¿Demolición o restauración?
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Opinión

Editorial

¿Demolición o restauración?

 


Las intensas lluvias atípicas de días pasados exhibieron un peligro en ciernes para la población: la mala situación física de una centena de viejas casonas ubicadas en el Centro Histórico, que el tiempo, el abandono o la falta de recursos de sus propietarios para rehabilitarlas, las mantienen hoy en día en condiciones físicas preocupantes. No es la primera vez que abordamos este tema. En nuestras páginas ha sido algo recurrente. En el municipio de Oaxaca de Juárez, se sabe, no se ha actualizado el Mapa de Riesgos. Vivimos en una ciudad de alta sismicidad, con todo un historial de daños y muerte. Esa situación ha ido minando poco a poco la escasa resistencia de las viejas estructuras de casonas de adobe y madera que aún se mantienen en pie. No hay datos respecto a que el gobierno de la ciudad haya hecho algún inventario al respecto. Algunas de dichas propiedades están catalogadas como inmuebles históricos. No obstante, sus malas condiciones físicas no dejan de representar un grave riesgo social.

En efecto, la Ciudad de Oaxaca ha sido catalogada desde 1976 por Decreto, ciudad de monumentos históricos, lo cual no significa que tengamos que vivir en ruinas. Esta situación debe ser atendida por el gobierno estatal, ya que el municipal tiene un argumento fatal para desentenderse: no cuenta con recursos. Algunas de esas viejas casonas están ocupadas hoy por bares y restaurantes que, con el ardid de que son construcciones históricas, les añaden un plus a sus precios, pero en realidad están en condiciones físicas que sigue representando un peligro ciudadano. Varias de ellas, según se sabe, están intestadas, por lo que no pueden ser intervenidas por los supuestos propietarios. La salida puede ser la expropiación o la rehabilitación financiada por el gobierno.

Pintores y potentados, desde el punto de vista económico, han adquirido algunas. Y las han remodelado. Pero hay muchas más que lucen en completo abandono, como por ejemplo la que se ubica en la esquina de Fiallo y Colón. Pero es sólo una. Hay otra a una cuadra. Y una más a dos cuadras. Algunas están acordonadas por Protección Civil para que el ciudadano de a pie tome sus precauciones. Sin embargo, como advertencia a que se dé un accidente mortal, el gobierno local debe emplazar a los propietarios de las que sí tienen, a rehabilitarlas o simplemente demolerlas con la venia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

 

El boom de propiedad urbana

 

La ciudad de Oaxaca, con la publicidad que le han dispensado algunas publicaciones especializadas en gastronomía y turismo, se ha convertido en una de las capitales más caras del país. No sólo en lo que respecta a los elevados precios de los productos básicos sino al costo de la propiedad. Casas de interés social se cotizan en millones de pesos. En algunas zonas de la capital, como la Colonia Reforma, por ejemplo, el metro cuadrado se cotiza entre 15 y 20 mil pesos, de tal manera que un predio de medidas modestas, tiene un altísimo costo. El pasado lunes, en este mismo espacio, comentamos del fenómeno de la gentrificación. Es el caso de dos barrios antiguos y emblemáticos de la capital como son Santo Tomás Xochimilco y San Matías Jalatlaco. El altísimo costo de la propiedad lo hace inaccesible para cualquier vecino local. No es un eufemismo decir que algunos predios son cotizados en dólares.

Ello ha propiciado que, personas que vivían en vecindades hayan tenido que desocupar sus viviendas para que los propietarios las vendieran incluso a extranjeros o a cadenas de hoteles boutique, con elevados costos en el hospedaje. Pese a los niveles de pobreza que nos caracterizan, pues en nuestra entidad están algunas de las comunidades ubicadas por las dependencias que miden la pobreza, como las que tienen un mayor rezago social a nivel nacional, lo cual es contradictorio. En efecto pues, en Oaxaca se dan grandes disparidades y contrastes. Un fenómeno similar se vive en Xochimilco, uno de los barrios más antiguos de la capital, en donde han proliferado hostales, restaurantes y cafés que, a menudo están llenos de extranjeros. El costo de las propiedades se ha disparado a niveles exagerados.

¿Qué tanto beneficia a los oaxaqueños esta situación? Consideramos que no mucho. Si ello influyera en abatir los niveles de pobreza urbana sería una buena noticia, pero no. Los cinturones de miseria en la zona conurbada siguen prevaleciendo. Hay que ver cómo se han poblado en los últimos años, los cerros y laderas, incluso en los polígonos de zonas arqueológicas como Monte Albán. La pobreza ha hecho que vivales hayan fraccionado incluso predios prohibidos para revenderlos a personas necesitadas. Y he ahí las demandas de servicios urbanos, como luz, agua potable y alcantarillado, que cada día exige más la mancha urbana, ante el crecimiento anárquico de las zonas populares de la capital.