“Dan miedo los temblores”
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“Dan miedo los temblores”

Save the Children y Unicef realizan labores de apoyo a la niñez del Istmo de Tehuantepec, después del terremoto de 8.2 grados


“Dan miedo los temblores” | El Imparcial de Oaxaca

Las madres siempre llevan una carga más pesada.

La madre de Jorge debe luchar por una lona mientras el niño comienza a aburrirse. Corre por una despensa mientras su hijo juega en el lodo; lo lleva con la doctora del IMSS, y le dice: “prohibido jugar con el agua y con el lodo, porque nos vamos a volver a enfermar”.

“Nos vamos” es una extraña forma de recordarle a la madre de Jorge que cuando su hijo está enfermo ella lleva una carga aún más pesada, llueve o tiemble.

Los niños siempre dicen la verdad. María dice que tiene miedo por los temblores. Desde que se suspendieron las clases, juega con su hermano de un año y medio, que no tiene miedo, que bota su carro que su madre se apura a recoger.

¿Cuántas cosas piensa una madre? ¿Cuántas cosas piensa la madre de April? ¿Cuántas cosas piensa Juquila?
Piensa en que debe seguir esperando a su marido mientras termina su turno de policía municipal en Ixtaltepec; que se está mejor en el albergue de beisbol de Ixtaltepec que en la calle de la Séptima de Juchitán donde vive.

Piensa que aquí hay un poco más de orden, que allá no hay dónde dejarlos, que aquí sus cuatro hijos, tienen un lugar dónde jugar, un pequeño reducto de tierra que los temblores no tocaron. Allá no ha visto a la presidenta entregar apoyo casa por casa. Piensa también en su hogar.

Necesitan expresarlo

Las madres reciben refuerzos. Organizaciones como Save the Children y Unicef han comenzado a realizar labores de apoyo a la niñez. Sus métodos, que inician siempre por el juego, buscan que los niños expresen o resignifiquen su experiencia en el sismo, que entiendan lo que pasó. Que lo cuenten, que lo expresen, si no oralmente, si no pueden hablar o cantar, bailando o pintando.

Ese es el primer paso, explica Nicolás Villa, voluntario de Save the Children. La organización con experiencia en crisis humanitarias ubicadas en la categoría de “causadas por el hombre”, como la guerra en Siria, tiene como objetivo en Damasco y en el Istmo que los niños recuperen su vida.

“En este tipo de escenario cuando tú eres un niño no hay información preparada para ti, si para los adultos es complicado, para los niños más, cuando tú tienes un problema lo que necesitas es expresarlo, eso es una primera fase, luego se comienza a trabajar en el regreso a la normalidad, si no hay escuela se necesitan actividades de lectoescritura, en una transición hacia la educación formal”, asegura.

“Los niños están un poco fastidiados, al no haber clases, al haber roto su rutina, se requiere darles un espacio para que ellos piensen otra cosa, sientan otra cosa”, asevera Giovanni Gutiérrez, subdirector de Cultura municipal de Juchitán, que ha preparado un festival con música y juegos en el Tecnológico del municipio.

Una computadora es una buena opción mientras no hay clases. Telmex ha instalado en Ixtaltepec y en el Tecnológico de Juchitán, también en Chiapas, bibliotecas digitales, que se ocupan para aprender matemáticas o para jugar videojuegos. Entre otros juegos los niños pueden seleccionar una especie de Space Invaders matemático, con una nave que solo dispara a los extraterrestres cuando se presiona el resultado correcto de la suma de dos números que llevan consigo.

Las computadoras, cuando son un distractor, también generan caos y miedo. Carlos visitó la biblioteca digital para conectar su smartphone a la “súper carretera de la información” y buscar videos de futbol, quería saber contra quién jugaría el Toluca y cómo quedó el París Saint Germain.

En su historial de búsqueda también aparecen videos apocalípticos que despiertan sus ojos. De inmediato habla con un tono más animado y hace gestos nerviosos. Dice que en esos videos hay un hombre que “predijo esto”, que Trump llegaría al poder y que en México temblaría. La explicación del libro de texto “de que los sismos no se pueden predecir” no lo salva del temor y la duda.

“La exposición a las redes no nos está ayudando, la exposición a los medios no nos está ayudando”, acusa Alejandra Maza, psicóloga del Instituto Nacional de Psiquiatría, que trabaja como voluntaria de Unicef en el albergue 22 de Agosto de Ixtaltepec.

Las madres también reciben reproches. Alejandra señala que el trabajo de recuperar la estabilidad emocional de los niños lo dificulta el que los padres escuchan todo tipo de rumores frente a ellos.

“Nosotros trabajamos mucho con eso, escuchamos los rumores locales, hemos escuchado hasta que en La Ventosa está emergiendo un volcán de agua, a los chiquitos, con el pensamiento mágico, les dices algo así e imagínate, nosotros sondeamos cómo están, hasta ahora no vemos un caso grave, vemos una comunidad con una respuesta adecuada”, añade.

La labor de los voluntarios en la defensa de los derechos de los niños se amplía también a aspectos elementales, como el cuidado de la higiene, ya que por falta de agua se han detectado casos de niños que no se han bañado en tres días.

Las madres lo son aún antes, durante y después del sismo. Doña Feliciana dio a luz a un bebé en un hospital móvil y, a lo lejos, desde el albergue en Ixtaltepec un grupo de voluntarias la apoya, pidiendo a los donadores que no se olviden de los niños y los recién nacidos, que envíen pañales, biberones y zapatos porque con las lluvias es lo primero que se acaba. Es una petición con la que quieren hacer que la carga de sobrellevar el sismo y la de ser madre sean menos pesadas.


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