El cuerpo, vehículo de la vida
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Opinión

El cuerpo, vehículo de la vida

 


En esta edición continuaremos hablando de la importancia del autocuidado. Hoy, nos toca hablar del vehículo que hace posible nuestra existencia en este plano terrenal: nuestro cuerpo. El autocuidado de la mujer no sólo es necesario para prevenir enfermedades, pues salud es también un estado de bienestar integral, básico para el desarrollo, la plenitud y la felicidad y no sólo la ausencia de síntomas de alguna enfermedad.

Esto no es cosa nueva, aunque las demandas del ritmo acelerado de la vida contemporánea y los roles heredados de la sociedad patriarcal, haga sonar banal la necesidad de atendernos a nosotras mismas, dado que la exigencia para nosotras las mujeres ha sido estar siempre al servicio de los demás. Muchos pueblos asiáticos en su sabiduría, identificaron el “culto de sí”, a aquellas prácticas orientadas tanto al cuidado del cuerpo como al cultivo del espíritu, que iba desde el ejercicio físico moderado y la satisfacción equilibrada de las necesidades hasta la lectura, la reflexión y la meditación.

El filósofo francés Michael Foucault, estudioso de las relaciones de poder, alguna vez dijo que el cuerpo es un texto donde se escribe la realidad social. Y esto me lleva a preguntarte ¿Cómo está mi cuerpo hoy? ¿Me siento cansada o con energía? ¿Me duele algo? ¿Tengo frío, sed, hambre? ¿Me siento fuerte o débil? Con la respuesta a estas preguntas podríamos darnos una idea qué tipo de historia está contando nuestro cuerpo, ¿acaso una historia feliz de salud, libertad y satisfacción? ¿O una historia de abandono y desconocimiento?

El cuerpo de la mujer contiene un aparato reproductor de funciones mucho más complejas que el masculino y que por lo tanto requiere una mayor atención durante cada una de sus etapas desde la adolescencia. La menstruación es un tema del que no se habla mucho y, desgraciadamente, conforme se va rompiendo el tejido social y la identidad comunitaria de las mujeres, muchas jovencitas han tenido que lidiar con esos síntomas solas. Se normaliza el dolor y la irregularidad, cuando no necesariamente tiene que ser así; esto habla mucho más que del funcionamiento hormonal, de nuestras emociones y de la salud de nuestros órganos sexuales y reproductivos; también habla de cómo nuestros procesos de socialización nos inducen a apropiarnos de nuestro cuerpo o como afirma la profesora Silvia Federici: las mujeres hemos sido sistemáticamente expropiadas, a lo largo de la historia del capitalismo, de nuestros cuerpos y de nuestros poderes reproductivos.

Por ello no solo es vital contar con la información adecuada antes del inicio de la vida sexual, no sólo en términos de anticoncepción lo cual es imprescindible, sino también del goce y placer sexual, porque esto también es salud. Los tabús religiosos y tradicionales, aunados al dominio machista, han hecho que a las mujeres de facto se nos niegue el derecho a una vida sexual y erótica satisfactoria, una necesidad básica de todo ser humano.

Y otro derecho al que muchas no tienen acceso es al de la salud preventiva. De acuerdo al Instituto Nacional de Cancerología, en México el tipo de cáncer más frecuente es el cáncer de mama con 27, 500 casos anuales, de los cuales 7 mil mueren; y 7, 870 de cáncer cérvico uterino de los cuales 4 mil terminan en defunción. Son cifras altísimas a nivel internacional, pero mucho es prevenible observando, explorándonos, atendiéndonos; haciendo del autocuidado una forma de vivir, apropiándonos de la auto-importancia de ser mujer.

Finalmente, el descanso también es autocuidado. No todo es hacer, para ser también son necesarios los momentos de calma, de contemplación y de esparcimiento. De manera que el autocuidado físico, no es un lujo ni una frivolidad. Es, de hecho, una premisa básica del feminismo que les invito a asumir.