El ombligo enterrado
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Opinión

El ombligo enterrado

 


Está bien, requetebién, lo que dijo y prometió en Oaxaca y para Oaxaca el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, el 19 de septiembre, durante su visita de agradecimiento por los favores electorales recibidos. Ojalá todo eso se cumpla.

Ese día, primero estuvo en Ixtepec y enseguida en Juchitán. En el primer lugar fue recibido por el gobernador del estado, Alejandro Murat Hinojosa, y una comitiva de extraño plumaje, quienes acudieron en sus naves espaciales para llegar y saludar en un tono de humildad sorprendente: Melifluos veían y saludaban con admiración a quien será presidente de México y con quien ‘hay que estar bien…, no vaya a ser’.

Esto es: la arrogancia que muestran con los oaxaqueños de a pie, o con quienes no son presidentes electos, contrastó ese día con el comedimiento mostrado. Bien. Se trata de hacer política, jurar que se habrá de trabajar con buenos modos entre la presidencia y el gobierno estatal y, de paso, empujar a figuras políticas inexistentes aún.

López Obrador sabe cómo están las cosas en Oaxaca y santas paces por el momento. El vino a lo que vino: a dar las gracias y a prometer lo que será la aportación federal para el desarrollo de la entidad. Particularmente el Istmo oaxaqueño.

Fue en Juchitán en donde desgranó lo que habrá de ser el proyecto federal para el desarrollo de la entidad, y muy particularmente el Istmo. Anunció 38 mil millones de pesos para programas sociales en Oaxaca porque tiene claro el estado de pobreza, marginalidad e indefensión en la que se encuentra la entidad.

Ofreció ayuda especial a quienes fueron damnificados por los sismos de septiembre del año pasado y a la fecha. Pidió que los recursos sean manejados con total transparencia y nada de corruptelas. Abundó en la creación de diez universidades en la entidad –habrá que ver el tipo y la especialidad de estas universidades públicas, su vocación educativa-regional-geográfica y de desarrollo local…

Ojalá estas no terminen en fracaso como ocurre con las Universidades de la Ciudad de México en las que a lo largo de años el cuadro de egresados es mínimo y con un nivel de escolaridad que impide a los alumnos entrar en competencia profesional con otras universidades del país.

Que habrá caminos pavimentados en donde la terracería impide fáciles accesos, sobre todo a poblaciones aisladas y marginadas de Oaxaca; apoyos a pequeños productores; becas para estudiantes de la entidad y la rehabilitación del tren de carga que va de Salina Cruz a Coatzacoalcos, como alternativa de desarrollo económico. Por supuesto dijo que asimismo se rehabilitarán la refinería de Salina Cruz. Y, claro… afirmó de nueva cuenta que su gobierno derogará la Reforma Educativa.

Esto, por supuesto, dirigido a la Sección 22 de la CNTE que ha hecho de la educación de los niños y jóvenes de la entidad un verdadero desastre. Se derogará, dijo, pero a cambio pidió que los maestros cumplan con su responsabilidad puntual y diaria de educar a los niños. Esto no gustó a la dirigencia sindical-CNTE que a modo de rezongo dijo que ellos ‘no están para aceptar condiciones’.

Esto y mucho más se dijo el 19 de septiembre en tierras oaxaqueñas. Es verdad que todo lo que se comprometió ahí hace falta, mucha falta, y mucho más. Son 570 municipios. No hay que olvidarlo.

Por el momento faltan poco más de dos meses para que AMLO tome posesión de la presidencia. Falta que recorra la República mexicana en su gira de agradecimiento, durante la cual a cada estado le promete soluciones contantes y sonantes a partir de diciembre primero de este año.

Falta ver cómo operan estas inversiones para el desarrollo quienes se ocuparán de la tarea de echar a andar los programas, de coordinarlos, de supervisarlos y de verificar que, en efecto, se cumplan en tiempo y forma. De otra manera sería lamentable que sí, que se prometió todo esto, pero no se dijo para cuándo y eso no caerá bien a muchos, sobre todos a quienes tienen la expectativa de salir de la condición de pobreza y marginalidad en Oaxaca.

Pero, bueno, ya está digerida la jalea. Ahora lo que resta es eso: esperar y verificar. Ver que el gobierno del estado cumpla su responsabilidad de ser gobierno para todos y que acople sus tareas a las de la federación.

Lo importante, en todo caso, es que Oaxaca y los oaxaqueños estemos dispuestos a recibir los apoyos, pero también a trabajar de forma coordinada, organizada y productiva para generar riqueza y distribuirla entre los que la producen.

Y, sobre todo, evitar que los muchachos que hoy se van se queden aquí, en donde está enterrado su ombligo, y en donde habrán de permanecer para ser oaxaqueños de tiempo completo.

 

jhsantiago@
prodigy.net.mx