Doña Manuela López, sin enfermedad a sus 101 años
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Doña Manuela López, sin enfermedad a sus 101 años

La mujer mixteca cuenta cómo tuvo que sacar adelante a sus tres hijos cuando quedó viuda a los 40 años.


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Escucha, habla, come y hasta baila a sus 101 años y, por primera vez, sus hijos regresaron a celebrarle su cumpleaños, es doña Manuela López Sánchez, quien da a conocer que nunca había tomado refresco, sólo atole de granillo y las plantas del campo.

Recuerda las injusticias de los Carrancistas en Tlaxiaco que la platicaba su mamá, ella tuvo que esconderse en una cueva en su natal Santa María Yucuhiti, por más de un mes, ya que las mujeres eran llevadas, violadas o esclavizadas. Estos soldados pasaban por todas las comunidades de la región Mixteca reclutando a varones para enlistarlos en sus filas, se dice que eran unas peleas muy crueles entre esta corriente revolucionaria con los Zapatistas, que buscaban la aplicación de justicia en beneficio de los pobres.

Doña Manuela López Sánchez, a los 101 años, cuida sus animalitos como gallinas y ya unos cuantos chivos y borregos a como tenía antes que llegó a tener más de 100, además de 20 cabezas de ganado, vacas y toros.
En 1918 nació, ocho años después de la Revolución, en Santa María Yucuhiti y a sus primeros años de vida se vino con su mamá a la ciudad de Tlaxiaco, donde actualmente radica en la colonia, Cruz del Tabaco, Tlaxiaco, Oaxaca.

SU VIDA DE MIGRANTE

En 1915, las personas de Tlaxiaco, principalmente de las comunidades fueron llevados por los Carrancistas, los campos estaban abandonados, ya que estos soldados arrasaban con todos los alimentos. Su mamá se tuvo que esconder en una cueva; además, junto con otras mujeres tuvieron que comer raíces de las plantas y yerbas para sobrevivir.

Ante las diversas necesidades y que el campo no daba para mucho, se fueron al corte de café a Veracruz, hacía tortilla de plátano, papa, almendra de mango, para sobrevivir en esos lugares donde el dinero no alcanzaba, además no habían las tiendas como las hay ahora, también hacia caldo de epazote y yerbasanta, quelite, en sus variedades, pero su pobreza al lado de su mamá se vino más cuando su papá Santiago López fue asesinado.

Manuela López Sánchez, a sus 101 años ya se empieza a sentir cansada, su único trabajo ha sido el campo, sabe chaponear, cuida su animalitos, hoy solamente teje sombrero que los vende a 10 pesos.

Fue migrante porque tenía muchas necesidades, se fue a trabajar al corte de caña al estado de Veracruz, recuerda que de esta zona salían más de 30 personas, llegaban esos autobuses grandes que venían por ellos.

NO SE HA ENFERMADO A SUS 101 AÑOS

Dice que no se ha enfermado, gracias a Dios, le gusta mucho comer caldo de epazote o de yerba santa y casi el frijol es muy poco, come pollo de vez en cuando de su granja o los borregos y chivos muy poco, le encanta el frijol molido, caldo de hoja de aguacate, caldo de quelites y nopales.

Sus tres sus hijos están fuera, vienen cada año o casi no, ya que están lejos trabajando en las grandes ciudades ahí donde están las fábricas o empresas, ella ya está acostumbrada a su soledad, es decir, se ha tenido que ir acostumbrado porque a los vástagos no se les puede detener, hace poco uno de ellos regresó con su familia y ya lleva un buen tiempo viviendo con ella.

EN SU VIDA NUNCA HA TOMADO REFRESCO

Da a conocer que los jóvenes de ahora comen, beben muchas cosas, como refrescos, papitas, el alcohol; además viven la vida muy rápida, se embriagan constantemente que hace que se les pique el hígado o riñón y mueren.
En su vida no ha tomado mucho refresco hasta ahora que toma, hace como 10 años, ya que antes no había dinero para tal, sólo recuerda que tomaba las famosas limonadas entre los años de 1940, las preparaba doña Herminia y don Chofo, de quienes no recuerda sus apellidos, pero era una bebida muy deliciosa que hacían de manera artesanal los nativos de la ciudad de Tlaxiaco.

SU OFICIO DE VIDA, HACER TORTILLAS

Durante toda la vida se dedicó a hacer tortillas, lavar ajeno, cuando era tiempo de siembras, ella iba a trabajar, sabe desde sembrar maíz, aterrar la milpa y arar la tierra, todas estas actividades que hace un hombre ella las aprendió ante las necesidades por crecer a sus hijos, ya que se marido murió cuando ella tenía 40 años.

A parte de hacer tortillas para vender en el mercado, muchas personas pedían de su trabajo para ir a trabajar a sus casas, esta era una noble labor porque en los hogares, le invitaban a comer y esto le ayudaba mucho porque fue así como sacó adelante a sus hijos.

Cuando molía, recuerda que se levantaba a las 12 de la noche para quebrar su mixtamal y dando las 6 de la mañana ya iba corriendo hacia el mercado, desde luego que en la actualidad ya no hace este oficio.

YA DE GRANDE APRENDIÓ A TEJER SOMBREROS

Cuando ella tenía ya 60 años, aprendió a hacer sombreros de palma y escobitas, se tardó en aprender 7 meses, también tejía mecate de ixtle, este oficio lo aprendió de una señora que llegó a vivir a su casa, originaria de la comunidad de San Mateo Peñasco, pero tampoco dejó la labor de hacer tortillas para el comercio.

Nació en la comunidad de Santa María Yucuhiti, llegó a la edad de 6 años a la ciudad de Tlaxiaco, ahora que le festejaron su cumpleaños por primera vez, lo siente como un milagro de Dios que sus hijos se hayan acordado y que ella está viva.

LE IBAN A IMPUTAR UN PIE Y UNA MANO

Cuando ella fue a trabajar a la Ciudad de México, se accidentó, pasó la calzada y sintió que un vehículo la atropelló, se quebró la costilla, un pie y una mano, por lo que los médicos dijeron que se los iban a amputar porque les había caído cáncer.

Ante esta situación los médicos mandaron un telegrama a su mamá hasta la ciudad de Tlaxiaco para que permitieran que le amputaran el pie y el brazo, por lo que ella se negó rotundamente, diciendo, que si le van a quitar el brazo y la mano, que mejor la dejaran ir a su casa.

Cuando ella sufrió este accidente, tenía 35 años, pero en el lapso de estar grave sintió que se murió y llegó con Dios a través de un camino lleno de flores y un hermoso resplandor, él le preguntó que si tenía hijos, ella dijo que sí, por lo que la hizo regresar a la Tierra, recuerda que el camino tenía muchas piedras y espinos.

Pidió su alta y se regresó a su casa y después de los años se curó de la mano y del pie que le iban a amputar, ya que su mama la curó con yerbas que hay en el campo, por lo que da a conocer que está eternamente agradecida con Dios y con la vida.

TRABAJÓ EN LA MINERA DE SAN JUAN MIXTEPEC, JUXTLAHUACA

50 kilo de óxido y 50 de sulfuro, pepenaba, los echaba en una bolsa, los iba sacando el tractor, había más de mil personas trabajando, los patrones eran personas muy altas y blancas, muy malos porque regañaban a la gente cuando no se apuraban, los pateaban.

El tractor va trabajando y la gente va escogiendo los metales y los colocaba para que fueran pesados por los patrones, este trabajo lo hizo entre los años de 1940 a 1945, pero como era muy pesado ya no aguantó.

El trabajo de minería en la región Mixteca da a conocer que fue por muchos años, pero desde los años de 1940 a 1950 la gente se iba mucho al municipio de San Juan Mixtepec a este trabajo, donde se empleaban muchas personas, las que regresaban a sus comunidades con múltiples enfermedades como lo es la gripe, por ejemplo, y la tuberculosis que atacaba ante la humedad y el polvo u otros se enfermaban de los pulmones.

Cuando ella estuvo trabajando se dio cuenta que muchas personas morían porque se accidentaban en los trabajo de minería; otros perdían alguna parte del cuerpo, ya sea dedos o pie, se cortaban cuando estaban cortando los boleos con el manero, en estos trabajos habían personas de muchas comunidades de la región Mixteca, como lo es Magdalena Peñasco, Sinicahua y hasta de la zona de Itundujia.