La crisis económica y sus gobiernos
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Opinión

La crisis económica y sus gobiernos

 


Por Dr. Javier Sepúlveda Reyes

Más allá de las explicaciones científicas sobre las causas que han llevado a la actual crisis por la que atraviesa la economía global, las sociedades también construyen sus propias razones, sostenidas en meras percepciones y que lejos se encuentran de dar cuenta de las problemáticas económicas; por ejemplo, la europea.

  • Los mercados financieros son eficientes.
  • Los mercados financieros son favorables al crecimiento económico.
  • Los mercados son buenos jueces de la solvencia de los Estados.
  • El aumento de la deuda pública resulta de un aumento del gasto.
  • Hay que reducir el gasto para reducir la deuda pública.
  • La deuda pública le hará pagar nuestros excesos a nuestros nietos.
  • Hay que tranquilizar a los mercados financieros para financiar la deuda pública.
  • La Unión Europea defiende el modelo social europeo.
  • El euro nos protege contra la crisis.
  1. La crisis griega permitió avanzar hacia un gobierno económico y una verdadera solidaridad europea.

El denominador común en todas estas causas del fracaso económico europeo, parecen corresponder al ámbito de las políticas públicas; esto es, han sido los propios Estados con todos sus asesores y especialistas los que no han sabido administrar adecuadamente a sus países.

La relevancia de esta realidad no es nimia si consideramos que América Latina, por ejemplo, ha sido duramente criticada por el poco tino en sus gestiones públicas, señalando como una de las causas fundamentales de ello la falta de capacidad de sus funcionarios públicos; sin embargo, ante la realidad europea no queda más que preguntar ¿cómo explicamos entonces ese fracaso?

Algunos economistas han señalado que la eficiencia de los mercados financieros consiste en trasponer a los productos financieros la teoría habitual de los mercados de bienes ordinarios; en estos últimos la competencia es en parte autorreguladora en virtud de lo que se llama la ley de la oferta y la demanda: cuando el precio de un bien aumenta, entonces los productores van a aumentar su oferta y los compradores a reducir su demanda; el precio, por lo tanto, va a bajar y a volver cerca de su nivel de equilibrio.

La idea de la eficiencia nace de una transposición directa de este mecanismo a las finanzas de mercado; sin embargo, para estos mercados financieros la situación es muy diferente porque cuando el precio aumenta es frecuente observar no una bajada, ¡sino una subida de la demanda! En efecto, la subida del precio significa un rendimiento mayor para quienes poseen títulos debido a la plusvalía realizada. Por consiguiente, la subida del precio atrae a nuevos compradores, lo que refuerza más la subida inicial. Es la burbuja especulativa: una subida acumulativa de los precios que se alimenta a sí misma. Este tipo de proceso no produce precios justos sino, por el contrario, precios inadecuados; por consiguiente, el lugar preponderante ocupado por los mercados financieros no puede llevar a eficacia alguna.

Contra lo anterior no hay nada que refutar, pero sí vale insistir en que la teoría de la eficiencia y de cualquier otra que un Estado permita o apoye es al final de cuentas una política pública que conlleva a una corresponsabilidad solidaria en su implementación, así como a una responsabilidad directa por los efectos que se produzcan y que impacten en el desarrollo nacional. Parece ser pues que los gobiernos europeos cayeron en un exceso de confianza y fueron poco cautos en prevenir las consecuencias de no haber frenado el impulso de los mercados financieros que desde su nacimiento han tenido claro un único objetivo: especulación mercantil a costa de cualquier cosa, de cualquier Estado y de cualquier sociedad.

La opinión expresada en este artículo es responsabilidad del autor y no refleja el punto de vista del Tecnológico de Monterrey.

[1] Documento basado en Manifiesto de los economistas aterrados, 2010.