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Opinión

Editorial

A tres meses

 


Hoy se cumplen tres meses de que un sismo de 7.4 grados devastó una zona empobrecida de la Sierra Sur: los Ozolotepec y partes de la costa oaxaqueña. Los daños y afectaciones fueron considerables. Hubo al menos diez personas fallecidas. El siniestro fue minimizado por el gobierno federal, pues ni siquiera el hoy exhibido ex titular de la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC), David León Romero, tuvo la delicadeza de realizar una gira de trabajo y valorar los daños por este movimiento de tierra que tuvo su epicentro a unos kilómetros de La Crucesita, Huatulco. Si bien es cierto que el ejecutivo estatal, Alejandro Murat se apersonó de inmediato en la zona afectada para dar auxilio a los damnificados e instruyó a sus colaboradores a realizar una evaluación de los daños, estamos ciertos de que las afectaciones no han sido del todo subsanadas ni los afectados han recibido los apoyos para volver a la normalidad en sus comunidades. 

Hubo comunidades que quedaron devastadas por completo como Santa Catarina Xanaguía, que se ubica en una zona peligrosa, justamente debajo de una de las montañas más altas de la Sierra Sur, denominada “La Sirena”. Otras comunidades seriamente afectadas fueron San Juan y San Francisco Ozolotepec, pertenecientes al distrito de Miahuatlán o San Mateo Piñas, del distrito de Pochutla. Casas, edificios públicos como escuelas y centros de salud, iglesias, además de palacios municipales resultaron seriamente afectados, más aún los caminos de acceso que históricamente han estado en el olvido. Una de las primeras tareas fue restablecer la comunicación terrestre luego de derrumbes y deslaves. Esta tarea no ha sido fácil si se parte de la premisa de que se trata de una de las zonas más marginadas del estado y en completo olvido respecto a programas sociales y de desarrollo gubernamental.

Sería importante conocer el avance de las tareas del gobierno estatal, pues esta tragedia se empalmó con las propias de la pandemia de Covid-19, que han dejado a la fecha cerca de 1 mil 400 fallecimientos y con la temporada de lluvias, que hacen que el acceso carretero sea una labor titánica. Se sabe que se realizó un inventario de escuelas dañadas y un programa de rescate y rehabilitación, aunque se desconoce si los recursos del Fondo Nacional para Desastre Naturales (Fonden), fluyeron con oportunidad o aún estamos a la espera de que se desahoguen los trámites burocráticos para poder atender a quienes perdieron su patrimonio o la vida. 

Como paisajes lunares

Así lucen muchas calles, avenidas, cruceros y otros de la ciudad capital, ante la indolencia de las áreas responsables del ayuntamiento de la capital oaxaqueña. Se habla de entrega de obras en algunas agencias, de un programa de bacheo y otras bondades. Sin embargo, las redes sociales se han convertido en ventanas permanentes para que la ciudadanía de manera espontánea, difunda fotografías de vías llenas de huecos y afectadas ya sea por las lluvias o, simplemente, por falta de mantenimiento preventivo y correctivo. Si el programa de bacheo se ha puesto en marcha, tenemos la certeza de que ha sido parcial e insuficiente. La capital oaxaqueña exhibe las muestras de la apatía oficial, el abandono y la negligencia. No hay justificación para que se encuentre en dichas condiciones, cuando se sabe que existe un presupuesto asignado para el embellecimiento urbano y mejorar las condiciones de la capital.

A esta situación hay que agregar la impresionante poda de árboles que se ha dado en los últimos días, la cual ha provocado protestas de grupos ambientalistas que opinan que, la misma se ha dado de manera poco responsable y menos profesional. No sólo no se han repuesto las especies que han sido derribadas por la contaminación con plagas, que las destruyeron por completo, sino que ahora se arriesgan las que están en pie, con el argumento de que sus ramas y follaje representan un peligro para transeúntes y automovilistas. Lo que está quedando en la ciudad son troncos. El paisaje es de desolación y no el que los citadinos estamos acostumbrados a ver. En efecto, hay zonas de la ciudad en donde hay especies que urgen de podas, pero se trata de gigantescos laureles de la India o higos, no especies menores.

Lo que está en tela de juicio es la situación en la que se encuentra el casco urbano. Hasta hace un par de semanas se iniciaron las labores de rehabilitación del Mercado “20 de noviembre”, una de cuyas partes resultó afectada por el sismo del pasado 23 de junio, la cual será, seguramente, con recursos del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden). Ello, sin embargo, poco o nada tiene que ver con la situación que prevalece en el entorno urbano, con centenas de hoyancos, socavones o zanjas, en donde el pavimento prácticamente cedió con las lluvias o el abandono. Pero reuniones de Cabildo van y vienen sin que se trate este tema de interés entre los concejales, algunos de ellos más proclives a ocurrencias o propuestas descabelladas.