Para la historia
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Carpe Diem

Para la historia

 


Los días de vacunación contra la Covid en nuestra capital han pasado a formar parte de la historia. Pero no la historia de bronce que quiere construir el oficialismo. Hoy la memoria que quedará guardada para el futuro en los acervos de las hemerotecas será la de la humillación y el desprecio.

Se designaron once sitios para que los adultos y los ancianos fueran vacunados. Once lugares para el caos, el desorden y el desprecio de los empleados de la Secretaría de Bienestar y los mal llamados siervos de la nación para quienes fueron obligados a formar filas con más de veinticuatro horas de anticipación. Jugaron con la esperanza de quienes, a pesar de los años que tengan, tienen el deseo y el derecho a vivir muchos años más.

La vacuna es una esperanza para mantenerse vivo, por eso la necesidad de esperar durante horas por una inyección que no tarda más que unos pocos segundos en ser aplicada.

Fueron las filas un escaparate del mal gobierno y de lo tramposo que somos. Una exhibición de nuestros arraigados vicios. Hubo quienes se formaron para vender el lugar a algún necesitado. Los de la 4T dirán que es una forma de generar empleos. Hubo funcionarios que mandaron a sus choferes a formarse bajo el sol o el frío de la madrugada mientras les tocaba su turno, hubo influyentes que trataron de colarse en un lugar que no les correspondía, hubo quienes se hicieron pasar por discapacitados y trataron de colarse usando una silla de ruedas, hubo muchos intentos de trampa.

Aunque los reyes de la trampa fueron los empleados de la propia Secretaría del Bienestar. Audios y chats que circularon en las redes demuestran que ellos se apropiaron de vacunas que no les correspondían. En lo oscurito fueron vacunados. Una trampa como esa solo pudo haber sido ordenada, o tolerada, desde lo más alto del gobierno. Los “transformers” son mucho peores que los liberales a los que tanto critican.

La legitimidad de los 30 millones de votos no alcanza para justificar la burla contra gente indefensa a la que, a pesar de permanecer horas en espera, simplemente les informaron que ya no había dosis y que buscaran en otro sitio.

Teniendo México un excelente trabajo previo en campañas de vacunación realizada por el sector salud no se entiende el por qué le entregaron esa responsabilidad no a un equipo médico y científico, sino a equipos conformados por porros que antes bloqueaban carreteras y calles pero que ahora despachan en Bienestar. La crítica a los años del neoliberalismo más bien es un intento de crear cortinas de humo para cubrir su mediocridad.

La jornada de vacunación en nuestra capital se describe muy bien con una sola palabra: fracaso.

Pero no cualquier fracaso porque se trata de un régimen que, supuestamente, atiende primero a los pobres y está cercano a la gente de abajo. El fracaso en la vacunación es el fracaso del régimen.

Para la historia deben quedar las imágenes de los caminos de cemento que no soportaron ni una temporada de lluvias pero que fueron magnífico pretexto para solicitar los neoliberales moches que, supuestamente, yo no se piden para ejecutar obras. Presidentes municipales de comunidades lo han señalado.

Para la historia el brutal aumento del costo del gas y de las gasolinas. La promesa de campaña fueron cero aumentos y, por el contrario, bajarla a $10 el litro. El gas, por su parte, con aumentos de entre 30 y 40%, como en los peores días del conservadurismo.

Estamos pasando por una crisis económica muy severa. Las calles están vacías no porque la gente respete el confinamiento sino porque no hay dinero en circulación. Es evidente que lo que se paga a la burocracia no es suficiente para mantener a Oaxaca, es un mito; falta el dinero generado por el turismo, falta el dinero generado por auténticas actividades productivas.

La contracción económica contrasta con el disparo de la inflación, es decir, con los aumentos de precios que se están generalizando. El peso ya empezó su retroceso ante el dólar. Estamos viendo cómo se repite la historia, y lo saben muy bien los que hoy son adultos mayores porque vivieron las crisis de los años 70 con Luis Echeverría y José López Portillo.

Los ejercicios propagandísticos de las mañaneras que usan todo el poder del Estado para su difusión no deben ocultar la realidad. La historia debe consignar que, a pesar del supuesto apoyo popular que el régimen todavía tiene, hay voces contrarias que tratan de abrirnos los ojos. Una parte de sus 30 millones de votos ya se esfumó.

Para la historia debe quedar registrado que, efectivamente, estamos viviendo una transformación revolucionaria, pero no la que dice el presidente sino la que protagonizan las mujeres, a las que no ve y tampoco escucha.

El poder permite manipular la narrativa diaria, pero una vez que se le acabe, la historia lo juzgará.

 

Twitter @nestoryuri