“El Hospital de la Fe”, la casa de las restauraciones sacras
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“El Hospital de la Fe”, la casa de las restauraciones sacras

De acuerdo al artista Pedro Hernández, su trabajo es un alivio para las personas, dependiendo de valor religioso de cada imagen


“El Hospital de la Fe”, la casa de las restauraciones sacras | El Imparcial de Oaxaca
Cada santo, virgen o Niño Dios tiene su propia historia en cada familia istmeñas

La casa del artista plástico, Pedro Hernández Antonio, en Unión Hidalgo, se ha convertido en “El Hospital de la Fe”, debido a que las personas lo buscan para que repare sus imágenes religiosas.

El respeto, la fe y el aprecio a las imágenes católicas lo aprendí de mi abuela Catalina Antonio Méndez, ella es una mujer muy sabia y sumamente creyente, pues desde que tengo uso de razón, en la casa donde nos criamos, la parte central siempre estuvo ocupada por su mesa de santos, ahí están ordenadamente vírgenes, apóstoles y Niños Dios, entre otros de cuadro y bulto; la mayoría son herencia de sus familiares o regalos de amistades, pues dice, según su creencia, es cuando son más efectivos al momento de pedirles algún milagro”, detalla el artista.

Señala que aparte de ser artesana de la palma, su abuela Catalina también en algún momento se dedicó a vender plantas y flores, ya que el cultivo de la tierra es otra de sus grandes pasiones, y su estrecho vínculo con ella hace que sus manos tengan un toque muy especial, ya que, en su pequeño huerto o jardín, siempre les habla cariñosamente.

Hernández Antonio dijo que antes de antes de partir hacia el mercado, a donde ofrece sus productos, la mujer no se permite pasar de largo sin antes pararse en su mesa de santos para agradecer la generosidad que le han dado para obtener el medio para conseguir el pan de cada día, y pedir por una buena venta y feliz retorno, luego, se persigna y parte hacia el destino fijado.

Asimismo, cuando llega de visita en alguna casa, siempre y cuando sea católica y que también tenga su mesa de santos, entra a persignarse, ella va con toda humildad y reverencia a pedir por los moradores; desde luego agradece el buen recibimiento que le dan. Así es como yo aprendí a amar y respetar mi religión, esa que mi abuela ‘sagrada’ me enseñó”, asegura Pedro.

Indica que la habilidad para la restauración sacra nadie se la enseñó, ocurrió así, “como un soplo divino que llega como encomienda desde una orden celestial”, expuso.

 

 

EL INICIO

 

El artista juchiteco recuerda que comenzó a restaurar imágenes sacras después del terremoto de magnitud 8.2 ocurrido el 7 de septiembre del 2017, el cual dejó miles de casas colapsadas, edificios públicos, mercados, iglesias y comercios destruidos, así como muchos muertos y miles de damnificados en toda la región del Istmo de Tehuantepec.

Dentro de los hogares católicos la gente tenía sus altares en donde encontraban vírgenes, santos y Niños Dios, “los otros damnificados”, cientos de ellos con daños, los cuales deben ser reparados debido al cariño e historias que guardan entre las familias”, detalló el joven artista que desde entonces se ha convertido en el restaurador de fe, como también lo llaman.

Agregó que desde entonces realiza esta noble actividad, con mucho cariño y devoción, ya que se siente satisfecho por la confianza que las familias le brindan al dejar en sus manos sus imágenes religiosas.

Desde el 2017 la gente comenzó a buscarme, posteriormente, el trabajo bajó; sin embargo, con la pandemia del Covid-19 notamos un incremento mayor, esto debido quizás al factor que conlleva la fe”, refiere.

 

Me alegra y me llena de satisfacción poder tener esta “encomienda divina”, pues qué mortal no siente gozo en su corazón de poder reconfortar un sentimiento tan grande como lo es el amor y devoción a una imagen de culto, que los ha acompañado en los momentos buenos de la vida, pero más aún en esos momentos tan difíciles y de desesperación, que nos han llegado a ponernos en sus manos de misericordia para que sean intermediarios en una solución favorable a nuestros problemas”, agrega emocionado.

 

El artista plástico, Pedro Hernández Antonio, empezó a reparar imágenes católicas después del terremoto del 2017; el trabajo aumentó durante la pandemia.

 

LOS TRABAJOS

 

Mientras trabajaba en la “curación” de las imágenes, Pedro expresó su alegría. “Me siento bendecido con mi labor, pues, aunque la encomienda parezca difícil, por el estado tan dañado en que algunas imágenes me han llegado, antes de empezar a trabajar les pido permiso con mucho respeto y también me pongo en sus manos para que guíen las mías y pueda hacer un buen trabajo con ellos, y así pronto vuelvan a casa con sus familias para seguir siendo ese soporte de fe y devoción como fieles protectores”.

Menciona que a partir de noviembre de cada año es la misma rutina, abrir las puertas de su humilde hogar para atender todo tipo de imágenes y en diversos materiales, ya sea de yeso o madera, que son los más antiguos, así como de fibra de vidrio, cuadros de madera, entre otros materiales, desde el más pequeño de 10 centímetros hasta los de un metro y medio.

Para todos hay un espacio en este Hospital de la Fe y con gusto siempre los atendemos, hasta que nuestra misión en la tierra nos lo permita”, señaló.

El artista recuerda que en una ocasión le llegó un trabajo de un Niño Dios, una pieza de madera, que de acuerdo a los dueños tenía aproximadamente 80 años y ha pasado de generación en generación.

Nos llegan imágenes de todas partes de la región, cada uno con su propia historia”.

Expuso también que hay algunos casos que llegan con grandes daños, casi destrozados en la totalidad, los cuales se tienen que tratar de manera más especial, pues su estructura presenta severos daños y en ocasiones se tiene que reconstruir pieza por pieza.

Esto es prácticamente como un rompecabezas y nos damos a la tarea de ir armando parte por parte, a veces sí se logran hallar todas las piezas, aunque sean pequeñas, pero cuando no, tenemos que hacerlas al tamaño exacto”, apuntó el también escultor quien moldea las piezas faltantes.

 

 

LA SATISFACCIÓN

 

Este trabajo me llena mucho de alegría, pues la gente llega aquí como sacando esa parte de lo que le agobia en el alma con respecto a su fe; no solo llegan diciendo quiero que repares esto, no, es todo un proceso con el cual ellos sanan su espíritu, su corazón, al saber que recuperarán algo tan querido y el hecho de que me cuenten cómo llegó la imagen a sus manos, a su hogar, si lo compraron, si se lo regalaron o paso de mano en mano dentro de sus familias, me llena de satisfacción”, expresó.

El istmeño contó que esto es un alivio para las personas, pues depende del valor sentimental de sus piezas, ya que por más dañado que se encuentren buscan recuperarlas.

Tal vez alguna otra persona pueda decir, ya no tiene remedio, y comprar otra pieza, pero el cariño que le tienen hace que busquen volver a tenerlo, algunos refieren que les han cumplido algunas cosas – milagros- y quieren que vuelva a casa, por eso año con año abrimos “El Hospital de la Fe”.

 

La señora Catalina es un gran referente en el noble trabajo que realiza Pedro / Las piezas llegan de diversas comunidades del Istmo de Tehuantepec / Según Pedro Hernández, la reparación es un como rompecabezas

aa

 

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