Roban reliquias con sangre de San Juan Pablo II en Italia
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Roban reliquias con sangre de San Juan Pablo II en Italia

Fueron sustraídas del santuario de Montecastello y robadas junto con fragmentos de hueso del beato Jerzy Popieluszko.


Roban reliquias con sangre de San Juan Pablo II en Italia | El Imparcial de Oaxaca

Las autoridades italianas investigan el robo de unas reliquias con sangre del papa san Juan Pablo II que han sido robadas del santuario de la localidad de Montecastello (norte de Italia), confirmaron hoy a Efe fuentes de este templo.

Las reliquias fueron robadas junto a fragmentos de hueso del beato Jerzy Popieluszko, presbítero polaco asesinado en 1984, situadas en el altar mayor.

 El suceso ocurrió la pasada semana aunque la noticia fue comunicada hoy y, según las primeras sospechas, los ladrones se hicieron pasar por turistas y robaron las reliquias poco antes del horario de cierre de este santuario situado en las inmediaciones del lago de Garda, en la provincia de Brescia.
El párroco del santuario, Giuseppe Mattanza, ha calificado el suceso de “acto muy serio” y ha pedido a los ladrones que devuelvan lo robado aunque sea de forma anónima, según los diarios locales.

Las reliquias de san Juan Pablo II y del Jerzy Popieluszko fueron donadas al santuario en 2014 por el cardenal de Cracovia Stanislao Dziwisz en una peregrinación parroquial.

Papamanía: Juan Pablo II sigue siendo el rey

México.- “Buenos días, busco algún objeto con la imagen del Papa”, “Ah, claro que sí, joven, acá tenemos…”.

Las manos de Joaquín Ramírez, el encargado de atender el local Proveedora El Culto Católico, a espaldas de la Catedral Metropolitana, revuelven cajones y estantes y enseñan sobre el mostrador los souvenirs papales: medallas, cruces, cuadros, litografías, libros de oración.

“Y allá tenemos más…”.
Con el dedo índice, su mano apunta a las vitrinas con más objetos del Sumo Pontífice: muñecos de cerámica, estatuillas de pasta; y afuera, en la entrada de su local en el Pasaje Catedral, una estatua de 190 centímetros de alto que muestra al jefe máximo de la Iglesia católica inclinado, con su tradicional ropaje, esperando que alguien se siente en su regazo y, a cambio, deje unas monedas en la canastilla que descansa en sus rodillas.

“Llévese la foto con el Papa, está buena”.
Pero tal vez yo no me he logrado explicar. No busco objetos del Papa que falleció hace casi 11 años, el mismo que dejó de reinar hace dos mandatos. Quiero ver la mercancía que se venden del actual, a poco más de un mes de su visita a la ciudad de México.
—Busco del Papa Francisco.
—Ah, no… de él no tenemos, joven. Es que usted preguntó por el Papa.
—Por eso, el Papa es Francisco.
—No, joven: el Papa en México es Juan Pablo II.

Joaquín Ramírez sonríe con amabilidad. No es una respuesta insolente. Es una afirmación con enjundia porque le parece obvio que cuando sus clientes llegan al local que atiende desde hace 35 años y preguntan por el Papa se refieran a Karol Wojtyla y no a Jorge Bergoglio.

Y para demostrarlo, me pide que espere las reacciones que genera la estatua que tiene afuera.

Minutos después, Gloria Orantes, devota católica de una familia de cinco generaciones viviendo en la calle República de Argentina, en el Centro Histórico, pasa de largo de crucifijos, estatuillas de la Virgen, santos milagrosos y niños Dios y cuando rebasa al Papa Juan Pablo II de plástico chino, maquillaje de aerosol, tamaño jumbo, desanda los pasos, se arrodilla, se persigna y le reza una breve oración al maniquí.