Largas filas y desorden imperan desde las 2 de la mañana para recibir vacuna anticovid en Tlalixtac
Por sobrantes de vacunas anticovid, convocaron a los pobladores mayores de 60 años de Tlalixtac para que recibieran la dosis
Eran las 13:00 horas del miércoles cuando Rosario Ramírez, Rosalino Juan, Arturo Ibarra, Angelina Santiago y Álvaro Cruz López, escucharon decir su nombre por parte del personal del Centro de Salud con Servicios Ampliados (Cessas) en Tlalixtac de Cabrera que llamaba a quienes recibirían la vacuna contra el Covid-19.
Ellos habían llegado entre las 8:00 y 9:00 horas a pesar de que los convocaron con muy poco tiempo de anticipación.
Irene estuvo formada con su mamá desde las 2:00 de la mañana y por eso, fue de las primeras, cuando iba de salida, vio que vecinos y familiares, seguían formados esperando su turno.
La oscuridad de la madrugada y el frío que se sintió al amanecer, acompañaron a las primeras personas que respondieron a la sorpresiva convocatoria.
Los servidores de la nación y quienes integran la brigada correcaminos, al parecer no han sabido organizar la campaña de vacunación en Oaxaca que luce improvisada.
Y es que, para evitar el riesgo de contagio del virus, se recomienda la sana distancia, y en la vacunación en Tlalixtac, los hombres y mujeres esperaban sin el distanciamiento seguro.
Tlalixtac de Cabrera donde tradicionalmente se escenifica el Viacrucis de Cristo durante Semana Santa, enfrenta un brote de Covid-19, lo cual se agudizó con la muerte reciente del síndico municipal por las complicaciones de este mal.
Luego de varias horas bajo el sol, Rosario pasó por su dosis y después de 30 minutos no salía, pues tras la aplicación, los pacientes tienen que esperar para saber si existe alguna reacción adversa.
Antes de las 14:00 horas de este miércoles, iba avanzando el número 393 y se decía entre la gente que repartieron 800 fichas.
Sobre la calle que pasa frente al CESSAS, la gente iba y venía; algunos hombres y mujeres se les veía nerviosas, otras esperanzadas al sentirse protegidas contra el coronavirus.
Mujeres en sillas de ruedas, ancianos con sus bastones, otros más con sus hojas y carpetas en la mano llegaban y preguntaban repetidamente su turno, aun sabiendo que les quedaban otras horas para esperar.
“Todavía falta señora”, le dijeron a Teresa que sostenía en la mano la ficha número 600.
“Tenemos que vacunarnos, es la esperanza de vida y de seguir sin complicaciones por este virus”, se oyó decir entre la gente que no tenía de otra más que esperar.