Madres se convierten en pilar de la familia ante migración de sus esposos
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Madres se convierten en pilar de la familia ante migración de sus esposos

La falta de oportunidades en la Mixteca, ha provocado que desde hace 10 meses Arcelia duplique esfuerzos para ser madre y padre a la vez, mientras su esposo Juan Gilberto vive el “sueño americano”


Madres se convierten en pilar de la familia ante migración de sus esposos | El Imparcial de Oaxaca

Fue el 13 de julio de 2018 cuando Juan Gilberto Cedillo, en acuerdo con su esposa Arcelia Martínez Martínez, dejó a su familia en San Jerónimo Silacayoapilla para irse a trabajar a los Estados Unidos.

El sueño, permanecer allá durante tres años, salir de deudas y construir dos locales comerciales para mejorar sus condiciones de vida, para no sufrir tanto en busca de trabajo.

La empresa en Huajuapan donde Juan trabajaba tuvo un recorte de personal y lo despidieron. Con secundaria terminada, después entró a trabajar como ayudante de albañil, pero el salario era insuficiente para los gastos y no siempre había obras en las cuales laborar.

Las deudas generadas por la paulatina construcción de su casa y los gastos propios de la familia provocaban discusiones cada vez más frecuentes.

Todo eso no les permitió pensar en otra alternativa, él tendría que seguir en patrón de muchos de sus paisanos, irse a los Estados Unidos.

Mujeres al frente

Luego de siete años y medio de casados, hace 10 meses, Arcelia Martínez Martínez, se quedó a cargo de sus tres hijos, Karol, de siete años, José Joaquín de cinco, y Juan Pablo, de tres años de edad.

El carecer de una Visa para poder ingresar a Estados Unidos, hizo que buscaran un coyote, guía o pollero que lo ayudara a llegar al vecino país.

Con el apoyo de unas hermanas de Arcelia, que viven desde hace varios años en la Unión Americana, Juan emprendió el viaje; estuvo una semana esperando en la frontera para poder pasar, pero lo logró sin muchos contratiempos, o al menos eso le dijo a ella.

De acuerdo a habitantes de San Jerónimo, a mediados del año pasado, el costo por cruzar a una persona al otro lado era de 15 mil dólares, ahora está en unos 18 mil.

“Él no me quiso decir cuánto le iba a pagar al coyote para no preocuparme, pero desde que llegó empezó a trabajar y a abonar, terminó de pagar hace un mes, es decir, el trabajo de nueve meses fue para eso”, explicó.

Es una costumbre, lo primero que hacen los paisanos al empezar a laborar, detalló, es juntar para pagar el coyote, antes no pueden empezar a mandar dinero a su familia y uno está consciente de eso.

Educando sola

Con la venta de elotes, en algunas ocasiones y cena en otras, para obtener una ganancia de 100 a 350 pesos, Arcelia ha podido solventar algunos gastos.

Sin embargo, la indicación de su esposo fue que estuviera más al pendiente de los niños, de su hogar, por lo que, ahora que la deuda del coyote quedó liquidada, piensa dedicar un poco más de tiempo a sus hijos.

A ellos les ha inculcado que tienen que ayudar en la casa, realizar tareas como: tender su cama, acomodar sus juguetes, regar agua en el piso de concreto y el de tierra para barrer y que no se levante mucho polvo, entre otras actividades.

Está consciente de que la educación que se brinda en casa es fundamental, “así fuimos educados, yo jamás he visto a mis papás sentados, mi mamá hacía sus trastes unos días, otros los iba a vender, mi papá en el campo, hacía carbón, lo vendía en Huajuapan, y así es hasta la fecha”.

“Hasta que una es madre entiende que todo eso te forma y lo mismo quiero hacer con mis hijos, creo que por esa misma situación, a nosotros no nos cuesta salir a vender algo, buscar ingresos, lucharle”, explicó Arcelia.

“Despedirme de mi esposo, fue un momento muy difícil porque nunca nos habíamos separado, a los niños les dijimos que iba a ir a trabajar porque estaban muy acostumbrados a él, luego se dieron cuenta de que se había ido lejos. De repente el más chiquito lo extraña y se pone a llorar, al mediano le afectó porque se volvió un poco rebelde pero le hablo mucho y le pongo atención porque sé por lo que está pasando, es difícil estar sin su papá”, expresó.

Aunque Juan (de 29 años de edad) les habla por teléfono constantemente, Arcelia (de 32 años) confesó que no es lo mismo, pues los niños estan muy acostumbrados a estar con él.

“Es horrible, de repente te sientes con las pilas abajo, cuando mis niños se enferman es cuando más lo extraño, él siempre ha sido un apoyo muy fuerte, venía del trabajo y desde ese momento él se hacía cargo mientras yo hacía trabajo en la casa o cocinaba, ahora estoy yo sola y tengo que sacar fuerzas de donde sea para enfrentar lo que estoy pasando, por el amor a mis hijos, a mi esposo”, dijo.

Solidaridad en la comunidad

Pero la ventaja de que haya muchos migrantes en las familias de San Jerónimo, (la mayoría de los cuales se va a ciudades de California), es que hay cierta comprensión y solidaridad.

En el caso de la familia de Arcelia, sus papás y hermanas han sido un gran apoyo, económico y moral, una de ellas ayuda a llevar a Karol a su escuela, en Huajuapan, mientras Arcelia lleva a Joaquín al preescolar de San Jerónimo. A la hora de la salida va con sus hijos a Huajuapan a recoger a la niña.

Además de trabajar para mantener a su familia tienen que afrontar los chismes, hay mujeres cuyo esposo emigra a los Estados Unidos y después son señaladas, es común que les atribuyan una relación con alguien más.

Por lo pronto, Arcelia asume que tiene una responsabilidad muy grande, que le permite entender a las madres solteras que tienen que sostener solas a sus hijos y trabajar para el sustento.

Ella, se alienta, al menos tiene la esperanza de que su esposo va a regresar en unos dos años y su familia volverá a la normalidad, y ahora con la tranquilidad de tener una mejor situación financiera.

Migración merma la población

De acuerdo a los censos realizados por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información (INEGI), la población de San Jerónimo Silacayoapilla ha disminuido.

En 1995 se contabilizaron mil 901 habitantes; en el año 2000, mil 895; en el 2005 había mil 742; mientras que en 2010 se contabilizaron mil 449, es decir, en 15 años, hubo 402 habitantes menos.

Este municipio mixteco, se ubica aproximadamente a 20 minutos de Huajuapan de León, por la carretera local Huajuapan-Mariscala de Juárez.

Hace algunas décadas, se identificó por la alfarería, muchos habitantes se dedicaban a hacer trastes de barro y tabiques rojos.

Estas actividades han disminuido, ahora solo dos familias trabajan el barro y unos cuantos los tabiques, informó Juana Martínez López, presidenta municipal de San Jerónimo, quien destacó que alrededor del 80 por ciento se dedica al campo, a la siembra de maíz y frijol (que es sólo por temporadas).

Al predominar más la tierra árida en los municipios de la Mixteca, y debido a que las lluvias que se presentan cada año son bastante irregulares, la gente ha preferido emigrar.

“Aquí hay muchas casas que se encuentran vacías, hay familias enteras que se han ido a Estados Unidos, porque aquí no tenemos fuentes de empleo para mantenerlos en la comunidad”, informó.

“La juventud fue dejando los oficios que nos identificaron en su momento, prefieren irse a Estados Unidos porque el dinero les rinde más. Antes al menos venían en la fiesta anual que es el 30 de septiembre pero ya no lo hacen, muchos porque no tienen papeles y cada vez es más difícil cruzar la frontera, incluso ha habido casos en los que muere el papá de algún migrante y no puede venir a sepultarlo porque si viene, ya no podrá regresar”, señaló.