende los problemas, mucho menos entiende las preguntas de este nuevo siglo tecnológico.

El nacionalismo revolucionario surgió de la revolución de 1910, fue la ideología que legitimó al régimen y su nueva élite surgida de la lucha contra Porfirio Díaz. Una ideología que es una mezcla muy conveniente, y convenenciera, de la lucha de clases, nacionalismo, libertad y justicia social. Muchos años después le agregaron la democracia.

Convenientemente, esa narrativa a la que sometieron a todos los estudiantes en el siglo pasado asimiló a sí misma la lucha de independencia y la reforma, de la que se dicen herederos aun cuando sean tan disímbolos los héroes del panteón nacional en que es evidente que Miguel Hidalgo nada tiene que ver con Benito Juárez o Álvaro Obregón.

El Morena, al igual que su padre el PRI, está basado en el discurso de la justicia social. Y este mismo discurso ha dado más identidad a los mexicanos que la lucha por la posesión de las tierras. Por alguna razón, este discurso permea hasta lo más hondo de muchos y lo han convertido en un mantra, incluso una religión que le deja mucho dinero a toda clase de redentores, políticos y líderes sociales.

Al igual que la etapa irresponsable del populismo priista y sus excesos en la persona de Echeverría y Portillo con todo y sus familias, lo de hoy es ir por la “justicia social” y contra el racionalismo económico. El ánimo de revancha contra lo que ellos llaman conservadores o neoliberales los hace implementar políticas económicas contrarias a la inversión privada. ¿De dónde sacarán dinero para la justicia social?

Al igual que el PRI de hace 100 años, la 4T nos envuelve con sus discursos de libertad ante el colonialismo yanqui y contra la explotación de los conservadores neoporfiristas, no hay diferencia. Y tampoco en asumirse como la voz y representación del pueblo que, en este caso, encarna el presidente. Por ello mismo, lo que él decide es la decisión del pueblo que, además, es bueno, sabio y honrado.

Las escuelas no enseñaron que la única vía para alcanzar la justicia social eran las instituciones creadas por el régimen de la revolución, instituciones a medida de los intereses del régimen para apropiarse eternamente del poder. En su advocación mesiánica, el presidente encarna en su persona a la nación, al pueblo y al Estado, es la representación terrenal de lo correcto y lo justo; lo legal no le importa nada.

De acuerdo con su discurso, nuestro país no puede ser como las democracias occidentales tan avanzadas porque este país es injusto y desigual, sin embargo, la ideología nacionalista que él encarna tuvo en sus manos el país durante la mayor parte del siglo XX y no hizo gran cosa. A otros países, como Corea del Sur, China, Singapur, Vietnam o España, les bastaron 30 años para convertirse en potencias regionales.

El nacionalismo revolucionario recargado versión 4T es un círculo vicioso que genera más pobreza. Regalar dinero sin generar riqueza es un suicido económico, pero es característico del populismo la falta de raciocinio económico.

El populismo es el autoritarismo en su estado larvario. Parece ser que ya inició el proceso para buscar extender el mandato del presidente, y en él, está involucrado el senador oaxaqueño Raúl Bolaños. Extender un mandato contra lo que dice la Constitución es dictatorial.

El senador Bolaños puede ilustrar que los morenistas nacen donde se les da la gana. Inició en el PRI, llegó al senado con la camiseta del verde y hoy da la cara por el presidente y su ánimo dictatorial y reeleccionista. La propuesta por extender el mandato del presidente de la Corte va contra las leyes, la paz social, la justicia y el sentido común.

El ensayo reeleccionista ya inició, tal vez el premio para nuestro senador sea la ansiada candidatura a gobernador, pero el daño que le puede provocar al país no lo justifica. Lo que queda claro es que, en Oaxaca, aunque el gobernador todavía milite en el PRI, quien gobierna es el Morena.