La Cuaresma más triste
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Carpe Diem

La Cuaresma más triste

 


Preocupados, con las calles, plazas y jardines vacíos, recluidos en un aislamiento auto impuesto ordenado por el sentido común, presionados por la incertidumbre y con una crisis financiera que nos amenaza con el caos general y la miseria, así recibiremos la Cuaresma oaxaqueña.

No será esta vez nuestro profundo sentido religioso los que nos obligue al ayuno social y la reflexión, será el temor a morir de una neumonía provocada por un minúsculo bicho. Y, en este mundo de redes sociales en que todos se sienten filósofos circulan y reenvían toda clase de mensajes con aires de sabiduría, de abiertas mentiras y estupideces que, habría que preguntarnos, ¿cree el que lo envía en todo lo que manda? En todo caso, deberían aplicar primero en cada uno de ellos los sabios consejos, advertencias y conspiraciones de sus mensajes.

En el ámbito de nuestra intimidad individual y familiar hay mucho que pensar, en el ámbito de lo público el tema es muy largo y es momento apropiado para cuestionarnos filosóficamente los cimientos en que hemos construido esta civilización del siglo XXI.

Esta crisis mundial rompe totalmente con el siglo XX. A partir de ahora inicia el siglo XXI con todos los cambios que tendrán que darse. Los rompimientos como este son brutales, sin clemencia ni compasión, así que debemos estar preparados espiritualmente por si nos toca ser la víctima o el victimario de alguna calamidad.

La pandemia nos tomó desprevenidos, ocupados en mucha banalidades, sin embargo, ha habido muchos que han anticipado un crisis similar. Y no nos vayamos con los estereotipos creados por Hollywood y sus fantasías respecto a hecatombes de este tipo. No, esto es real y no se resolverá como en un capítulo de Netflix.

La Ilustración y sus valores dominaron el desarrollo humano a partir del siglo XVII, la ciencia y la razón se impuso sobre la fe y la religión. Así fue hasta los años 60 del siglo pasado en que el movimiento postmodernista empezó una labor de demolición de lo que genéricamente conocemos como “civilización occidental”. Los populismos de hoy son resultado directo del ataque a la ciencia y la razón. El enaltecimiento a los marginados y oprimidos no produjo un equilibrio sino un desequilibrio que sufrimos actualmente en que unas pocas minorías nos dominan, como lo muestra los triquis que privatizaron el Zócalo, el magisterio la educación y “organización sociales” las calles y sus protestas. Esa es nuestra realidad.

Distraídos en el hedonismo que caracteriza el mundo actual en el que se privilegia el espectáculo y la fiesta por sobre la ciencia estamos empezando a pagar la factura nuestro modo superficial de vivir el momento.

Circulan por las redes una serie de “reflexiones” en las que existe una que otra verdad. Y, entre algunas de las verdades que expresan resalta el hecho de que un futbolista gane un millón de Euros al mes y un genetista apenas $1800, así que, como dicen los panfletos, hay que pedirle al futbolista que encuentra la cura al Covid-19, por ejemplo.

Dejándonos llevar por el griterío de minorías escandalosas hemos dedicado en Oaxaca cientos de millones de pesos para mantener tranquila a la fiera magisterial, para liberar calles y carreteras de bloqueos mafiosos y, como siempre, miles de millones para mantener a una clase política privilegiada.

De ese dispendio de recursos no hemos obtenido nada, no hay uno solo de esos líderes violentos y amenazantes que desde el micrófono llaman a Marx y a Stalin que pudiera darnos una salida a la enorme pérdida de empleos y empresas que en fechas próximas tendremos si no se encuentra una cura a esta pandemia.

Llenándose la boca de la vocación social de nuestro presupuesto no se ha invertido suficiente en educación de calidad y médicos de primer nivel. Los niños y jóvenes casi rebuznan y las mujeres dan a luz en el suelo. Ambos, la educación y la salud han sido entregados como botín político para saciar los ánimos corruptos de quienes han estado al frente.

A diferencia de un futbolista o un artista de la farándula, un científico y un médico pueden salvar vidas con sus conocimientos. Unos están sobrevalorados y otros están devaluados porque así lo hemos aplaudido. En nuestra sociedad se nos enseña que vale más un agitador que bloquea calles e incendia comercios y automóviles que un brillante profesionista con las habilidades lógicas y científicas para trabajar en bien de los demás.

Pretender que esta pandemia no sea más que una pausa en nuestra vida es carecer de intelecto, las cosas no volverán a ser igual, y no deben ser igual. La humanidad ha sido puesta de rodillas no por misiles nucleares sino por un pequeño virus.

Los cambios se darán poco a poco, a lo largo de un par de décadas, pero es un hecho que, a partir de ahora, el trabajo de científicos y médicos tendrá que ser valorado en su apropiada dimensión. Por tanto, el dinero que producimos deberá orientarse y aplicarse en mejorar la educación, invertir en ciencia y tecnología y desarrollar infraestructura hospitalaria en lugar de tirarlo en dizque organizaciones, sindicatos políticos mafiosos o proyectos locos como una refinería o un trenecito.

Hoy más que nunca la realidad desmiente el discurso irresponsable e irónico sobre los “especialistas”, que en este gobierno han sido vilipendiados una y otra vez. Nos está saliendo muy caro tener en los principales puestos de dirección del país, en los tres poderes de la Unión, a personajes simpáticos y vulgares pero abyectos, ignorantes e ineficientes.

Pasaremos esta Cuaresma en la incertidumbre y, además de la pandemia tenemos crisis económica, que ya venía desde el año pasado. Este virus nos enseña que todos somos iguales, por tanto, la ayuda que entregue el gobierno deberá darse a todos por igual pensando primero en los más débiles que apenas sobreviven y no tienen para pagar costosos desplegados.