Estamos Luchando por Nuestras Familias 
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Opinión

Estamos Luchando por Nuestras Familias 

 


Por Enrique R. Blanhir 

 

El pasado once de enero, en la Ciudad de México, las grandes cadenas de restaurantes desafiaron a las autoridades administrativas. Ante la imposibilidad de recibir comensales en sus establecimientos, producto de la pandemia, implementaron el movimiento conocido como “abrimos o morimos”. El acontecimiento fue sumamente aplaudido, tanto por los integrantes del gremio como por la gente que, hay que decirlo, estaba ansiosa por salir de sus hogares. Así obtuvieron lo que estaban buscando: abrir. 

El hecho se hizo noticia y corrió rápidamente por redes sociales. Existía, ciertamente, un apoyo incondicional por la reapertura restaurantera. A la par de los comentarios y publicaciones en pro del movimiento hubo manifestaciones particulares. Muchos solicitaron que se cerraran los mercados, que se prohibiera la vendimia en localidades como La Merced o Tepito, que se dejara de acudir a la compra y venta en los típicos y antiquísimos tianguis de la Ciudad, todo bajo el argumento que ahí, precisamente ahí, era donde la gente adquiría y propagaba el COVID 19. Sucedió, pues, una especie de lucha por criminalizar o culpar a un sector del brote o rebrote del virus. 

Así, durante aproximadamente dos meses, de enero a marzo, en una de las avenidas más icónicas de México, como lo es Avenida Juárez, no hubo gran movimiento. El lugar que se caracterizaba por los grandes tumultos, por el estruendo y el bullicio, estuvo desierto. No fue sino hasta el pasado ocho de marzo que las cosas volvieron a la normalidad, pues las personas que acostumbraban a colocar mercancía sobre las banquetas volvieron a hacerlo, solo que esta vez con una particularidad. Gran parte de ellos colocaron pequeños letreros que dicen: “necesitamos comer”, “nosotros también estamos muriendo”, y “estamos luchando por nuestras familias”.

Casi sesenta días después de las manifestaciones hechas producto del “abrimos o morimos” los vendedores ambulantes decidieron responder y lo hicieron de gran forma, porque efectivamente, a los restaurantes se les olvidó que “ellos también están muriendo”. Casi sesenta días después, los vendedores ambulantes nos recordaron que las personas de aquellos mercados y tianguis también “necesitan comer”.  

El error fue olvidarnos de las necesidades de los otros, fue olvidarnos que todos estamos dentro de la misma bolsa. El error fue señalar a unos para desviar la mirada de quienes nos observan y nos cierran las puertas. Sí, todos necesitamos comer, todas necesitamos salir, todos necesitamos vender, todas estamos muriendo. 

Hoy Avenida Juárez recibe otra vez a toda su gente. A toda su gente le permite hacer y deshacer. A toda su gente le sopla con el mismo aire y con el mismo rayo de sol le da la bienvenida. Que no se nos olvide, ni hoy ni nunca, que todos, que todas, aquí y allá, “estamos luchando por nuestras familias”.