La Robótica y la perspectiva de género
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Opinión

La Robótica y la perspectiva de género

 


Hace unas semanas leía sobre androide Grace, denominada la primera enfermera robot creada con el objetivo de apoyar a las personas profesionales del sector de la salud, realizando acciones como la toma de temperatura, medir la capacidad de respuesta de las personas enfermas, realizar diagnósticos e incluso administrar tratamientos. Grace además es capaz de imitar gestos y expresiones corporales, con lo que se busca que interactúe con adultos mayores y personas en confinamiento.
Fue creada por Hanson Robotics, empresa de ingeniería robótica con sede en Hong Kong que en 2016 presentó a Sophia, un robot humanoide que causó polémica al recibir la ciudadanía de Arabia Saudita. El plan es que para finales de este año haya una gran producción en serie de Grace, y que pueda incorporarse en todos los hospitales de Hong Kong, China, Japón y Corea.
El caso de Grace es una clara muestra de porqué necesitamos implementar la perspectiva de género en las ciencias y particularmente en la robótica, un área que cobra cada vez mayor auge ante las necesidades del mundo, pero que lamentablemente continúa reafirmando roles y estereotipos de género. Hacer en femenino al primer androide encargado de labores de enfermería, cuidados y compañía tiene un trasfondo profundamente androcéntrico.
Mismo caso es el de Siri ó Alexa, las asistentes virtuales “al servicio” de las personas usuarias de dispositivos electrónicos inteligentes, o bien, la representación robótica de las secretarias: robots que simulan ser mujeres sirviendo, atendiendo, cuidando y acompañando, sin quejas, sin descanso, esclavas de las instrucciones de su programador, el sueño de todo hombre en un mundo en el que ellos se reservan el privilegio de ser servidos.
Lamentable, pero no sorprendente. Esto es producto de la brecha de género que existe en el mundo de la ciencia. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, América Latina requerirá 59 años para lograr cerrar la brecha de género en la Ciencia. Las áreas STEM de menor representación de mujeres son las Ingenierías y las TIC, ya que sólo el 10% de mujeres las eligen contra 33% de los hombres. En México, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del CONACYT, informó que ya cuenta con más de 27 mil científicos, de los cuales, solo el 36 por ciento son mujeres.
¿De verdad a las niñas no les interesa la ciencia? Claro que les interesa. Hoy sabemos que el 70% de las niñas de escuelas primarias quieren dedicarse a la ciencia, pero después desisten.
Durante siglos, la construcción social androcéntrica nos ha hecho creer que la división sexual del trabajo es algo natural, partiendo de estereotipos de género que han catalogado a los hombres como mentales y a las mujeres como seres emocionales, orientando así los intereses, estudios y trabajos de mayor complejidad (y por tanto mejor remunerados) para los hombres. Una manera tan sutil como efectiva de perpetuar lo masculino por encima de lo femenino.
Yo, al igual que la robopsicóloga austriaca Martina Mara, quiero ver a más mujeres haciendo robótica, no a más robots femeninos. Rompamos con las barreras que impiden la incorporación de niñas y mujeres en las ciencias, pues hoy más que nunca el mundo necesita de sus aportaciones. Después de todo, las ciencias son para todas aquellas personas ávidas de conocer los misterios del universo, y capaces de imaginar nuevas formas de vivirlo, y eso no tiene género.