El trabajo más invisibilizado
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Opinión

El trabajo más invisibilizado

 


Hace unos días me compartieron un cómic feminista que afortunadamente se ha viralizado en redes sociales que, de manera muy natural, explica perfectamente la enorme carga que las tareas de cuidados representan en la vida cotidiana de las mujeres, que no sólo se reduce al cansancio físico de llevarlas a cabo, sino a la extenuante carga mental de constantemente estar planificando, coordinando y organizando. 

Emma Clit, una ingeniera informática, diseñadora y por supuesto feminista, es la autora de esta historieta llamada “Fallait Demander” o en español “Me lo hubieras pedido”, gracias a la traducción de un joven argentino. En 40 viñetas, el cómic expone los estereotipos de género que imponen a las mujeres un trabajo de 24 horas, los siete días a la semana. Sin navidades, ni días festivos, vacaciones pagadas, seguros ni compensaciones.

El ingenioso título “Me lo hubieras pedido”, refleja la cotidianeidad de la mayoría de las parejas, en las que partiendo del precepto patriarcal que las labores del cuidado de hijas e hijos y del hogar en su conjunto son “responsabilidad de las mujeres”, la mayor muestra de compañerismo de los hombres se reduce a “ayudar”: ya sea  lavar  LOS PLATOS (muchas veces solos platos y vasos, no las ollas y sartenes donde la mujer hizo la comida), “apoyar” un ratito en “cuidar “a las hijas e hijos (por ejemplo estar sentado leyendo mientras las niños o niños ven la tele),  “cambiar UN pañal (normalmente solo los de pipí, porque los de popó les significan un trabajo  excesivamente difícil) o quizá hasta preparar UNA de las comidas. Y con ello, lo que queda manifiesto es que están dispuestos a “ayudar”, pero no a compartir equitativamente y a corresponsabilizarse de las cargas de los cuidados, ni la pesada carga de estar todo el tiempo pensando y haciendo las actividades domésticas para que las cosas funcionen en la casa.

La sutileza de esta imposición se traduce en que las niñas mayores de 12 años y mujeres mexicanas dedican 50 horas a la semana a este trabajo, mientras que los hombres sólo 22, es decir 2.5 veces más. Las implicaciones de esta desproporcionalidad se traducen en limitantes económicas, en el uso del tiempo libre y de autonomía para las mujeres. Pero, además, también aumenta el riesgo de las mexicanas de padecer estrés, ansiedad y depresión, así como el deterioro de su salud física. 

Tal como se menciona en el programa nacional PROIGUALDAD (2020-2024), como parte de la justificación del Objetivo Prioritario 2 “Generar las condiciones para reconocer, reducir y redistribuir los trabajos domésticos y de cuidados de las personas entre las familias, el Estado, la comunidad y el sector privado”; se trata de un trabajo no remunerado, pero esencial para el desarrollo emocional, psíquico, personal, social y económico, que representa un subsidio al capital en el costo de la reproducción de la fuerza de trabajo y un subsidio al Estado cuando suplen deficiencias en la debida atención de personas enfermas. Se calcula que ese trabajo valdría el 24% del PIB.

Aun cuando hoy la política nacional de igualdad por primera vez reconozca que la imposición de las labores de cuidado es un problema público, y que el mencionado objetivo prioritario haya dado origen en noviembre de 2020 a la aprobación del Sistema Nacional de Cuidados, la realidad es que no hemos pasado del reconocimiento a la acción, pues de hecho la reserva con la que fue aprobado dicho Sistema fue el no generar compromisos económicos adicionales, ni estructura. Tampoco señala acciones estratégicas consistentes. Así que, por ahora, nos quedamos con la intención, pero necesitamos avanzar hacia la construcción de políticas públicas efectivas y programas de protección social que verdaderamente atiendan esta brecha de desigualdad. Es urgente.