El futuro de la Casa de la Cultura Oaxaqueña
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Opinión

El futuro de la Casa de la Cultura Oaxaqueña

 


El 03 de julio de 1971, el entonces gobernador Fernando Gómez Sandoval informó al pueblo de Oaxaca que se creaba la Casa de la Cultura Oaxaqueña con el objetivo de difundir la cultura en todas sus manifestaciones en la ciudad de Oaxaca y sus municipios conurbados. La institución inició operaciones en el inmueble ubicado en la calle de González Ortega 403 de esta ciudad, el cual ya había tenido otros usos: el de convento y el de escuela de artes y oficios. 

La mayoría de las casas de cultura en Latinoamérica fueron concebidas bajo las ideas del historiador autodidacta André Malreaux, quien se desempeñó como ministro de Cultura del gobierno de Charles de Gaulle. Malraux consideraba que las casas de cultura deberían ser espacios para la difusión y creación de las artes, y un lugar donde los artistas pudieran mostrar sus trabajos al público, y que, como producto de esa relación, la cultura fuera vivida.

Sin embargo, las casas de cultura se debieron diferenciar de otras que fueron denominadas casas del pueblo, ya que las primeras estaban orientadas a fomentar las bellas artes desde una visión occidental, y las segundas, a preservar las artes tradicionales de una localidad. Pero en el caso de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, su nombre generó la duda sobre su verdadera vocación, si seguiría los principios de formación occidental o se avocaría a preservar las expresiones de la cultura oaxaqueña, aunque sólo para el disfrute de la población que radica en la ciudad y los municipios conurbados.

En 1954 se fundó la primera casa de la cultura en nuestro país, en la ciudad de Guadalajara; esto impactó en las décadas de los sesenta y setenta, ya que este tipo de instituciones se multiplicaron y surgieron en nuestro estado, tres de las casas de cultura más emblemáticas: la Oaxaqueña, la de Juchitán y la de Tuxtepec, aunque motivadas por distintas razones.

En el caso de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, su creación fue anterior a cualquier instancia gubernamental que tuviera como propósito atender los temas relacionados con la administración cultural, es decir, su existencia marcó el rumbo del Instituto Oaxaqueño de las Culturas y el de la Secretaría de Cultura.

Existen testimonios orales que hacen pensar que una idea preclara de atención a la cultura surgió en esta institución, tal es el caso de una exposición de 60 piezas del escultor francés Augusto Rodin, que, aunque fueron exhibidas en Santo Domingo, su estancia en la ciudad fue gestionada por Ernesto Miranda Barriguete, primer director de la institución.

También destaca la convocatoria que en 1986 se hicieran en conjunto la Asociación de Periodistas, anunciando el Premio de Periodismo en cuatro géneros: reportaje, entrevista, fotografía y caricatura. En el rubro de la promoción de las letras, la Casa de la Cultura Oaxaqueña editó las colecciones Agua Quemada y Siete Venado, en las cuales se publicaron: Relación de Santa María Chimalapa y Las historias que el tiempo no resistirá. También se promovió el concurso Los abuelos cuentan con el propósito de preservar leyendas tradicionales de todos los rincones del país, y con la presencia de Andrés Henestrosa se iniciaron los encuentros con escritores en la institución. Notas periodísticas relatan que se organizaban “fiestas de artesanías”, en las cuales se exponían piezas de arte popular de municipios cercanos a la ciudad de Oaxaca.

Para motivar el interés por recuperar la historia de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, estos y otros testimonios fueron narrados por quienes dirigieron la institución y contribuyeron a modelar su circunstancia actual. Bajo esta idea y para conmemorar el 50 aniversario, se organizó el foro Memorial de 50 años, en el que participaron la mayoría de sus directores y se expusieron las circunstancias en las que asumieron el cargo, así como las principales coyunturas a las que se enfrentaron.

Una conclusión resultante de dicho foro, es que a lo largo de la historia de la Casa de la Cultura Oaxaqueña ha habido insuficiencia presupuestal e inconformidades laborales. El caso más reciente fue el que se suscitó en agosto de 2019, mes en el que sus talleristas y personal que colabora en servicios generales se manifestaron y bloquearon los accesos al edificio; además, marcharon a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, argumentando que con ello tratarían de evitar que fueran despedidos a consecuencia de un supuesto recorte presupuestal.

Durante ese movimiento también se especuló que la institución cerraría y que el edificio tendría otro destino. Este episodio y los efectos de la pandemia ocasionada por la Covid-19 han sido circunstancias que han cambiado la forma de hacer y ver las cosas al interior de la institución. Fue inevitable reflexionar en lo que se hizo en los 50 años anteriores y preguntarse si la institución debía seguir la misma ruta. El escenario es distinto, ahora existe una Ley General de Cultura y Derechos Culturales, publicada en 2017 y que enmarca las actividades que debe desempeñar la Secretaría de Cultura Federal, al igual que desde 2010, existe a nivel local, la Ley de Desarrollo Cultural para el Estado de Oaxaca, la cual promueve la protección y fomento de la diversidad y el patrimonio cultural de los individuos, comunidades y pueblos, asignándoles tareas específicas a los municipios, a la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca y a las instancias que dependen de ella.

En ese marco, le corresponde a la Casa de la Cultura Oaxaqueña ser la instancia que promueva el primer acercamiento de las personas sin distinción de edad, sexo, origen étnico y religión con alguna de las expresiones artísticas; para ello, tiene como único propósito, implementar talleres de arte libres, acción con la que cabalmente ha cumplido, pero con circunstancias se han modificado, ya que en los dos últimos años y ante la imposibilidad de impartir sesiones presenciales, se abrieron cuatrimestralmente 148 talleres en línea, lo cual ha significado desarrollar un micrositio que reúne toda la información que se requiere en cada uno de los cuatrimestres en los que se divide cada año y con ello evitar las filas que se prolongaban hasta por cinco horas para inscribir a una persona, se estableció un cupo limitado por taller para mejorar la atención de todas las personas inscritas, y con ello, se ha evitado la sobrepoblación.

Dignificar el edificio, proveerlo de mantenimiento preventivo e imprimirle vocación a los espacios con los que cuenta, han sido otras estrategias que han permitido refrendar la confianza de artistas que llevaban más de 4 años sin exponer en Oaxaca, tales son los casos de Jaime Ruiz y Luis Hampshire, cuyas exposiciones han sido reseñadas por revistas nacionales que han apostado a documentar acciones tendientes a promover el arte contemporáneo. En este mismo ámbito y ante lo vertiginoso de la comunicación electrónica, la institución implementó galerías virtuales para promover el trabajo de artistas como el del maestro Shinzaburo Takeda, cuyas obras digitalizadas fueron solicitadas para nutrir una exhibición organizada por la Embajada de México en Singapur. 

Posterior a esta última etapa en la historia de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, marcada por la presencia de la Covid-19, se deberá enfrentar a un reto y a una oportunidad. El reto, mantener la confianza de quienes exponen en sus galerías, y la oportunidad, la posibilidad de desarrollar un campus virtual, mediante el cual se ofrezcan a todo el mundo, talleres respecto a actividades artísticas oaxaqueñas Los primeros pasos ya se dieron.