La pena y el dolor
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Opinión

La pena y el dolor

 


Las noticias no pueden ser más inquietantes para México en muchos sentidos. El subsecretario de salud, Hugo López-Gatell, nos ha informado de la llegada del Coronavirus al país y que ‘hasta el momento’ se tienen ubicados siete casos-comprobados en personas que regresaron de Italia, esto es, que estamos en el nivel 1 del esquema que presentó hace unos días y que refiere a que son infecciones ‘por importación’.

El doctor López-Gatell afirma en que esto puede crecer, que debemos tener todas las precauciones del mundo y que el sistema de salud pública del país está en condiciones de hacer frente a una epidemia…

En discurso suena bien, pero ¿será cierto? Hay algo ahí que no cuadra. Mientras en el mundo se están elevando los procedimientos y protocolos de cuidado, en México todo parece estar “como si nada”… ¿No quieren sobredimensionar, como ha pedido el presidente? Cuidado. El tema es extremadamente serio y no es moco de pavo: es la vida de miles de seres humanos.

La desconfianza surge porque de un tiempo a esta parte la solución a los grandes problemas nacionales que se han presentado, como ha sido el del desabasto de medicinas en hospitales públicos, la falta de medicamentos para enfermedades de alto rango como es el VIH o cáncer, ha sido el desvío de la atención al tema, el ocultamiento de verdades o verdades a medias.

El gobierno federal acusa a los laboratorios en México de la falta de abasto en medicinas; de incumplimientos de contratos; de proporcionar medicinas caducadas; de que no han estado a la altura de las necesidades y de que se enriquecieron durante muchos años, pero que “ya no”. Todo esto sin que sepamos la verdad del tema, tan solo los paliativos de información muy sesgados.

Según el subsecretario de salud, las medicinas del tipo oncológico se compran ya fuera del país “porque salen más baratas”. ¿Es esto un ahorro bien entendido? ¿Y la distribución cuánto cuesta? ¿Es más importante esto que la vida de miles en México? Y, por cierto ¿en dónde está el Secretario de Salud, Jorge Carlos Alcocer Varela, que no da la cara en estos momentos críticos para el mundo y que podría ser terrible para México?

Y vinculado con lo mismo, de pronto se anuncia que Arabia Saudita se enfrenta a Rusia, baja precios del petróleo y su producción. Se crea así una guerra de precios que hundió el valor del petróleo y las bolsas mundiales en medio de la crisis mundial por el coronavirus: ni más ni menos.

Dicen los expertos que una caída semejante no se producía desde hace casi 30 años. Que el precio del crudo del Brent se desplomó casi 30% durante la apertura de los mercados en Asia este lunes y unos segundos después del inicio de las operaciones, el barril cayó de 45 dólares a 31.52lo que registró una de las caídas inter-diarias más grandes de su historia y la más pronunciada desde, al menos, 1991, durante la guerra del Golfo.

Y aquí México: Este “Lunes-negro” como ya se le llama, el peso mexicano se depreció hasta los 21.53 pesos por dólar; la Bolsa Mexicana de Valores cerró con 6.74 por ciento de pérdida en tanto que la mezcla mexicana de petróleo cayó a los 24 dólares por barril. Según el presupuesto para 2020 el gobierno mexicano había estimado ingresos con el precio de 49 dólares el barril.

Así que, como se dice en mi tierra oaxaqueña, se nos juntaron “la pena y el dolor”. Al problema del Coronavirus se suma la crisis económica, la que según alertan en el mundo, podría ir a peor para todos, lo que no excluye a México, a pesar de lo que diga el Presidente de México cuando afirma que “estamos bien” que “estamos fortalecidos” que “hay reservas suficientes para hacer frente a una crisis económica mundial” y que nuestro peso ‘está fortachón’… Ojalá sí, pero no. Crecimiento a -0.1 y fracaso económico de Pemex no indica finanzas sanas.

Y en medio de esta crisis mundial y nacional ocurrió este lunes 9 el gran Paro Nacional, de mujeres: “Un día sin nosotras”… Un día antes fue la marcha por el Día Internacional de las Mujeres al que acudieron a raudales miles de ellas… ¿cuántas?

El gobierno estima en 80 mil las que acudieron, lo que quiere decir que fueron muchísimas más ese domingo grandioso… Un domingo vestido de morado, pero sobre todo vestido de indignación-enojo-rabia por la violencia cotidiana, la inseguridad en contra de ellas y por el desdén presidencial…

El lunes México era un país en silencio: no estaban ellas. La capital del país caminaba lento, como sin aliento, como si la ausencia de millones de mujeres dieran cuenta de su importancia, de la necesidad de ellas, de su participación en que la maquinaria nacional funcione de forma apropiada y sin contratiempos. Ellas no estaban. Decidieron no estar. Hicieron bien. Es la lección de este lunes 9 de marzo en el que inició una nueva etapa de participación social, a pesar de todo.

¿Qué sigue? Simple y sencillamente que esta fortaleza mostrada continúe; que tengan presencia definitiva; que estén ahí para exigir para reclamar y para llegar al punto en el que sean ellas una prioridad y no sólo un recurso. Ahí está la solución a muchos problemas nacionales: la participación en igualdad y con respeto para las mujeres en un tema que es de justicia, de seguridad y de género.

Dice el presidente de México que el día que no salieron las mujeres a la calle o a sus trabajos o a sus oficinas o escuelas o centros de trabajo, que ese día disminuyó en México la criminalidad. Si. Eso dijo.

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