Lola “la Chata”, la primera jefa del narco en México
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Lola “la Chata”, la primera jefa del narco en México

En los años 30, esta mujer pasó de ser una vendedora de chicharrones en La Merced, a la emperatriz del narco en México… ¡Esta es su historia!


Lola “la Chata”, la primera jefa del narco en México | El Imparcial de Oaxaca

Desde hace tiempo muchas mujeres, como Griselda Blanco o Sandra Ávila Beltrán han estado ligadas al mundo del narcotráfico, pero antes de ellas y de otros capos famosos, como Joaquín “El Chapo” Guzmán, existió Lola “la Chata”, la primera mujer que traficó con marihuana y se convirtió en un dolor de cabeza para las autoridades.  Aquí en De10.mx te contamos su historia…

¿Quién fue Lola “La Chata”?

Su nombre era María Dolores Estévez Zulueta y nació en la Ciudad de México, en 1906. Su madre tenía un pequeño puesto en el mercado de La Merced en el que vendían café y Lola cargaba una canasta con chicharrones.

Cuando cumplió 13 años, Lola comenzó con la distribución de pequeñas dosis de marihuana, morfina y heroína, las cuales transportaba en su canasta, pues la droga era el verdadero negocio de sus padres y nadie sospecharía de una niña. Como narcomenudista, se volvió muy intuitiva sobre los gustos y necesidades de sus clientes, así que se convirtió en pieza clave del negocio.

Aún era menor de edad, cuando ya fichaba en un cabaret. Aunque no era de una belleza deslumbrante, tenía una personalidad seductora. Fue en esos clubes nocturnos de la calle Independencia, que conoció a Casto Ruz Urquizo.

Este hombre que la llevó a Ciudad Juárez, Chihuahua, para mostrarle todo lo relacionado con el mundo del narcotráfico. Tras aprender las “mañas” del negocio, regresó al entonces Distrito Federal para poner en práctica todo lo aprendido. Pronto estableció su propio negocio y centro de operaciones en la calle de San Simón, cercano a La Merced.

Lola se convierte en la emperatriz de la droga en México

Dolores se casó con José Trinidad Jaramillo, un sujeto que además de dedicarse al narcotráfico, había sido policía, así que fácilmente pudieron tejer una red de contactos de corrupción, para “trabajar” sin ser molestados.

Gracias a este matrimonio, Lola pudo expandir el negocio, pues gozaba de “protección” para vender la droga. Lo que empezó como un negocio local, rápidamente creció y su fama y mercancía llegó hasta las colonias más acomodadas de la capital.

Aunque Lola era odiada por las autoridades y en la prensa se le catalogaba como una criminal, los habitantes de su colonia la amaban, pues ayudaba a la gente necesitada. También era devota la Virgen de San Juan de los Lagos, así que cada año le llevaba un carro lleno de flores hasta Jalisco y le pagaba el viaje completo a decenas de sus conocidos que la acompañaban en su fervor.

Esta mujer, también conocida como “la abuela del narco”, se divorció de Jaramillo y en 1940 se casó con Enrique Antonio Escudero, un agente del Servicio Secreto de quien más adelante también se divorciaría.

Todo el dinero que ganaba, hizo de Lola una mujer excéntrica, poseía relojes muy costosos, joyas, rebozos de seda, armas y dinero en efectivo que le permitió salir de prisión en varias ocasiones, incluso se dijo que se había incrustado diamantes en los dientes.

Esta mujer estuvo en la cárcel al menos en siete ocasiones, incluyendo el Palacio de Lecumberri y las Islas Marías. De este último se dice que hasta construyó un aeropuerto para que sus hijas la visitaran cuando quisieran.

El 4 de abril de 1957, a los 51 años de edad, “La Chata” fue detenida por la Policía Judicial Federal y recluida en la Cárcel para Mujeres de la capital. Esto no la detuvo y siguió administrando su negocio desde prisión.

Dos años después de su arresto, Dolores Estévez murió de un paro cardíaco. Cientos de personas acudieron a su funeral, todos dieron el último adiós a la vendedora de chicharrones que se convirtió en emperatriz del narco en México.