La Virgen de Juquila también peregrinó
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La Virgen de Juquila también peregrinó

Este 8 de diciembre, alrededor de 25 mil personas provenientes de diversos estados del país y diferentes regiones de Oaxaca, le rinden culto en Juquila.


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La iglesia católica considera al Santuario de la Virgen de Juquilacomo el tercer recinto más visitado en Latinoamérica, solo después de la Virgen de Guadalupe y la Virgen de San Juan de los Lagos en Jalisco.

Al año arriban más de 7 mil peregrinaciones, sin contabilizar a los feligreses que acuden por sus propios medios ya sea caminando o en vehículo.

Jacinto López Montaño, rector del Santuario de Juquila, destaca que la imagen de la Inmaculada Virgen de la Concepción es la más visitada en Oaxaca y el tercero más importante de México y uno de los más relevantes de América.

Durante el Día de la Virgen de Juquila que se celebra este 8 de diciembre, se han contabilizado más de 25 mil católicos que acuden a venerarla en el Santuario. “La fe hacia la Virgen por parte de nuestros hermanos se expresa de diferentes maneras porque la intercepción de la Santísima Virgen María, en su evocación a Nuestra Señora de Juquila se han dado manifestaciones muy especiales por parte de Dios”, resaltó el presbítero.

A la fecha el pueblo de Santa Catarina Juquila recibe cada año a millones de peregrinos, quienes como desde hace cientos de año repiten la tradición, como lo hacían los primeros pueblos indígenas de la región Chatina, de remontar las alturas para invocar la protección de sus dioses.

Veneración en los cerros

El misticismo de la región Chatina, donde se encuentra la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción, bautizada por los feligreses como Nuestra Señora de Juquila o Juquila, data desde la llegada de los primeros habitantes en la región.
De acuerdo a los investigadores, entre las montañas aún existen evidencias de piedras que guardan las oraciones en los cerros y cofres sagrados que veneran los indígenas como las pinturas rupestres en Cerro Tlacuache y la Piedra Letra en San Juan Lachao.

Refieren que antes de venerar a la Inmaculada que se encuentra en la espléndida y blanca iglesia de Nuestra Señora de Juquila, existieron en años remotos lugares sagrados para los chatinos como Piedra Sol y Piedra Rey en San Miguel Panixtlahuaca, entre otros.

Antes de la llegada de la Virgen, los cerros eran ocupados por los antepasados como templos para venerar a sus dioses, ya que los consideraban lugares donde se encuentran el cofre-pétreo de los secretos del mundo como el Cerro del Tlacuache, donde se encuentra una cueva considerada como la entrada al inframundo.Los pobladores refieren que otro de los lugares más venerados junto a la Virgen es Cerro Hamaca, donde llevan a sus enfermos más graves para ser curados por los chamanes.

En una recopilación realizada recientemente por los escritores Moisés Soriano Mendoza y Mario Lugos López que plasmaron en su obra “El Peregrinaje Chatino, Los Caminos de Juquila”, exponen sobre la vida de los feligreses en los cerros sagrados de la región hasta la llegada de la imagen en el Santuario.

La Historia

Según datos históricos de la iglesia católica, originalmente la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción, perteneció a Fray Jordán de Santa Catalina, a la orden de los dominicos, quien llegó a México en 1552 para impartir cátedra en el templo de Santa Domingo de Guzmán.

A través de rezos y ofrendas, Fray Jordán inició el culto hacia la imagen y pronto inició su proceso de evangelización en el interior del estado de Oaxaca hasta llegar a los pueblos chatinos de Juquila, en donde fue ayudado por un campesino de Santa María Amialtepec llamado Antonio Anastacio.

El paisaje religioso de su llegada destaca que la fe mostrada en la Virgen acercó a los pueblos chatinos para sanear sus cuerpos y almas. Fue entonces que durante una larga sequía el fraile dominico le habría rezado a la imagen para pedirle por la pronta llegada de la lluvia y sus plegarias fueron escuchadas.

Al regresar a la Verde Antequera y como muestra de reconocimiento, el fray obsequió la imagen de la Virgen al campesino Anastasio, quien lo trasladó a su vivienda en Amialtepec hasta donde llegaron miles de devotos para venerar a la Inmaculada y así nacieron las primeras peregrinaciones.

En las leyendas que se plasman en las comunidades aledañas a Juquila, refieren que años más tardes, derivado de los conflictos en la región, el campesino Anastasio decidió ocultar a la Virgen en una cueva debajo de la cascada del río de Amialtepec, en donde sería descubierta por una humilde mujer que decidió devolvérsela a su paisano.

La extraordinaria historia de fe hacia la Virgen inicia en sus tiempos más recientes, en 1633, cuando el sacerdote de la parroquia de Juquila, Jacinto Escudero, se habría enterado de la gran devoción que tenían los fieles católicos a la Inmaculada, que desde entonces llevaban regalos costosos y dinero como señal de agradecimiento por los favores recibidos.

Por ello el sacerdote convenció al campesino para trasladarlo a un templo cercado en donde fue bautizada como Nuestra Señora de Amialtepec, sin embargo al poco tiempo de su llegada un voraz incendio devastó gran parte de la comunidad, incluido, el templo.

Al llegar los comuneros, descubrieron que todo estaba hecho cenizas, excepto la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción, quedando su rostro ahumado pero su cuerpo, cabello y vestido quedaron intactos, por lo que este hecho es reconocido hasta la actualidad por los feligreses como el milagro más notable.

Los creyentes refirieron que en sus rezos y devoción, escucharon en la cascada de Amialtepec una mujer vestida de blanco que pedía un templo, entonces el sacerdote Jacinto propuso llevárselo al templo de Santa Catarina Juquila, argumentando a los miles de peregrinos que ya comenzaban a llegar que estaría en un lugar más seguro.

En primer lugar los comuneros de Amialtepec se opusieron pero posteriormente accedieron; sin embargo, un día después de que fuera depositado en el templo de Juquila, la imagen regresó a la comunidad.

De acuerdo a los registros religiosos, esta situación ocurrió por tres ocasiones por lo que los amialtepecanos llevaron ofrendas a Nuestra Señora de Amialtepec para agradecerle por su decisión de quedarse con ellos.

Su templo se ubica al pie de la cascada de la fe, lugar donde a decir de los religiosos, se ha convertido como la primera parada hacia la ruta del Santuario. Los nuevos intentos para trasladar la imagen llegaron en junio de 1719 cuando la autoridad católica convocó a todo el pueblo de Juquila para ir por la Virgen.

Los feligreses eran encabezados por el sacerdote Manuel Cayetano, quien había acudido descalzo y a su paso con la imagen, en el Cerro de El Pedimento, se dio un tiempo para descansar. Los feligreses pidieron porque la Inmaculada se quedara en el templo de Juquila.

Sus plegarias fueron escuchadas y desde la fecha en El Pedimento existe una cruz que limita los municipios de Santa Catarina Juquila y Santiago Yaitepec, que a pesar de los conflictos agrarios que enfrentan, los indígenas continúan venerando a la Virgen.


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