Ma. Elena Chapa, ni el patriarcado te detuvo
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Ma. Elena Chapa, ni el patriarcado te detuvo

 


El feminismo mexicano está de luto por el fallecimiento de María Elena Chapa Hernández, una mujer brillante por su carisma y capacidad, que con entrega y plena convicción dedicó su vida a la defensa de los derechos de las niñas y mujeres de México. Filósofa, política, feminista y maestra de muchas generaciones, María Elena Chapa fue artífice y protagonista de momentos emblemáticos de nuestra historia contemporánea en los que las mujeres comenzamos a avanzar rumbo a la igualdad.
Siempre la admiré. Cuando siendo estudiante universitaria la busqué para que nos diera una conferencia sobre mujeres y poder, y posteriormente tuve la fortuna de seguir coincidiendo con ella en diversos espacios, dos colectivos muy significativos: Mujeres en Plural, en el seno del cual organizamos un taller acerca de los retos del feminismo, con su gran amiga Amelia Valcárcel, filósofa y referente del feminismo hispanoamericano; y el de 50+1, donde una tarde de encierro por la pandemia tuvimos un encuentro virtual donde varias compañeras la entrevistamos y charlamos con ella en un formato muy cercano y sororo. Una tarde memorable.
La sencillez y simpatía que caracterizaban a Chapita, como cariñosamente le decíamos, eran proporcionales a su agilidad mental y capacidad de abstracción. Nunca se conformó con las palabras, por eso trabajó incansablemente hasta que los resultados fueran tangibles. Nos decía “no es suficiente que la Ley sea justa e incluyente, es importante que siempre haya alguien que exija que ésta se cumpla”.
Así era ella. Nunca se cansó de trabajar. Recuerdo una entrevista en la que con tanta sencillez narra la inmensa emoción que le provocó ver su nombre con letras de oro en el Senado, cuando en 2018 recibió el reconocimiento Elvia Carrillo Puerto, y dijo: “Me han pasado cosas que yo no esperaba, quizá estoy recogiendo cosecha porque ya tengo 77 años, pero sigo sembrando porque hay cosas que no tolero, las violencias contra las mujeres, el que no se respeten sus derechos… ¿Qué más puedo hacer por las mujeres? ¿Cómo vamos a hacer para construir una generación de reemplazo?” Siempre actual, siempre caminando al lado de las jóvenes para formarlas y también para aprender de ellas.
Quizá lo traía en la sangre y otro tanto en su espíritu libre. María Elena Chapa nació en una familia de hombres y mujeres políticas -sobrina de Ofelia Chapa, primera diputada local de Nuevo León- desde muy joven tuvo la convicción de acompañar las grandes causas de este país, para lo cual en sus inicios sumó fuerzas a organizaciones obreras para luchar por los derechos de las personas más vulnerables y de las mujeres. Así inició su carrera política.
Amante del saber y buscadora de la verdad, nunca se conformó con el orden establecido. Ella observaba otras culturas y estudiaba mucho para descifrar las claves del éxito de otros países, con el ánimo de extrapolarlas en México. En 1995 fue parte de la Comisión Mexicana que asistió a la Cumbre de Beijing, momento clave en la construcción de la agenda mundial de igualdad de género. Esto también fue un punto de inflexión en la vida de María Elena, porque en Beijing su pasión de lucha por un mejor país encontró su rumbo en las causas feministas. Con esta convicción asumió puestos de representación popular desde finales de la década de los ochenta, cuando ni siquiera el 10% de las curules era ocupada por mujeres. ¿Pero quién podía impedirle algo a María Elena Chapa? Ni siquiera el patriarcado.
Hizo una gran carrera legislativa logrando ser Diputada Federal, Senadora y finalmente Diputada Local, convencida de que la lucha por la igualdad de género es la vía para construir un mejor país, pero que ello no podría ser posible hasta asegurar que las mujeres accedieran a las posiciones de poder; así, desde 1991 comenzó a trabajar por la paridad, mediante el establecimiento de un tipo de acciones afirmativas llamadas “cuotas de género”.
En 2003 fundó el Instituto de las Mujeres de Nuevo León, donde fue precursora de la implementación de la perspectiva de género en las políticas de su estado, gestionando proyectos en materia de educación, salud, trabajo; y convencida de que lo fundamental que las niñas y mujeres conocieran sus derechos a través de procesos formativos y de capacitación, una gran enseñanza que he adoptado como parte de mi misión.
Sin buscar los aplausos ni los reflectores, recibió los más grandes honores con la inocencia de una niña inquieta, y siempre con gran energía y alegría, porque como lectora incansable su pasión fue aprender, trabajar, enseñar y transformar la vida de las mujeres, “todos los derechos para todas las mujeres, ni uno menos”.
Gracias a tu legado María Elena, muchas mexicanas hoy también nos asumimos insumisas. Siempre recordaré tus palabras: “que nada apriete, ni los zapatos, ni el cinturón, ni mucho menos un hombre”. Gracias por la luz que dejaste plasmada en tu obra, en tus logros a favor de la igualdad, pero sobre todo por ser mujer auténtica, sorora, aguerrida, generosa e incansable. Te voy a extrañar.