Boleros tratan de sortear la crisis
Con apenas una quinta parte de su clientela y los riesgos, los lustradores de calzado han tenido que recorrer algunas calles en busca de trabajo
Que el zócalo y el Centro Histórico de la capital oaxaqueña sean las zonas más concurridas de la ciudad no significa que los boleros que trabajan en ellas resulten beneficiados. “Con esta pandemia nos ha ido muy mal desde el inicio, desde el año pasado”, cuenta Sergio Hernández Alvarado, secretario de la Unión de Aseadores de Calzado.
DE LOS PRIMEROS AFECTADOS
Con el inicio de la epidemia de Covid, los boleros —como son conocidos— fueron los primeros en ser retirados de esta zona, al cerrarse los accesos a la Alameda de León y el zócalo en un intento por evitar las aglomeraciones.
Los que pudieron, aun con las restricciones y el hostigamiento policiaco, ocuparon algunos espacios en torno al área o se fueron a los perímetros de jardines como el Conzatti, explica Hernández. Otros deambularon por las calles de la ciudad; en ese entonces prácticamente desiertas, buscando algún cliente.
Por casi tres meses, el zócalo estuvo restringido para los boleros, explica Hernández quien como otros compañeros trató de buscar un nuevo empleo o irse a otra área para poder lustrar el calzado. Sin embargo, la clientela que ya los conocía tampoco pudo tener sus servicios cuando lo requirió.
TIEMPO DE INCERTIDUMBRE
Para este trabajador del calzado, ese tiempo fue de incertidumbre. “De parte del gobierno no hubo respuesta favorable a nuestra organización”, recuerda el representante, a más de nueve meses de la llegada del Covid al estado.
Como entonces, reconoce que la situación que viven es de precariedad, pues los clientes son pocos. “La gente tiene miedo de salir y como sabe que es una zona concurrida, ya no viene a bolearse. Aparte de eso, las oficinas están cerradas y eso nos afecta porque prácticamente los que bolean sus zapatos son los de esas oficinas, pero ahorita están en sus casas”.
BAJA LA CLIENTELA
Entre cuatro o cinco boleros de una parte del zócalo, solo uno tenía a un cliente la mañana de ayer. Lo observado coincide con lo que señala Sergio, quien dice que a lo mejor se trata de un 20 o 30 por ciento de los ingresos que lograban previo a la epidemia él y sus 36 compañeros.
Entre los boleros de esta unión hay quienes llevan entre 15 o más de 40 años en el oficio, pero también algunos que intercalan la labor con el ser ayudante de albañil para conseguir el sustento de sus familias.