Espejo de discordias
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Opinión

Espejo de discordias

 


La sociedad mexicana está polarizada. Los que están con Andrés Manuel López Obrador y su propuesta, la Cuarta Transformación de México, que corre por un gobierno de lo social y democracia participativa; los que no se entienden en esa tesitura y ven al país desde muy distintas perspectivas y posibilidades de gobierno; en esta parte no hay cohesión. Y también los hay a quienes todo esto no les dice nada y siguen la vida a como va, no les importa.

Visto en democracia es indispensable que haya distintos puntos de vista respecto de lo que habrá de ser el gobierno, el país, y la vida de todos los mexicanos y la vida de cada uno de nosotros. Y esto es así porque todo hecho de gobierno tiene repercusiones directas o indirectas en la vida colectiva e individual, y extender la voluntad democrática a los actos de lo público es bueno: Democracia es otorgar, pero también participar, responsabilizarse y exigir.

Hoy, lo que se ve por muchos lados, son atisbos sociales de intolerancia y crispación. “O estás conmigo o en contra mía”: no hay matices, no hay reflexión respecto de la posición del otro, si la defensa, la intransigencia y el exceso;… ‘Quien se extrema cae en el fanatismo y la intolerancia: de cualquiera de las partes.’, dice Hermann Heller.

…La ceguera política conduce también a la caída… Y estoy hablando de las partes en conflicto, porque una y otra se descalifican, se etiquetan y se contraponen. Quienes operan de esta manera parecen ciudadanos de países distintos. Pero no: simple y sencillamente México es el único país que tenemos los mexicanos. Y hay que cuidarlo y defenderlo.

También hay un alto grado de irresponsabilidad de los partidos políticos que forman parte del Sistema de Partidos en México. Los partidos que perdieron la elección el 1 de julio están en plena crisis interna y externa. Hoy son partidos debilitados y algunos a punto de extinción; aquellos que fueron maravillas, ahora ni sombra son.

La mayoría que decidió el cambio en julio pasado tiene razón: Los antecedentes son de todos conocidos: gobiernos del engaño, corruptos, cómplices, ineptos, incapaces, bañados de colores políticos pero individualizados en el cada quien lo suyo: daños a la economía, daños al trabajo, daños al crecimiento nacional, migración, robo, saqueo, injusticias, corrupción, impunidad, crimen organizado, desvergüenza, cinismo, complicidades, engaños, fraudes políticos y sociales… Tanto y tanto, que hizo que los mexicanos se hartaran y encontraran otra ruta: Que sea para bien…

Porque nadie con dos dedos de frente estaría en descuerdo en que se necesitan solucionar todos esos lastres y pecados capitales de los gobiernos mexicanos y en los que, también los mexicanos de a pie, participaron porque lo permitieron, callaron, dejaron hacer y dejaron pasar.

No todos, por supuesto. Muchos a lo largo de su vida han clamado errores. Muchos advirtieron crisis. Muchos exigieron sin ser escuchados: ‘Se clamaba en el desierto’. Los medios de comunicación asimismo, tan vituperados muchos de ellos, han permitido excesos y parcialidades, pero también dan paso a voces exigentes y democráticas. Que sí las hay.

Pero todo aquello que ha ocurrido tiene entre uno de sus orígenes la participación malévola de los partidos políticos. Tan indispensables, ellos, en democracia, cuando lo son de a de veras y no entelequias integradas por ambiciosos de poder y de dinero; de influencia y de predominio.

Muchos de estos partidos políticos contribuyeron en la descomposición de instituciones tan propias de una sociedad pero tan dañadas y contaminadas por la ambición política y económica: Cámara de Diputados, de Senadores; Congresos locales; municipios; institutos de lo electoral, como el Instituto Nacional Electoral, o los Tribunales de lo electoral, nacional o estatales: todos en gran medida contaminados por ellos.

Y hoy, cuando el país tiene enfrente la posibilidad de una nueva ruta, las voces que podrían ser factor de equilibrio en democracia, como son los partidos políticos auténticos; los que hay en México están en plena crisis interna y externa, decíamos. Cada uno, tanto PRI como PAN o PRD –por decir los cabeza de lista-, se debaten en sus luchas internas por el poder, en sus ambiciones de grupo y de alcanzar posiciones externas aunque fueran mínimas.

La desbandada de un lado a otro es fenomenal y se percibe que, incluso, el PRD está a punto de extremaunción, mientras que el PRI no tiene pies ni cabeza, o el PAN y sus pleitos entre grupos y la salida de otros no termina por ser uno sólo.

Ninguno de ellos está en posibilidad de cumplir con su responsabilidad de ser oposición; porque en democracia la oposición también es un factor de equilibrio si los partidos que lo integran viven en salud. No es nuestro caso y eso los debilita frente a Morena y al gobierno federal. ¿A quién le sirve una oposición fracasada?

Y, bueno: ya estamos a punto de turrón. El primero de diciembre tomará posesión el presidente Andrés Manuel López Obrador. Las expectativas son muchas. Ya se han visto contradicciones previas a esta asunción al poder, pero aún hay el beneficio de la duda…

Y la duda termina cuando se despeja. Ojalá al despejarla todo sea para bien de todos: para la gente que no tiene nada ni ha tenido, para los sin trabajo, para los muchachos que quieren estudiar y no pueden; para solucionar la crisis educativa, de salud, de trabajo; para la garantía en la integridad individual y patrimonial: todo ahí…

Ojalá que cuando termine el gobierno que ya empieza no tengamos que repetir la vieja historia del principio: la del fracaso; y sí tengamos que cantar una nueva canción: la de la victoria; porque si AMLO cumple lo prometido, sin engaños ni traiciones, nos daremos por victoriosos y sí, podría ser, el mejor presidente de la historia moderna de México: sólo así… y si no: no.

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