Los niños de Acapulco
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Opinión

Los niños de Acapulco

 


Le dicen ‘Chupi Chupi’. Tiene ocho años, vive en Acapulco en la colonia Unidos por Guerrero. Le dicen así, porque a su temprana edad es conocido por el sexo oral que da cuando su papá lo lleva a él y sus tres hermanos a “baby showers” (fiestas donde los prostituye) en las noches. 

Durante el día, sin zapatos y con la mugre en sus rostros, que revela que llevan días sin bañar, caminan por la colonia buscando quién les de comer; claro, cuando no están ayudando a su papá a robar para comprar droga. 

“Yo quiero ser narco cuando sea grande”, dice uno de los gemelos de 11 años. “Los narcos sí comen todos los días”, concluye. En su casa, que muchas veces es usada como casa de consumo por su papá y madrastra, hay una hermana más chica. A ella no la ponen a trabajar por la parálisis cerebral con la que nació. Probablemente, por el uso de las drogas de ambos papás. 

La OCDE señala que México ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil. Guerrero y Quintana Roo, encabezan la lista. El National Center for Missign and Exploited Children reveló que México se ubica en el primer lugar mundial como emisor de pornografía infantil, mientras que la Asociación End Child Prostitution, Child Pornography and Trafficking of Children por Sexual Purposes (ECPAT), coloca a nuestro país como el segundo productor y distribuidor internacional de este tipo de material y el primero en América Latina.

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La semana pasada, tras 15 años de ser señalado por la tortura a la periodista y activista Lydia Cacho, fue detenido quien presuntamente protegió –e incluso es señalado de haber participado- a una red de políticos y empresarios consumidores de prostitución infantil, Mario Marín, ex gobernador de Puebla. 

Lo que lo tiene detenido es el caso del abuso de autoridad y tortura. Comparte penal, en Cancún con Jean Succar Kuri, acusado por prostituir y violar a decenas de menores. Ambos, amigos del empresario Kamel Nacif, aun prófugo de la justicia, con el sistema de justicia podrido que beneficia a quienes tienen dinero y poder, tienen posibilidades de salir libres. Mientras Lydia, tras publicar la investigación más relevante en nuestro país, sobre trata y violencia sexual en menores en México, se vio forzada a vivir del otro lado del mundo para salvar la vida.

Miro los rostros de los pequeños abusados y violentados sexualmente por su propio padre. Mi corazón se desmorona en cachitos. Son el reflejo de más de 270 mil niños y niñas que hoy son prostituidos en nuestro país. 

¿Cómo pueden dormir las autoridades responsables de proteger a la infancia? No hay palabras para describir el daño físico y emocional que atraviesan a diario cientos de miles de menores de edad. ¿Cómo pretendemos aspirar a un México en paz cuando estamos destrozando las vidas de niñas y niños que sobreviven en la absoluta indefensión? 

En la misma entidad en que habitan los pequeños protagonistas del abuso que narro, se aprestan a ungir como candidato de Morena a la gubernatura, a Félix Salgado Macedonio, acusado por cinco mujeres de violación. En Guerrero, parece, el abuso y la violencia sexual no solo no se castiga. Se premia. Las tragedias confluyen.