¡Alcahuetes!
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¡Alcahuetes!

 


En septiembre de 2018 tuvo el COBAO su primer escándalo a nivel nacional por el acoso a jóvenes estudiantes por parte de personal de la institución. Medios de Oaxaca y la capital del país dieron amplia información al respecto.
Un intendente del plantel de Cuilápam fue sorprendido por alumnas mientras les tomaba fotografías por debajo de la falda del uniforme. Fue encarado y acusado ante la dirección cuyo personal, en un primer momento, trató de minimizar el asunto y, en lugar de atender la denuncia le dieron la razón y tiempo al acosador para eliminar las imágenes, las pruebas, de su teléfono.
Ante esta situación por parte del personal directivo, la víctima y otras compañeras publicaron en redes sociales una carta que decía: “nos pidieron que confiáramos en su palabra de que en el celular del intendente no había ninguna foto (de las estudiantes), y así fue como concluyó esa situación (de la denuncia de acoso sexual). A lo que voy es que: ¿cómo quieren que yo crea en su palabra si no creen en la mía (y de otros 42 alumnos)?”.
La carta continúa: “Como saben el uniforme de COBAO para las mujeres consta de una falda, nos encontrábamos platicando cuando una de mis amigas me comenta en voz baja ‘te está tomando fotos el tipo de acá’, haciéndonos gestos; no entendíamos que pasaba por lo que avanzamos un par de pasos y al mirar en la parte en la que estábamos nos percatamos de que un sujeto del personal del COBAO (intendente) estaba sentando en el corredor (…) y pasaba su teléfono debajo de las faldas de las chicas y estaba fotografiando”.
“El sujeto que responde al nombre de Reynaldo se dio cuenta de que lo observábamos y rápidamente se levantó del lugar y se dirigió a una habitación donde se encuentra una pequeña oficina del personal. Inmediatamente fui con el director, mientras tanto otros de mis compañeros fueron detrás del sujeto para confrontar la situación y evitar que borrara las fotos”.
“Al ver la galería (de fotos) los directores pusieron en el rostro miradas reprobatorias y siguieron revisando, después nos pidieron que los alumnos saliéramos de la oficina para que pudieran ver unos videos. El director nos dijo que no había encontrado ninguna imagen relacionada con algún alumno o alumna de la institución, después nos dijo que lo que debíamos hacer era un oficio para que se procediera”.
El 27 de septiembre de 2018 la dirección de la institución, en su cuenta de Twitter reprodujo un comunicado oficial en el que, con el lenguaje burocrático que caracteriza a todas las oficinas de gobierno dice que “tomó las medidas necesarias para salvaguardar integralmente los derechos e integridad de las alumnas y alumnos, iniciándose diversos procedimientos a fin de deslindar las responsabilidades que resulten y esclarecer los hecho señalados”.
¡Alcahuetes! No solo no han hecho nada, sino que lo han tolerado, situación que hace evidente que hay funcionarios, empleados y profesores que no merecen estar ahí.
Ahora, en 2020, fue el turno de Tlaxiaco, Huatulco, Etla y Nazareno, Xoxo, que se suman al de Cuilápam. Como epidemia de coronavirus que no puede detenerse con medidas distractoras, el escándalo del acoso dentro de la institución está mostrando el grave error del gobernador de entregar, una vez más, una institución educativa a los intereses de un político y no de un pedagogo, científico o investigador cuyo fin en la vida sea la academia y no solo un instrumento para su ambición.
El acoso deja cicatrices y consecuencias en las víctimas, provoca efectos negativos como un empobrecimiento en la autovaloración, ansiedad, depresión, síndrome de estrés postraumático, irritabilidad crónica, adicción, tendencias suicidas y trastornos de la conducta alimentaria. Sobra decir que el acoso sexual también es una forma de discriminación.
Las instituciones educativas son lugares ideales para el acoso puesto que siempre hay una relación de poder entre profesores y funcionarios con los alumnos. Dicha relación de poder suele convertirse en un acto permanente de persecución a cambio de un grado o calificación.
No es indispensable el contacto físico para que exista el acoso. Las miradas insistentes, los chistes y bromas con contenido sexual también lo son. Mostrar imágenes y videos pornográficos, comentar los atributos físicos de forma morbosa o acercarse más de lo necesario también, sin olvidar que lo de hoy es el acoso a través de medios digitales, tanto en fotos, videos y “chats”.
El acoso no solo lo sufren las mujeres, también los hombres, aunque de forma diferente. A éstos normalmente se les humilla a través de apodos y tocamientos.
El problema del acoso en el COBAO no es privativo de él. Según Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca existen algunas otras denuncias en otras instituciones educativas. Por tanto, no es difícil suponer que las pocas denuncias presentadas son solo la punta del iceberg sobre la tolerancia y pasividad de las autoridades al respecto.
Ha habido denuncias contra miembros de la Sección 22, pero seguramente la impunidad que les otorga su mafia sindical los ha dejado sin castigo. Y es posible que en muchas instituciones suceda, y se oculte, copiando el modo de la iglesia católica y los curas pederastas. Para este tipo de raciocinios, lo “importante” es el prestigio de la institución y no la salud y bienestar de las víctimas.
Dada la cercanía y la gran respuesta social a la protesta de mujeres del día de hoy, lo único que se les ha ocurrido es correr a deslindarse, pero nada más.
A pesar del acoso de hace dos años poco o nada se hizo en verdad contra el abuso, por tanto, no hay razón para creer en el video de deslinde del director de la institución. En este momento, el oficio de hace dos años, el video del director y el desplegado del sindicato significan nada, absolutamente nada mientras se privilegie la indiferencia e impunidad.