El baúl, guardián de reliquias zapotecas
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El baúl, guardián de reliquias zapotecas

Este mueble tradicional del Istmo encierra historias, recuerdos, objetos y sobre todo vivencias personales de los dueños


El baúl, guardián de reliquias zapotecas | El Imparcial de Oaxaca
Alfonso de la Cruz realiza hermosos baúles a escala / Cuenta que aprendió de “Ta Pedro Alonso” / El maestro comenzó a trabajar desde los 18 años de edad

El baúl es un mueble tradicional en la región del Istmo de Tehuantepec, cuya función es resguardar las prendas de vestir, alhajas y documentos de alto valor patrimonial para la familia.

Estos objetos antiguos, eran obsequios como dotes matrimoniales cuando los padres de la novia, principalmente, daban como regalo a los desposados como parte del inicio de su nueva vida.

En la comunidad de Unión Hidalgo aún hay carpinteros que trabajan de manera artesanal y con gran maestría la fabricación de estos muebles tradicionales; también los restauran y decoran nuevamente, ya que debido a la descontinuación generacional que sufrieron con el paso del tiempo, es imposible encontrarlos fácilmente.

Cabe destacar que cuando la modernidad comenzó a llegar a los pueblos zapotecas, este preciado objeto antiguo perdió su valor y fue reemplazado por roperos y closets.

Sin embargo, hoy estamos viviendo una efervescencia de la cultura y tradición istmeña en donde baúles vuelven nuevamente a ser valorados como verdaderas reliquias históricas, convirtiéndolos en objetos de alto valor.

Familias enteras buscan rescatar estos muebles que alguna vez resguardaron parte de su historia.

 

Hermoso oficio

Jesús Marín García ejerció el oficio de la carpintería desde  hace casi 60 años, recordó que comenzó a trabajar en este en ello desde los 18, aprendiendo en el taller del finado “Ta Pedro Alonso”.

Menciona que le llevó dos años aprender muy bien toda la materia prima que se requiere para fabricar los muebles de uso común, como sillas, mesas, butaques, entre otros, pero el encargo más fuerte que tenían los carpinteros de su época eran sin lugar a dudas los baúles.

El adulto mayor de 82 años de edad explicó que para poder tomar un encargo se requería saber manejar muy bien la preparación de la madera que en este caso era de huanacaxtle, cedro o caoba, además de tener habilidad y mucha paciencia para el torneado, pues era lo que le daría el acabado final a los detalles.

Asegura que los clientes que llegaban a encargar sus baúles eran en su mayoría de Unión hidalgo, también atendían a los pueblos vecinos como Chicapa de Castro, San Dionisio del Mar y La Venta, debido a que cuando había casamientos en puerta se iniciaba con el encargo, haciendo el compromiso de tener el baúl listo en tiempo y forma para cuando se celebrarán las nupcias.

Marín García dijo que los modelos de los baúles que manejaban, así como las medidas eran variadas, según el gusto del cliente; los modelos que ofrecía el maestro carpintero podían ser provenzales, patas de cabra, torneados, con cristales en la parte central de la caja, o bien, pintados directamente con flores y sus respectivas iniciales de quienes serían los dueños de que aquella mágica pieza.

Lo que nunca podía cambiar o faltar era el cintillo que simulaba una cadenilla alrededor de la caja y parte de la base, algo que el señor Jesús le llama “petatillo”.

Cuenta que el patrón que seguía para crearlo era dispuesto por su propia imaginación, cuando llegaba a la parte de plasmar las flores, recurría a los pintores de la comunidad para que le dieran el detallado final a la obra, de esta forma el baúl quedaba totalmente listo para ser entregado a los futuros desposados.

 

Pedro Hernández es otro artesano que actualmente busca rescatar las hermosas obras de arte / Tras el terremoto de 2017 el trabajo de restauración de los baúles aumentó

 

Gran experiencia

Por su parte, Alfonso de la Cruz Martín, quien cuenta actualmente con 46 años de edad, señala que lleva 22 años de ejercer el oficio de carpintero.

Recordó que se formó en el taller de su suegro, el señor “Ta Chico, carpintero”, en donde aprendió desde cero el oficio siguiendo paso a paso los consejos de su maestro, desde lijar la madera hasta crear hermosas obras de arte.

También aprendió muy bien el torneado de la madera, una técnica indispensable en este oficio para posteriormente hacer muebles de uso diario, siendo los catres los más solicitados por sus clientes.

Hoy en día alterna sus pedidos, desde pequeños objetos  hasta roperos y cocinas integrales.

Cuenta que también le ha tocado reparar y fabricar algunos baúles como parte de lo que aprendió en los talleres tomados para mejorar sus técnicas día a día.

Alfonso de la Cruz expresa que ha trabajado con pequeños baúles que sirven como alhajeros o para guardar dinero de los comerciantes; se trata de uno de los trabajos donde le imprime el sello característico de los tradicionales, sólo que a menor escala, pero sin dejar de lado todos los detalles que deben de tener estos muebles que van desde el torneado de patas hasta el decorado de las flores istmeñas que convierten a este oficio en un trabajo 100 por ciento artesanal.

 

Las nuevas generaciones

Asimismo, Pedro Hernández es otro de los artesanos que se ha propuesto resguardar el legado de estas auténticas reliquias de antaño, prácticamente fue después del terremoto del 7 de septiembre de 2017 cuando se adentró al mundo de la restauración de baúles.

Fue después del sismo cuando comenzaron a llegarme baúles para que pudiera restaurarlos, antes ya había tenido contacto con algunos, pero era más para decorarlos por mi oficio de pintor; sin embargo, tras caerse las viviendas debido al terremoto los objetos que las familias tenían dentro se dañaron severamente, entre  ellos, este tipo de muebles.

 

Es así como comencé no solamente a pintar, sino que ahora recibo algunas piezas con daños muy severos, ya sea por fenómenos naturales o por descuido”, señaló.

El carpintero indicó que algunos baúles llegan sin una pieza, con cristales rotos, pintura vieja, o forro descosido, etc., y es ahí donde empieza el trabajo de restauración.

Cabe destacar que Pedro Hernández aparte de ser restaurador, también es coleccionista de estos muebles tradicionales, por lo que tiene una gran satisfacción al guardar y conservar una parte de la historia y las memorias que esconden este tipo de muebles que pertenecieron a familias con diferentes oficios como bordadoras, cocineras tradicionales, panaderas, artesanos de la palma, entre otros.

Finalmente, el joven artista indicó que algunas personas los han contactado para adquirir baúles; agregó que él se encarga de conseguirlos y hacer todo el proceso de restauración para entregarlo al cliente como nuevo y listo para empezar a guardar nuevas historias.


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