Vacaciones, roles de género y feminismo
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Opinión

Vacaciones, roles de género y feminismo

 


En la infancia y en la etapa de educación básica, la palabra vacaciones solía asociarla a hacer cosas diferentes, a veces divertidas, y a veces no tanto, como visitar familiares, conocer nuevos lugares o simplemente estar en casa y tener más tiempo libre para hacer las cosas que más me gustaban, como dormir más tarde, leer por placer o dormirme más tarde. Más adelante, como profesionista y madre de familia, igual disfrutaba la sola idea de tiempo libre y cambio de rutina. Sin embargo, cuando observas con estas lentes violeta te percatas que no todas las mujeres consideran así los periodos vacacionales y, peor aún, que durante las vacaciones los roles de género sexistas, culturalmente aprendidos y aceptados, implican una exacerbada sobrecarga en el trabajo de cuidados y de tareas domésticas para las mujeres.

Sea que decidan pasar vacaciones escolares o laborales fuera de casa o dentro de ella, en un orden social patriarcal y androcéntrico habrá invariablemente un aumento de responsabilidades en razón del sexo femenino, incluso sin importar que no haya hijas o hijos, con detalles quizá tan normalizados y sobreentendido que les suele corresponder a ellas resolver relacionados con las vacaciones, como las compras extras del mercado si hay que cocinar o llevar el “itacate” a las personas que visiten, el adelanto de trámites y pagos, aprovechar de hacer citas médicas o tareas de salud pospuestas, hacer arreglos para mantenimiento y/o reparación de instalaciones, comprar y preparar comida por adelantado, revisar que las tareas escolares estén hechas para poder disfrutar las vacaciones sin angustias, etc.   Y si se sale, preparar las maletas de la casi toda la familia, y por lo tanto lavar y planchar antes esa ropa, pensar en un regalito si se visita familiares, pensar en llevar medicinas si alguien se enferma, preparar alimentos, ver cómo resolver el cuidado de mascotas durante la ausencia, y al salir, cerrar el gas, el agua, avisar a vecinos, etc. etc.

Quedarse en casa en días de asueto no representa un panorama muy distinto. El tener a toda la familia en el mismo sitio de igual manera cambiará considerablemente la rutina en términos de género, y un aumento en las cargas de las mujeres, pues el trabajo de cuidados, el tener que atender al grupo familiar de manera intensiva durante varios días implicará sin duda, muchas veces no deja tiempo libre para las mujeres, para el autocuidado, el descanso, momentos de soledad… y sí un deseo ferviente porque el periodo vacacional termine pronto.

Hablamos entonces de desigualdad, que deriva en un ambiente vulnerable para la detonación de la violencia familiar que se ejerce directa o indirecta hacia las mujeres, quienes no deberían ser las únicas con la obligación de realizar las actividades del hogar y de cuidados.

Reorganizar la vida social debe ser prioritario, así como romper con los roles de género sexistas y el sentimiento de culpa al “salirse del guión” que el sistema patriarcal establece en todas las esferas de la vida de las mujeres. Cuando una mujer, madre de familia, está fuera de la esfera doméstica es común que le pregunten dónde y con quién están tus hijas e hijos, pero a un hombre padre de familia, que sale a reunirse con sus amigos y a disfrutar del ocio, no le preguntan lo mismo porque se da por sentado que están con su madre o bajo el cuidado de alguien más, no de él.

Es preciso que las mujeres y hombres sigamos derribando los tabúes y reivindicando para las mujeres, para la mitad de la humanidad el espacio propio, el tiempo de ocio, la repartición equitativa de los trabajos de crianza y de cuidado aún en tiempo de vacaciones, aún si se sale de paseo o si permanecen en el hogar. Pero, además, también es importante e impostergable que mujeres y hombres hagamos conciencia de ese trabajo invisible, del que no se ve y mucho menos se valora, como la gestión, la organización, la planeación de todo lo descrito anteriormente en los distintos casos en que las vacaciones se utilizan, porque si bien es cierto que se acaban pronto y dura poco toda esa sobrecarga, también lo es que vendrán más periodos vacacionales y la apuesta desde el feminismo es que puedan ser diferentes, más placenteros no solo para las mujeres, sino eventualmente para toda la familia, al procurar la unidad y la convivencia en la repartición no sexistas e tareas, generar una afectividad mayor a través del aprecio y reconocimiento de las arduas tareas de crianza y de cuidados de las infancias y las personas enfermas o mayores, así como de los quehaceres domésticos, que permiten que tengamos ropa limpia que ponernos, comida en la panza, en fin, son el sostén de la vida.