Julio, mes del autocuidado
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Opinión

Julio, mes del autocuidado

 


El llamado a “quedarse en casa”, debe ser tomado también como un llamado a regresar a mí misma y a trabajar en mis relaciones más íntimas

Uno de los triunfos sutiles del patriarcado, pero no por ello menos violento, ha sido el atribuir a las mujeres como “virtudes” propias de su sexo características como el sacrificio, la abnegación y la incondicionalidad, aún a costa de la salud mental y física. En el patriarcado no basta el genuino placer de servir a los demás con amor, pero también con medida, sino que también hay que olvidarse de una misma para satisfacer el rol.

En el modelo de buena madre que nos han impuesto, las mujeres deben entregarse enteras y de cabeza, ya que sentirse cansadas o buscar un tiempo para las propias necesidades ha sido visto como egoísmo. Así también, las mujeres que por gusto o necesidad salen a trabajar, han tenido que cargar con la doble jornada de seguirse haciendo cargo de las labores domésticas del hogar, como si fuera la “condición” para que una “buena esposa” pudiera salir de casa, “que siga cumpliendo con sus obligaciones”, como si contribuir al ingreso familiar no contara.

De igual manera, quienes nos dedicamos a la planeación e impulso de políticas públicas con perspectiva de género, sabemos que tenemos otra batalla importante ante políticas laborales que tampoco contemplan el rol reproductivo de las mujeres, y por tanto, contribuyen a esa esclavización entre los deberes laborales y los domésticos.

Lo cierto es que el stress y el cansancio cobran facturas importantes en el cuerpo y en la mente. No hay empoderamiento económico, ni siquiera autonomía, si ésta no conlleva el pleno desarrollo y bienestar integral del Ser. Es aquí que es importante resignificar el papel de “cuidadoras” que se nos ha endilgado, haciéndolo propio, empezando por una misma, aprendiendo a escuchar las propias necesidades y atenderlas amorosamente, como si de alguien más se tratara, esto es el Autocuidado.

Se atribuye el origen de la teoría del Autocuidado, a la feminista Dorotea Orem, quien lo definió como “una conducta que aparece en situaciones concretas de la vida, y que el individuo dirige hacia sí mismo o hacia el entorno para regular los factores que afectan a su propio desarrollo y actividad en beneficio de la vida, salud y bienestar”. Aunque en realidad en culturas de hondas raíces como las mesoamericanas, el autocuidado siempre ha estado presente en la sabiduría de nuestras abuelas, en la herbolaria sanadora, en el reconocimiento de la naturaleza como fuente de vida y bienestar, en la importancia de la alimentación, y muchos más saberes que nos viene bien retomar en el mundo actual.

Covid-19 y su llamado a “quedarse en casa”, debe ser tomado también como un llamado a regresar a mí misma, a trabajar en mis relaciones más íntimas, empezando por la número uno: mi relación conmigo misma. Aprovecho para invitarles a seguir la barra de cápsulas “En contingencia, estamos contigo” que se transmite los lunes, martes, miércoles y viernes a las 9:00 am, en la página de Facebook de la Secretaría de las Mujeres de Oaxaca, donde contamos con las valiosas aportaciones de profesionales de la psicología, expertas en meditación y yoga, literatura feminista, emprendimiento, entre otros temas útiles, con el fin de contribuir al bienestar de las mujeres en este tiempo de confinamiento.

Así que, aunque internacionalmente el Día del Autocuidado es celebrado el 24 de julio, son tantos los aspectos en los que merecemos redireccionar nuestra atención, que me parece ideal aprovechar el mes entero para ello, como una invitación hasta cierto punto subversiva, para reconstruir y sanar esquemas mentales, para reapropiarnos de nuestro cuerpo y de nuestra sexualidad, para hacernos cargo de nuestro presente y de nuestras emociones, y para conectarnos desde dentro, y sin miedo, con los cambios positivos que queremos ver en el mundo.

*Titular de la Secretaría de las Mujeres de Oaxaca