Juventudes, agentes de cambio, aún en pandemia
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Opinión

Juventudes, agentes de cambio, aún en pandemia

 


Lo que las juventudes puedan hacer en beneficio de sus comunidades y sus entornos en sus años adultos dependerá de lo que piensan, sientan, aprendan y hagan hoy. Recién conmemoramos a nivel mundial el Día de la Juventud, 12 de agosto, y el Día Mundial de las Habilidades de la Juventud, el 15 de agosto, efemérides continuas sobre temas semejantes reflejan la gran importancia y trascendencia que reviste.

Y es que, a decir de las Naciones Unidas, la franja de personas de 14 a 29 años de edad constituye actualmente la generación más numerosa de la historia. En el planeta hay 1.200 millones de jóvenes de 15 a 24 años, lo que representa el 16% de la población mundial. Para el año 2030, fecha límite para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se estima un aumento de jóvenes de un 7%, es decir, un total de 1.300 millones. La mitad de las personas en nuestro planeta tienen 30 años o menos, y a fines del 2030 representará el 57%.

Hablando de habilidades de la juventud y de sus retos, concretamente para la empleabilidad, la ONU y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalan que la población joven de entre 15 y 24 años tiene tres veces más probabilidades que las personas adultas de estar desempleadas y enfrentan un periodo prolongado de transición entre su formación académica y su primer empleo.

De ahí la importancia de fomentar competencias clave como aprender a aprender, comunicar asertivamente, saber trabajar en equipo, desarrollar la iniciativa, adaptabilidad y e inteligencia emocional, competencias denominadas “suaves” que se suman a las más tradicionales competencias duras, de carácter técnico, que se adquieren mediante la formación y experiencia, que se empiezan a adquirir desde edades tempranas desarrollando buenos hábitos como la lectura, el desarrollo de una mente analítica, la escucha y el pensamiento abstracto.

Pero volviendo al tema central de esta reflexión, debemos no dejar de ver a las juventudes como agentes de cambio social, de desarrollo económico, cultural y social, en la medida que desde la acción institucional y las políticas públicas se haga viable la atención de las problemáticas concretas que enfrentan en tiempos de pandemia, de desafío, que pueden convertir en oportunidades.

El lema de este año para el Día Internacional de la Juventud es por demás significativo: “Solidaridad intergeneracional, Creando un mundo para todas las edades”.

El reconocer y abordar las barreras relacionadas con la edad es impostergable y urgente para reconstruir, aprovechando las fortalezas y el conocimiento de todas las generaciones.

Como si se tratara de un equipo, se busca con esta conmemoración luchar para que nadie quede fuera de la acción conjunta encaminada a lograr los ODS, buscando erradicar la discriminación etaria, la misma que afecta tanto a las juventudes como a las personas adultas mayores.

Lo cierto es que los daños alcanzan de manera diferenciada a la población joven femenina, por todas las implicaciones machistas y patriarcales que conllevan en sectores clave como el empleo y la salud, derechos vulnerados especialmente en tiempos de crisis. No obstante, veo con esperanza la presencia y participación de mujeres cada vez más jóvenes en movimientos feministas que se informan, difunden, se organizan y tejen redes sólidas y diversas.

De acuerdo con encuestas de organismos internacionales, el 67% de las personas creen en un futuro mejor, siendo la población joven de entre 15 a 17 años la más optimista al respecto. También se reporta que más de dos tercios de las personas de todos los grupos etarios creen que si las juventudes tuvieran más oportunidades y más voz en las instituciones, los sistemas políticos mejorarían, pues solo el 2.6 % de las y los legisladores en el mundo tienen menos de 30 años y menos del 1 % son mujeres.

Una pregunta para la reflexión ¿qué haces desde tu espacio para apoyar a las juventudes en medio de una pandemia? Debemos ser conscientes que con la pandemia aumentaron las desigualdades y una innegable recesión incidirá negativamente en el disfrute de sus derechos humanos en igualdad de condiciones.

Desde esta mirada interseccional los impactos afectarán más a juventudes rurales, indígenas, afrodescendientes, con discapacidad, migrantes, refugiadas, en situación de detención o en situación de calle, quienes residen en áreas hacinadas, de la diversidad o disidencia sexual, quienes viven con VIH. De ahí que se requieren respuestas integrales para garantizar un desarrollo sostenible, más allá de la pandemia de Covid-19.