¿Qué quedará?
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Opinión

¿Qué quedará?

 


Eran las cinco de la mañana. Los destellos plateados de la luna se asomaron por mi ventana. Era bellísima. El silencio acompañaba el despertar del cielo, hasta que comenzó el tronadero de los motores, de los cláxones, de gente desesperada. Salí a caminar. Volteo y saludo a personas conocidas y no conocidas que me encuentro en el camino. Se trata de amabilidad. Las jardineras están cubiertas de hierba. Las calles lucen sucias. En las esquinas hay dejado montones de basura orgánica. Hace más de quince años que la palabra “tequio” ha desaparecido de nuestro imaginario. El tequio significaba algo más que sólo palear, barrer y recolectar basura. Éramos una comunidad. Trabajábamos para un bien común… ¿Ahora qué queda?

La ciudad crece, se expande. Las casas se amontonan unas con otras. Los negocios se multiplican, la filosofía desquiciante del emprendimiento. Todo a mi alrededor parece venderse. Nuestras relaciones humanas ¿son otro simple negocio? Una parte de mí cree que la naturaleza tomó por un momento las riendas. Somos una cifra impronunciable, una cantidad de humanos con ideas de grandeza que roza con la estupidez, la soberbia y la desconfianza. ¿Por qué seguir reproduciendo una especie tan dañina como la nuestra? El paladar exige sabores exóticos. Acabamos con todo ser vivo. Incluyéndonos. ¡Nos reproducimos a lo bárbaro! No importa que nuestros recursos naturales se extingan… (¡Desaparecemos hasta las piedras!) Nosotros seguiremos reproduciéndonos, multiplicándonos como cerdos sin ninguna responsabilidad…

El problema de un control de natalidad en un país como el nuestro toca pared con el fanatismo religioso, la ignorancia, el machismo y la falta de consciencia, la ausencia de una educación ambiental y prevencionista. ¿Cuántas niñas quedan embarazadas? Mi madre atendió a una mujer de tan sólo 18 años. Esperaba al tercer hijo. Había llegado a primero de secundaria cuando se casó y quedó embarazada. 

Voy caminando y todo comienza a surgir sin detenimiento. Mi corazón se acelera. Al parecer nadie nota que ha aumentado el número de autos en esta avenida. Una sola cabeza detrás del volante y nadie más. En promedio el auto transporta a dos. Quizá a tres personas. ¿Cuántos de nosotros nos movilizamos diariamente? ¡Millones! ¡Cientos y cientos de autos emitiendo gases nocivos!… Las emisiones generadas por vehículos representan el 30% de las emisiones de CO2, principal gas causante del efecto invernadero. Las horas de pensar se pierden en las congestiones viales. Se pierde tiempo. Nadie quiere perder el tiempo. Adquirir un vehículo es una oportunidad para agilizar los mandados, sentir algo, sentir que tienes poder… ¡Qué va! ¿Y si en un año se dejara de comprar autos? Impensable…sería intolerable para el progreso humano…(Se entiende mi sarcasmo, ¿verdad?) 

Celebro la ciclovía que se está construyendo en nuestra ciudad, pero los señores de la Reforma salieron a rezongar. Su argumento es ¿la bicicleta no es un transporte público? ¿Viola derechos humanos? ¿Perdón? Su protesta más bien es “¿Dónde estacionaré mi auto?” Señores de la reforma, no sean ridículos…Demuestren al menos argumentos inteligentes…hasta para chingar hay que ser más creativos…Y somos muchos ciclistas que necesitamos un carril seguro, porque…

El servicio de transporte público en Oaxaca es deplorable. Llevo la mayor parte de mi vida usándolo y cada vez es peor. No culpo a sus choferes, víctimas de un empleo mal pagado, conduciendo por más de catorce horas, sin descanso alguno, sin seguro médico. ¡Con tantas ofertas de empleos dignos que existen en Oaxaca, no me sorprende esta esclavitud laboral! Pero la vida nunca se detiene y hay que pagar cuentas y sobrevivir. Sobrevivimos.  ¿Te has preguntado a qué hora se levantan los choferes, los taxistas para soportar todo el caos en la ciudad? ¿Cuántas horas duermen, qué comen? El transporte público no cambiará si sólo lo exijo yo. ¿Quién soy yo sin ustedes? Exigir un mejor servicio. ¿Qué hay de malo en eso? 

Por otro lado, hace poco tuve un accidente en bicicleta. Nuestra educación vial está de la chingada: motos serpentean las carreteras, se cruzan altos. Todos se pasan el verde, aceleran aún en amarillo. Tocan el claxon como maniáticos. ¡Cállense! No son los únicos que van tarde, que pierden tiempo, que tienen hambre. Somos todos. ¡Mirémonos! ¡Hagámoslo, por favor!

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