El que más creció, AMLO; el que más ganó, Ochoa; el que más perdió, Anaya
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El que más creció, AMLO; el que más ganó, Ochoa; el que más perdió, Anaya

En el Estado de México –también en Veracruz– Andrés Manuel López Obrador probó que posee una enorme fuerza política.


El que más creció, AMLO; el que más ganó, Ochoa; el que más perdió, Anaya | El Imparcial de Oaxaca

AMLO y su crecimiento

En el Estado de México –también en Veracruz– Andrés Manuel López Obrador probó que posee una enorme fuerza política.

No ganó su partido, Morena, las elecciones de gobernador –las estructuras del PRI, en Edomex, y del PAN-PRD, en no pocos municipios veracruzanos, esta vez se impusieron, solo esta vez–, pero a pesar de tener todo en contra el más joven partido de izquierda logró resultados simple y sencillamente extraordinarios: prácticamente empató con el priismo en las elecciones mexiquenses y ganó en Veracruz ciudades importantes como Xalapa, Coatzacoalcos y Poza Rica.

El crecimiento de Morena se explica sobre todo por un factor: la enorme popularidad y la incuestionable autoridad moral de López Obrador.

Millones votaron en las urnas por Morena porque son millones los ciudadanos que siguen pensando que es un honor estar con Obrador.

 

Ochoa, jugó para ganar, y ganó

Nadie pensaba que Enrique Ochoa Reza, que había trabajado en las áreas técnicas del gobierno federal –en la CFE, como director, y en Energía como subsecretario de Hidrocarburos–, pudiera brillar en la política partidista.

Quizá el único que conocía sus habilidades políticas era el hombre que lo puso al frente del PRI, el presidente Enrique Peña Nieto, se sabe que asesorado por Aurelio Nuño, secretario de Educación, y Luis Videgaray, de Relaciones Exteriores.

Los viejos priistas pronosticaban para Ochoa Reza el mayor de los fracasos. Si en 2016 había naufragado como líder del PRI un verdadero mito de la política, Manlio Fabio Beltrones, al novato ex director de la CFE no le daban ninguna posibilidad de victoria.

Ochoa, decían los priistas experimentados, iba a perder tres de tres. Se equivocaron: ganó dos de tres. Se impuso en la elección de gobernador más importante del país, la del Estado de México, y en la otra relevante este año, la de Coahuila. En Nayarit quedó en segundo lugar y en Veracruz logró medio millón de votos, 20 mil más que Morena, y triunfó en 35 alcaldías.

Sus antecesores, Manlio Fabio Beltrones y César Camacho, por diversas circunstancias –malos cálculos, exceso de confianza, hasta traiciones como en el caso de Beltrones– perdieron lo importante y algo más. Ochoa, en cambio, ganó lo que estaba obligado a ganar y mucho más de lo esperado.

No sé si le alcanzará para ser candidato del PRI a la Presidencia de la República en 2018. Como mínimo, no puede haber la menor duda, permanecerá en su cargo un año más para conducir, al lado de EPN, el proceso sucesorio.

 

Anaya, el fracaso

En 2016 el líder panista Ricardo Anaya creció porque su partido ganó las principales elecciones de gobernador.

Hasta se dio el lujo de presentarse como un político perdonavidas insultando en la televisión, en cadena nacional, a alguien mucho más grande que él, Manlio Fabio Beltrones, aprovechando un mal momento, de natural desconcierto por los resultados electorales, del sonorense.

Pero Anaya era un gigante con los pies de barro. Se ha desplomado junto con su partido que perdió Coahuila –una elección en la que el PAN tenía todo para ganar– y se fue al humillante ¡cuarto lugar! en el Estado de México.

La victoria en Nayarit no compensa el desastre de Coahuila y Edomex y, por lo demás, el triunfo en Veracruz ni siquiera es suyo: es del gobernador Miguel Ángel Yunes que, por cierto, debe estar viendo en la caída de Anaya –inclusive apoyándolo al interior del PAN– una oportunidad dorada para buscar la candidatura panista a la Presidencia de la República: si el dirigente panista se retira, no hay duda de que cedería sus estructuras en los órganos de dirección del partido al veracruzano.

Creo que a Ricardo Anaya no lo veremos en el 2018 como candidato presidencial. Y tal vez sea cuestión de pocos meses para que dejemos de verlo como dirigente del panismo.

Otros en la posición de Anaya han renunciado mucho antes de que se les revisen los resultados..


aa

 

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