Falso desarrollo encarece tierras de Cuilápam, Oaxaca
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Especiales

Falso desarrollo encarece tierras de Cuilápam, Oaxaca

Con la construcción de la sede del Congreso local y la Universidad Anáhuac, el futuro parecía prometedor en la zona, sin embargo, la falta de servicios básicos persiste en más de 70% de la población


Falso desarrollo encarece tierras de Cuilápam, Oaxaca | El Imparcial de Oaxaca

800, mil pesos, mil 200, mil 500 por metro cuadrado, sin servicios. Falta el drenaje, “porque aquí no se usa”, falta el agua potable, porque aquí todos tienen su propio pozo, las calles pavimentadas son opcionales y la energía eléctrica ha llegado a casi todos lados, énfasis en casi. Como parte del crecimiento de la zona metropolitana, Cuilápam de Guerrero se presenta como una alternativa para quienes quieren, o deben, vivir en las cercanías de la capital del estado, aunque no ha escapado a los altos precios del mercado de tierra en Oaxaca.

Son solo 11 kilómetros desde el centro de la capital, aunque por las condiciones del tránsito en horas pico el trayecto puede tardar desde 40 minutos hasta una hora en transporte público o en vehículo propio. Cuilápam vio casi triplicar su población entre 1990 y 2018. Pasó, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población de 9 mil 800 pobladores a más de 25 mil 999. Es el séptimo municipio más poblado de los 20 que conforman la zona metropolitana de la capital, aunque el porcentaje que aporta es de apenas el 3 por ciento.

“Ya muchos son de fuera”, dice don Manuel, habitante de la calle Mina, el principal acceso del barrio San Lucas, una de las reservas de tierra disponible de este municipio. A los lados los terrenos ya se han vendido, están delimitados, cercados y esperan a que los dueños se decidan a construir aquí. Sobre el segundo tramo de esta vía que aún es de tierra se ingresa a la calle Nogales, uno de los cauces por los que se extenderá Cuilápam en los próximos años. Hay hileras de postes de luz que cubren el territorio habitado, donde apenas hay un par de decenas de casas. Los terrenos en venta, de 10 metros por 20, cuestan entre 120 mil y 180 mil pesos aunque los separen apenas unos pasos.

Siguiendo por Mina se puede llegar a uno de los lugares más apartados de Cuilápam, el barrio San Lucas Tlanichico, donde otras dos decenas de casas esparcidas por las montañas conviven con los campos de cultivo de cacahuate y maíz.

“Quiera uno o no la tierra se tiene que ocupar, no nada más aquí, sino en todo el mundo”, dice el señor Abelardo, que ocupa la mañana barbechando el campo que hace unos días recibió la lluvia más fuerte del año y que ahora se prepara para recibir los granos de cultivo. Para él explicar las transacciones en esta zona es simple “todo esto era de cultivo, pero todos necesitamos de un dinerito y tiene que echar mano de lo que usted tenga, no solamente de la tierra, también de los animales, cualquier cosa que usted tenga, usted tendrá necesidad de comprar un pedazo de terreno, a lo mejor otra persona tendrá necesidad de vender su pedazo de terreno y así”.

Y así. Doña Luisa Velasco llegó a Tlanichico hace seis meses porque la deslumbró la idea de “vivir en la ciudad”, pasaba por este camino y vio una casa que estaba en venta, en una zona sin caminos pavimentados, a unos cinco metros de la ribera del río.

Esta mañana ha amanecido sorprendida porque a diferencia de donde vivía, en San Antonio Huitepec, aquí “no se hizo feo con la lluvia”, “allá me enlodaba siempre los pies”. Por el terreno pagó 380 mil pesos que le envió su hija desde Ohio, Estados Unidos; el pago incluía una casa, con dos habitaciones en obra negra y una tienda de abarrotes que aún mantiene y que es su única fuente de ingresos. Aunque no hay drenaje ni agua potable, esos servicios los suple con una fosa séptica y un pozo, sin embargo para el sistema de energía eléctrica aún carece de sustituto, los postes de la red más cercanos están a un par de kilómetros aún.

“Ya me acostumbré, toda mi vida viví en un rancho y estando aquí yo ya digo que me vine a la ciudad, aunque sea hasta acá, camino un poco, tomo un taxi o un autobús y ya estoy en el centro”, cuenta emocionada.

Fraccionamientos con caminos de terracería

Dos obras –la sede del Congreso local y la Universidad Anáhuac- prometieron a esta zona de Cuilápam, colindante con el municipio de San Raymundo Jalpan, un desarrollo urbano que aún no llega, aunque los precios de la tierra y de las casas de los fraccionamientos que aquí se han levantado así lo indiquen.

Un terreno en esta zona cuesta, dependiendo de la negociación, el tipo de tierra y los servicios con los que cuente –en algunos hay pozos construidos, en otros la línea de energía eléctrica se encuentra muy cerca– entre 850 y mil 500 pesos el metro cuadrado.

Un predio desde donde se observa la Cámara de Diputados local cuesta 240 mil pesos por 160 metros cuadrados, mil 500 pesos por metro, sin drenaje ni agua potable, “aquí todos hacen pozo, si escarba un poco verá que el agua está muy cerca, no le puedo asegurar que no haya problemas, pero no será el primero que hace un pozo”, dice el vendedor del terreno, que acepta que si el pago se hace de contado el precio disminuye hasta 30 mil pesos.

A un lado, en un fraccionamiento vive Magali, de 34 años, que junto a su esposo compró hace un par de meses un departamento de unos 50 metros cuadrados por 450 mil pesos. A unos metros la empresa construye las nuevas unidades, donde una casa de dos pisos, con 90 metros cuadrados de construcción –tres habitaciones, dos baños y dos lugares para estacionamiento- se vende en un millón 300 mil pesos y una de un piso, con 50 metros cuadrados, en planta baja, en 850 mil pesos, también con tres habitaciones y dos baños.

Aunque el conjunto habitacional cuenta con un pozo y una planta de tratamiento de aguas negras, el problema, dice Magali, es cómo llegar. Al carecer de un vehículo propio, debe esperar un mototaxi o un taxi colectivo. Para ir al centro de la ciudad de Oaxaca o a San Felipe del Agua, donde trabaja como estilista, paga hasta 50 pesos de ida y vuelta.

“A veces tratamos de no salir para ahorrar, sí buscamos en otros lugares, pero estaban sin terminar, no tenían piso o el baño no estaba terminado o estaba un poco más caro, estaban por Tlacolula. Me hubiera gustado un lugar más céntrico, porque hasta acá sí está muy metido”.


aa

 

Relacionadas: