Elaboración y consumo de tortillas como patrimonio cultural de Santiago Ayuquililla
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Elaboración y consumo de tortillas como patrimonio cultural de Santiago Ayuquililla

Cientos de mujeres campesinas emprenden las rudas labores del campo, del hogar, y largas jornadas de duro trabajo


JOEL F. GÁLVEZ VIVAR
FOTOS: KAROL JOSEPH GÁLVEZ LÓPEZ

Santiago Ayuquililla, Huajuapan de León.- Con los ojos llorosos ocasionales por el picante-fuerte olor a humo que expiran las verdosas leñas que no quieren arder, la pesada jornada de hacer totillas es la nobleza de vida de las mujeres campesinas.

Poco a poco la joven Guadalupe Aguilar Ortigoza, va extendiendo sus largos brazos sobre el caliente comal de barro para voltear las tortillas que se cocen sobre el comal, que sirve de alimentación para la familia. Es una de tantas bonitas y alegres mañanas campiranas en que se desenvuelven los provincianos, que los escasos y distanciados montes verdosos se cubren de blancas y ligeras neblinas que animan a la vida rural. Con sabor y olor a miel y a hiel comienzan las rudas labores de los hombres del campo; sin embargo, entregados están en cuerpo y alma a la cruda realidad, en intensas jornadas de sol a sol, con sus manos van construyendo la patria chica, van dejando huellas, barbechando, sembrando; martajando, moliendo la masa, hacer tortillas, es la labor cotidiana de los hombres y mujeres del campo.

TRABAJO ARDUO

En tanto, doña Obdulia Ortigoza Velásquez, instantáneamente de atender a los visitantes; además de darles los buenos días e impartir alguna bendición a los hijos y nietos que explícitos se acercaron para ello, es parte de la tradición de los rurales; seguidamente la ama de casa, la esposa, la madre y abuela ofrece ‘una calientita’ a los visitantes.

Pedro Claver Francisco López Martínez, oriundo del municipio de Santiago Tamazola, Silacayoápam, sin titubeos, sin hacerse del rogar, de inmediato aceptó la tortilla calientita, salida del comal, que ofreció la abnegada mujer campesina de Santiago Ayuquililla, es la virtud caracterizada a las mujeres campesinas de la provincia de Oaxaca.

Doña Obdulia está rodeada de hijos y nietos, unos ayudando, ya sea empujando la leña al fogón para que el comal esté siempre caliente y puedan cocerse las tortillas; otros esperando a que esté listo el almuerzo, para acercarse; en tanto, la tierna Jazmín de seis años de edad, atenta observa lo que ocurre alrededor, de pie bajo el marco de la puerta de adobe con techo de tejas.

Presurosa doña Obdulia, sopla aire con la boca para que la lumbre prenda las leñas y caliente el comal, al tiempo con la palma de sus manos toma un gajo de masa, salpicándola de agua, haciéndola una bolita, luego la coloca sobre el metate, de donde con las palmas de sus manos va extendiéndola mediante un ligero golpeteo, hasta que la masa va tomando forma de tortilla, para finalmente colocarla sobre el ardiente comal cuyo calor quema levemente el cutis de noble mujer de la región Mixteca.

PROCESO LABORIOSO

Así va repitiendo una y otra vez, hasta terminar la masa de maíz que a la vez recogen de las siembras que hacen en el campo; en tanto, la tarde del día anterior, ponen a cocer el nixtamal, para que la mañana del nuevo día, moler o martajar el nixtamal, así era antes, ahora lo llevan al molino en donde se muele para hacerse masa, luego regresan al hogar, prenden la fogata en leñas bajo el comal, la que una vez que esté bien caliente, inician la labor de hacer tortillas, es la vida cotidiana de las mujeres mixtecas, campesinas, amas de casa, esposas, madres de familias y abuelas-bisabuelas.

De esta forma, van desarrollándose, formándose, adquiriendo experiencias, madurando en el surco de la siembra, echando maíz con los pies desnudos, caminando van tras de ‘su hombre’, su esposo materialmente pero espiritualmente lo va guiando desde su perspectiva de madre y mujer; madurando desde, sobre el metate y el comal, inclinándose va poniendo las tortillas para su cocimiento; al tiempo, está al pendiente de cada acontecimiento que ocurre, de lo que ocurre a la familia; en ocasiones alegre, sonriente, aunque mayormente sucede que se le nota preocupada, afligida por las dificultades que llega a padecer el núcleo familiar; así refleja el rostro de doña Obdulia, tras del metate y frente al comal como una digna guerrera, sin rendirse va dejando huellas imborrables en el ente de sus hijos y nietos, es la virtud de madre, de raza indígena de Oaxaca.

Así como doña Obdulia, mi madrecita doña Gilberta Vivar Gil, como cientos de miles de mujeres campesinas, que en las primeras horas del nuevo día emprenden las rudas labores del campo, del hogar, enfrentan cada día arduas y largas jornadas de duro trabajo; no importando enfermedades, malestares y dolores, preocupaciones, el sin sabores de boca se tornan eternas, el agridulce sabor que sienten en ocasiones difíciles solo ellas saben encausarlos sin miramientos de desfallecer, sin lastima ni dolor, sin permitir burlas, las debilidades le dan mayor fuerza y vigor para hacer frente a las difíciles situaciones, con sus manos en el corazón alcanzan la victoria en gran combate.

HACER TORTILLAS

Hacer tortillas es adquirir conocimientos, saber perfeccionar lo aprendido, el saber que la vida no todo es de ‘color de rosa’; hacer tortillas, inclinarse sobre el metate y el comal es adquirir valor y vigor para enfrentar la cruda realidad de la vida; hacer tortillas da fortaleza y valor para caminar de frente hacia los caminos que depara la vida cotidiana, las valiente mujeres campesinas; así desarrollan su vida mi madre doña Gilberta Vivar Gil, a sus 79 años de vida; al igual que doña Obdulia, mi madre se levanta a temprana hora del nuevo día, camina hacia el molino, regresa con la cubeta llena de masa, para enseguida emprender la jornada de hacer tortillas. Es la más grande bendición que Dios nos ha dado a los campesinos, a los rurales, a los olvidados. Buen provecho y a comerse las calientitas, salido del comal, ¡salud y buen provecho!