Conservadurismo y nueva derecha
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Opinión

Conservadurismo y nueva derecha

 


La semana anterior comentamos en ese espacio sobre la nueva izquierda y la polarización en las preferencias políticas en el mundo y particularmente en América Latina. Si bien, la izquierda ha tenido un importante avance en la región es destacable que las más recientes elecciones se han dirimido en segunda vuelta entre candidatos que representan posiciones de izquierda y candidatos, no de centro sino de posiciones diametralmente opuestas, es decir, que representan una nueva derecha. Sin embargo, no representan a la tradicional derecha, posicionada negativamente en el imaginario colectivo, sino representan a una nueva derecha que surge con fuerza no solo en Latinoamérica, también en el resto del mundo. Los últimos candidatos ganadores de elecciones en países como Italia, Hungría, Polonia, representan a estas derechas, ya que no tienen una posición homogénea sino en cada lugar tienen su propio matiz. En Francia y otros países aunque no ganaron mantienen avances importantes, por lo que resulta interesante profundizar sobre lo que algunos llaman “nueva derecha”.

En un análisis de Verónica Giordano, señala que en este contexto han surgido grupos, movimientos y partidos políticos que se identifican por su inscripción en una posición, que ha sido caracterizada como de “nueva derecha”, y cabe notar que esta identificación no es asumida para sí por los actores sino siempre atribuida por otros. Ahora bien, Norberto Bobbio señala que “lo que es de izquierda lo es con respecto a lo que es de derecha” y viceversa. Tal como sostiene el mismo autor: “el hecho de que derecha e izquierda representen una oposición quiere decir simplemente que no se puede ser al mismo tiempo de derecha e izquierda. Pero no quiere decir nada del contenido de las partes contrapuestas”.  Entendemos que las derechas refieren siempre a una posición de contenidos variables históricamente y en función de los contenidos asumidos por la posición contraria.

Así como el progresismo se encuentra ligado a la nueva izquierda, así el conservadurismo se le ha ligado a la derecha.

Rafael Narbona señala que de acuerdo a Roger Scruton, considerado el filósofo del Conservadurismo: “A las personas de izquierdas les resulta muy difícil llevarse bien con las personas de derechas porque creen que son malvadas –escribe Roger Scruton-. Mientras que yo no tengo problemas para llevarme bien con la gente de izquierdas porque simplemente creo que están equivocadas”. En nuestros días, casi nadie se atreve a declarase conservador, especialmente en los círculos intelectuales y académicos, donde prevalece el pensamiento de izquierdas. Para muchos, el conservadurismo solo es la forma política del egoísmo y la insolidaridad. Roger Scruton no se dejó intimidar por ese juicio, indudablemente injusto y esquemático. Lejos de adoptar un aire solemne y demagógico, intentó explicar con ingenio y buen humor en qué consistía ser conservador. Frente a la épica de la Revolución, que incita a la ruptura, el conservador entiende que “las cosas buenas son fáciles de destruir, pero no son fáciles de crear”. La violencia revolucionaria es “rápida, fácil y euforizante”. De ahí la fascinación que ejerce, particularmente sobre los jóvenes. Por el contrario, la obra de creación es “lenta, laboriosa y aburrida”. Es el precio inevitable para crear vínculos duraderos entre las generaciones pasadas, presentes y futuras: “obligaciones de piedad […] que surgen de la gratitud natural hacia lo que se recibe”, esto nos lleva a la solidaridad y la familia.

Scruton defiende “el derecho a vivir nuestra vida como queremos”, algo que solo puede ser garantizado mediante una justicia imparcial, una prensa libre y una democracia parlamentaria. El conservadurismo rechaza tanto el colectivismo, que arrebata la iniciativa al individuo, como el relativismo, que no reconoce ninguna verdad moral. Cree en el individuo y en los valores adquiridos tras siglos de experiencia, como el matrimonio y el sentido nacional. “Es una cultura de afirmación –escribe Scruton-. Trata de las cosas que valoramos y de las cosas que deseamos defender”.

Agustin Laje, en su libro La Batalla Cultural, Reflexiones Críticas para una Nueva Derecha, destaca que la cultura se ha vuelto el principal botín del poder, y analiza a la nueva izquierda, frente a una derecha que despreció el poder de la cultura y necesita conquistarla.

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