Las reglas de la política siguen siendo las mismas
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Las reglas de la política siguen siendo las mismas

 


Por Jesús Emilio de Leo

El pasado viernes 22 de octubre, por segundo día consecutivo, el presidente López Obrador emitió su opinión personal sobre lo que considera que ha pasado con las instituciones educativas en nuestro país. Señaló que “todas las universidades fueron sometidas por el pensamiento neoliberal, es lamentable que la UNAM se haya derechizado como sucedió en los últimos tiempos” y pidió a académicos y políticos que no se enojen.

En respuesta, José Narro, ex rector de la UNAM, afirmó que la universidad es “como un caleidoscopio en el que existe la libertad, respeto y pluralidad de ideologías”, “la diversidad, la pluralidad implican necesariamente, por un lado, libertad y por otro lado, tolerancia, búsqueda de soluciones conjuntas a los problemas de las personas, de las sociedades”.

Ante esta nueva polémica surgida entre el ámbito académico – intelectual y el poder gubernamental, es necesario tratar de entender las reglas bajo las cuales interactúan. Como consecuencia a lo que han afirmado diferentes analistas de la política, quienes consideran que existen principios fundamentales para entender su funcionamiento, estrategas y consultores han hecho de algunos títulos, sus obras predilectas, tal es el caso del “Arte de la Guerra”, conjunto de ensayos que se asumen como reglas para gestionar conflictos y ganar batallas. Otro es “Homo videns: la sociedad teledirigida”, obra en la cual se confirma la influencia que tienen los medios de comunicación sobre las personas, situación que implica el rompimiento de la transmisión del conocimiento de forma oral para dar paso a la credibilidad de la imagen sobre la palabra. Y entre ambas, aparecen los “11 principios de la propaganda nazi”, la cual establece como principios fundamentales, construir una agenda de temas determinantes para el gobierno, controlar su discusión y lograr su principal propósito, reconfigurar la historia, y para ello; se deben centralizar el cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa.

Sin embargo, en contraste a lo anteriormente manifestado, se afirma que las orientaciones escritas por Sun Tzu, guerrero y filósofo chino, de quien se pone en duda su existencia, sirvieron de inspiración a Napoleón y Mao Tse Tung, quienes no cumplieron su principal precepto, “la mejor victoria es vencer sin combatir”; ya que el verdadero propósito del Arte de la guerra es que el pueblo se encuentre en armonía con su gobernante, de modo que lo considere una guía, sin sentir temor por su vida.

En forma más explícita, Giovanni Sartori aspira a que la sociedad no emplee su tiempo de manera inútil, a sólo a matar el tiempo, aunque no intenta detener el desarrollo tecnológico, si desea hacer conscientes a padres y madres de ser más responsables en el plano formativo, “al abandonar la mala pedagogía” para que la escuela haga frente al ocio.

Y finalmente, para comprender las razones que motivaron a Goebbles a establecer los 11 principios de la propaganda, es necesario leer a la biografía escrita por Peter Longerich, quien afirma que, a los cuatro años, el ministro de propaganda nazi padeció osteomielitis, enfermedad que le atrofió la pierna derecha, por lo que intentó compensar su minusvalía física.

Por lo anterior, conflicto, imagen y ambición para reconfigurar la historia, son elementos recurrentes en la conducción de una nación, pero su impacto depende del nivel de concentración de poder que la sociedad le otorgue a una institución o a una persona.