La señal universal de cercanía en los bebés
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La señal universal de cercanía en los bebés

Un estudio ha conseguido identificar una señal social específica que bebés y niños pequeños utilizan para determinar una relación estrecha y una obligación mutua


La señal universal de cercanía en los bebés | El Imparcial de Oaxaca
Comer del mismo trozo de alimento o besarse es un acto que los bebés interpretan instintivamente como señal de una relación estrecha entre dos personas y de obligación mutua.

Evolutivamente, aprender a desenvolverse bien con las relaciones sociales es una habilidad fundamental para sobrevivir en las sociedades humanas. Para los bebés y los niños muy pequeños, eso significa aprender con quién pueden contar para cuidar de ellos.

En un estudio reciente se ha conseguido identificar una señal social específica que los bebés y los niños muy pequeños utilizan para determinar si dos personas tienen una relación estrecha y una obligación mutua de ayudarse: que esas dos personas compartan comida, se besen o tengan cualquier otra interacción que implique compartir saliva.

La investigación es obra del equipo de Ashley Thomas y Rebecca Saxe, ambas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos.

En el nuevo estudio, el equipo ha demostrado que los bebés y los niños muy pequeños esperan que las personas que han compartido saliva acudan una en ayuda de la otra cuando una de ellas está en apuros, mucho más que cuando las personas solo han compartido juguetes o han interactuado de otras formas que no implican el intercambio de saliva.

En una primera serie de experimentos, se observó a niños muy pequeños (de entre 16,5 y 18,5 meses) y a bebés (de 8,5 a 10 meses) mientras observaban las interacciones de actores humanos con marionetas.

En la primera serie de experimentos, un títere compartía una naranja con la persona y luego jugaba a lanzar una pelota a otra y a cogerla cuando esta se la lanzaba de vuelta.

La conexión se demuestra en que dos personas tengan cualquier interacción que implique compartir saliva.

Después de que los bebés y niños muy pequeños vieran estas interacciones iniciales, los investigadores observaron sus reacciones cuando la marioneta mostraba angustia mientras estaba sentada entre los dos humanos.

Basándose en un estudio anterior sobre primates no humanos, el equipo de investigación planteó la hipótesis de que los bebés mirarían primero a la persona que considerasen como la que más probablemente ayudaría a la marioneta. Aquel estudio previo demostró que cuando un bebé de mono llora, los demás miembros del grupo miran a los progenitores del bebé, como si esperaran la intervención de estos.

Thomas, Saxe y sus colegas descubrieron que cuando la marioneta estaba en apuros, era más probable que los bebés y los niños pequeños miraran hacia la persona que había compartido comida con la marioneta, y no hacia la que tan solo había compartido un juguete.

En una segunda serie de experimentos, diseñados para centrarse más específicamente en la saliva, una actriz se metía uno de sus dedos en la boca y justo después en la boca de un títere, o se tocaba con su dedo la frente y a continuación tocaba con ese mismo dedo la frente de otro títere. Más tarde, cuando la actriz fingía estar angustiada, hallándose entre las dos marionetas, los bebés y niños pequeños que veían el vídeo eran más propensos a mirar hacia la marioneta con la que la actriz había compartido saliva.

Tal como razona el equipo de Thomas y Saxe, los resultados de este estudio sugieren que los bebés son capaces valerse de esas señales para deducir quién a su alrededor es más probable que les ayude cuando lo necesiten.