Caravana migrante permanece en Tapanatepec, Oaxaca
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Caravana migrante permanece en Tapanatepec, Oaxaca

Los cerca de 6 mil migrantes de diferentes países de Centroamérica rechazaron el ofrecimiento del gobierno federal


Fue un mensaje de paz llevado por la policía. Un ofrecimiento a manera de condición, un programa de refugio obligado; una promesa de empleo, educación y salud acompañado con un bloqueo en una vía federal. La Gendarmería se comió la noche en la que la caravana migrante de Honduras pretendía atravesar a Oaxaca. 

El viaje que el contingente migrante inició desde Arriaga, Chiapas, a las 2:00 horas del sábado para llegar a Tapanatepec, Oaxaca, antes de las 8 de la mañana, fue bloqueado. “Está cerrada la carretera”, anunció el comandante de la Gendarmería Rafael Grajeda. La única forma de pasar sería aceptar el ofrecimiento del Estado mexicano, del programa que a través de medios de comunicación y redes sociales anunció el viernes por la noche el presidente Enrique Peña Nieto, sintetizado en una oferta de  empleo, educación y salud para los alrededor de 6 mil migrantes que buscan tocar las puertas del gigante de Norteamérica para pedirles que los deje vivir un sueño cada vez más arduo. 

“Está cerrada la carretera”, dijo el gendarme. Para esa hora, las 4:10 de la madrugada 200 elementos de la séptima división de la Policía Federal ya habían formado una valla sobre la carretera federal 200 que se localiza a unos seis kilómetros de la línea divisoria entre Chiapas y Oaxaca. La única forma de pasar, advirtieron autoridades migratorias, sería aceptando la propuesta de acogida para después ser trasladados por el Instituto Nacional de Migración a un albergue.

“Queremos explicarle a los migrantes las bondades del programa”, repetía el comandante Rafael Grajeda. “Únicamente pasarían aquellos que se quieran asumir a ese programa, es la instrucción que tenemos”, expresó. Frente a él Edgar Corzo Sosa, quinto visitador general de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

-¿No traen armas? –preguntó el representante del organismo autónomo acompañado por el presidente de la Defensoría de Oaxaca, Arturo Peimbert, y el ombudsman de Chiapas, Juan José Zepeda. 
-No tenemos armas, está por llegar un notario para que dé fe de ello, todo el personal que está aquí no tiene armamento. No tenemos armas de fuego y no se van a usar armas de fuego.
Al diálogo se sumó el delegado federal del Instituto Nacional de Migración en Oaxaca, Jacobo Rodríguez

-Así es, nosotros estamos aquí para garantizar que quienes  de manera voluntaria quieran adherirse al programa que anunció ayer el gobierno de la República, poderles garantizar que puedan obtener los beneficios.

-Eso está muy bien, pero no se hace con un bloqueo de carretera, sí es eso, comunicarlo, no se hace con un bloqueo de carretera, eso implica contención, da mensaje de otra cosa, no de explicarles para que se sumen –les espetó Corzo.

A lo lejos se escuchaban ya los gritos del contingente migrante. Una voz sin rostro aún,  un eco desde las montañas que estaba por aparecer para hacer frente al ofrecimiento mexicano. 
“Para quienes deseen pedir la condición de refugiado, los menores podrán acceder al sistema de educación, además de tener empleo temporal para generar una economía”, repetía en entrevista Rodríguez, quien advertía que obstruir el paso de la caravana atendía además a razones logísticas, las condiciones climatológicas y la peligrosidad de la carretera federal por la que pretendían llegar a Tapanatepec, entre ellas. 
 

Para cuando los migrantes llegaron al diálogo con la Gendarmería, el INM y la CNDH, la mañana había despertado en Arriaga. De los 3 mil 484 kilómetros que hay entre San Pedro Sula, Honduras, y Tijuana, Baja California, en este punto del estado chiapaneco habían recorrido 640, menos de una quinta parte. ¿Estarían dispuestos a replegarse? ¿A volver a México “su casa” como la nombró el presidente?

Para esa hora, minutos antes de las siete de la mañana, el escenario natural favorable para caminar por la carretera 200 estaba por desaparecer. El apacible viento de la noche se había quedado estancado y era cuestión de minutos para que el sol se adueñara del escenario.

La respuesta fue la esperada, la voz no fue de demanda ni de exigencia. “Les agradecemos mucho el ofrecimiento, pero la verdad, ya lo sabe todo mundo, lo que queremos nosotros es pasar”, dijo Freddy Edgar, uno de los representantes de la comitiva hondureña. 

“Ayer el mensaje del presidente Peña se escuchó en la plaza central donde estaban todos reunidos, después, se volvió a difundir el mensaje y se dialogó, como lo dijo el compañero aquí hay personas que se encuentran en tránsito, otras que sí están interesadas en quedarse en México y otras que ni si quiera saben qué es lo que quieren, simplemente querían salir de su país para tener una posibilidad de vida”, señaló otra integrante de la comitiva.

El verdadero diálogo, expresaron los representantes de la caravana, podría darse en la Ciudad de México. El verdadero diálogo, expusieron, debía incluir a autoridades federales que tuvieran la capacidad de garantizar que el ofrecimiento se concretara. Actualmente, de las solicitudes de asilo que son presentadas ante el gobierno nacional, únicamente 20% son resueltas favorablemente. 
A un verdadero diálogo, continuaron, también deberían estar invitados funcionarios del equipo electo de Andrés Manuel López Obrador, pues ellos serán los encargados en menos de 35 días de replantear la política migratoria. “Queremos que el acuerdo al que se llegue con el gobierno federal sea de largo plazo, no sea un acuerdo que responda a las necesidades inmediatas de quienes vienen aquí, quienes vienen aquí son un grupo representativo de quienes transitan cada año por México que son más de 200 mil personas cada año, queremos que se alcance un acuerdo de largo plazo”. 

Al INM le pidieron además aclarar en qué estado se encontraba la situación de los migrantes que habían sido asistidos para el retorno a su país. Antes de enviar a más personas de regreso a casa querían saber dónde están sus familiares, si ya volvieron, si están o no retenidos. 

El punto muerto de la discusión lo resolvió la CNDH cuando Édgar Corzo dictó, verbalmente, medidas cautelares a favor de los integrantes de la caravana. Si el gobierno quería dialogar debía ser en un espacio digno, donde no se pusiera en riesgo la vida de los migrantes, “donde puedan estar los niños, que se les dé alimento, también a las mujeres, agua y ante o que va a venir del sol, es muy importante buscar un lugar”. El bloqueo de la Gendarmería se retiró alrededor de las 8 de la mañana. Entonces, para los seis mil integrantes de la caravana, la jornada del día apenas comenzaba, con más de 30 grados centígrados sobre su cabeza. 


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