El escritorio de María hortensia: Semana Santa, para madurar la fe cristiana
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El escritorio de María hortensia: Semana Santa, para madurar la fe cristiana

Que Cristo renueve la fe y la esperanza de todos y todas


El escritorio de María hortensia: Semana Santa, para madurar la fe cristiana | El Imparcial de Oaxaca
Foto: ilustrativa

APRECIABLES LECTORES: les deseo que Cristo Resucitado renueve la fe y la esperanza de todos ustedes y sus familias. Disfrutemos y gocemos de la nueva oportunidad que el Señor nos regala agradeciéndole con nuestras obras buenas, su amor, misericordia y sobre todo aprendiendo a encontrarnos con él, para que esta Semana Santa podamos madurar nuestra fe cristiana.

Les comparto esta información que me partió el corazón, es inconcebible el sufrimiento continuo y prolongado que tuvo Jesús durante su calvario.

Cómo fue la pasión de Jesús según la sábana santa

Revela que se trata de un hombre de 1.80 de altura, de gran belleza y poco común, perfecto en masa muscular. La imagen es un negativo fotográfico plasmado por radiación, no es una obra humana, lo confirman científicos de la N. A.S.A.

La sábana demuestra que Jesús sudó sangre, este es un fenómeno muy raro pero documentado, conocido como hemateridósis, que es consecuencia de una emoción profunda y de un miedo extremo. Cuando esto llega a ocurrir la piel queda lesionada, adolorida  y muy sensible a los golpes.

En el rostro se pueden ver contusiones y hematomas, un golpazo que rompió el cartílago de la nariz y le deformo la mejilla derecha, posiblemente el que narra los evangelios donde dice que uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, pero no fue una bofetada, fue hecho con un palo de cinco centímetros de diámetro, presenta la nariz demasiado a la izquierda y hemorragia nasal.

Vemos exfoliaciones por toda la cara, es decir, golpes que arrancaron la piel, hay barba arrancada, salivazos, un enorme gargajo a lo largo de la comisura de la nariz, en el pómulo y la mejilla derecha. En la flagelación fue inmovilizado en una columna baja, en posición curva para presentar mejor su espalda a los golpes.

Estaba completamente desnudo, lo demuestran las heridas en los glúteos, cadera, espalda, pecho, vientre, ingles, piernas. El condenado se encontraba desnudo por lo cual debió quedar totalmente bañado en sangre luego del brutal castigo.

Fueron dos verdugos profesionales de la tortura con metodología y precisión. La precisión y dirección de las marcas denotan que el castigo fue infringido por dos personas a un metro de distancia.

El instrumento que fue utilizado fue el más cruel que había llamado “escorpión” por el daño que hacía. Látigos de cuero con bolas de plomo al final que se clavaban en la carne con tres cabezas  cada uno. En total recibió 120 impactos, en un tiempo de 45 minutos.

La cabeza presenta heridas por espinas. En realidad no fue una corona como se piensa, sino un casco cubriendo la cabeza, desde la nuca hasta la frente. Además las espinas fueron clavadas por golpes de caña y también por las caídas camino al calvario. En total unas 50 espinas torturaron su cabeza con heridas profundas y en vasos sanguíneos importantes, terminaciones nerviosas y hasta los mismos huesos del cráneo.

Al parecer Jesús cargó con el patíbulo que es el palo horizontal de la cruz, con peso de unos 60 kilos. Lo llevó atado a su espalda y además fue unido por una cuerda a la pierna izquierda, esta hacía que al caminar se cansara más y tuviera poco equilibrio. La sábana muestra el dorso muy dañado y el tobillo izquierdo ensangrentado por anillos, caminó unos 600 metros.

Las caídas fueron tremendas, como Jesús no podía meter las manos por llevarlas atadas, la cabeza y la cara se golpeaban con fuerza contra el suelo pedregoso, además el patíbulo golpeaba fuertemente la nuca contra las espinas. Por eso la nuca aparece muy dañada, también presenta las dos rodillas abiertas por estas caídas.

Lo desvistieron violentamente, como la lana se había pegado a su cuerpo, arrancó muchas terminaciones nerviosas. Su brazo izquierdo aparece cuatro centímetros más corto ya que el brazo derecho fue dislocado a jalones, para que alcanzara a ser clavado en la marca señalada. No fue clavado en la palma de la mano como se cree, fue clavado en las muñecas en el llamado espacios estotro entre los huesos del carpo.

El dedo pulgar se dobló violentamente hacia la palma de la mano, ya que fue herido en su nervio mediano, se trata del dolor más insoportable que un hombre pueda sufrir, la lesión de un tronco nervioso. Al estar suspendido en la cruz el nervio queda tenso sobre el clavo y vibra en cada sacudida, el clavo fue de unos 15 centímetros de largo y de forma cuadrada.

Para respirar Jesús debía elevarse pero eso le causaba un extremo dolor por el clavo de los pies, ya que todo el peso del cuerpo se apoyaba sobre un nervio. Al respirar la mano giraba sobre el clavo del del carpo, por eso la mano derecha aparece más maltratada, porque con ella Jesús hizo más esfuerzo para no asfixiarse, además al moverse lastimaba su espalda allegada en el madero. Los dos pies pues fueron clavados con un mismo clavo, por eso quedó curvado y también la pierna y al morir se quedaron en la misma posición por la rigidez cadavérica.

Fueron tres horas de agonía y a todo hay que sumar la asfixia ya que tenía la sensación de ahogo constante, los latidos se debilitaron, la sangre se estancó, no hubo buena oxigenación, los pulmones no funcionan lo suficiente y en consecuencia se produjo tétanos en todo el cuerpo con calambres y tirones de los músculos, esta es la muerte más horrible y espantosa.

La herida del costado tiene forma elíptica y mide 14 centímetros de largo, por cuatro de ancho, esta fue la única herida producida después de la muerte. La lanza atravesó por el quinto espacio intercostal, penetró el pulmón derecho y alcanzó la urícola derecha del corazón, la cual contiene sangre líquida.

Su rostro a pesar de tantos sufrimientos tiene un encanto especial. Jamás se vio tan lleno de vida el rostro de alguien muerto, quizá porque su muerte era la fuente de nuestra vida porque no todo terminó en la cruz, Cristo volvió a la vida, nos abrió las puertas de su reino tenemos una eternidad por delante.

Ver a Jesús, pienso, aunque yo haya sido un pecador, ahora me invita a cambiar y con su ayuda y gracia haré grandes cosas por él. Licenciada María Hortensia Lira Vásquez, celular: 951 21 14 138.


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