Estilo Joven: Prometeo y Orozco
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Columna

Estilo Joven: Prometeo y Orozco

El hombre en llamas, Prometeo, Queensboro bridge, Katharsis, son obras de un artista mexicano cuyo nombre quizá has escuchado alguna vez, quizá incluso has visto su retrato o su autorretrato, pero probablemente has pasado por alto.


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El hombre en llamas, Prometeo, Queensboro bridge, Katharsis, son obras de un artista mexicano cuyo nombre quizá has escuchado alguna vez, quizá incluso has visto su retrato o su autorretrato, pero probablemente has pasado por alto. ¿Alguna vez te has preguntado frente a tus libros de texto, qué de lo que está en estas páginas realmente sabes? o ¿qué de todo lo escrito en este libro de historia, español o ciencias es lo más importante para ti? ¿Qué de lo que has estudiado recuerdas? El nombre del artista que revisaremos esta vez resalta porque es la imagen de una época y nos permite conocer cuáles eran los ideales de su tiempo. Su obra cumple con el deber que para Albert Camus tiene todo artista, estar siempre con aquellos que padecen la historia, no con los que la hacen.

José Clemente Orozco vivió en dos siglos. Nació en 1883 y vivió hasta 1949. En su época, en varios estados del país había más sacerdotes que médicos, profesores o abogados. En 1888, 80% de la población del país era analfabeta y solo 41 niños de cada mil asistía a la escuela. Orozco, más interesado en el arte que en la ingeniería en agricultura que estudiaba en 1897, decantó su vida por el arte mural, en difundir la ciencia y en lograr el progreso aportando al crecimiento cultural de toda la población. Si la mayoría de los habitantes de México no podían leer podían ver sus pinturas, conocer a quienes consideraba como héroes de la civilización Hidalgo, Lenin, Gandhi y Carrillo Puerto.

Orozco permite acercarse también a la cultura antigua. En Pomona College en Claremont, California pintó Prometeo, el hombre que robó el fuego a los dioses, una obra potente que representa la miseria existente en la Tierra y la voluntad del ser humano para tomar la fuerza de los elementos naturales con los cuales fijar su destino material y espiritual. Orozco sintetizó la metáfora griega, la figura del hombre que obtiene la luz y el calor esperando poder dejar su estado de incertidumbre.

También revisó la Conquista con su serie Los Teules, donde plasmó el dolor, el horror de un lado y del otro sin politiquerías.

La visión de Orozco estaba en los dos lados, en los indios y los asesinados que se enfrentaron, en una sucesión descriptiva de episodios de violencia extrema. En Cabeza flechada se presenta un español atravesado por la boca y por los ojos; también está El desmembrado, un guerrero mexica hecho de pedazos rojos.

Orozco encontró otro de sus temas recurrentes en la crisis que representaban las grandes ciudades para la civilización. Entre 1927 y 1934 hizo una residencia en Estados Unidos, donde vivió la quiebra del sistema financiero y pintó entre otras Queensboro Bridge, The Curbz, Winter y The Subway con tonos sombríos, hombres apartados de sí mismos y grisura.

Las obras de Orozco se encuentran vivas aún, en edificios que representan instituciones desvaluadas como la Suprema Corte de Justicia, pero también en otros que deben ser revalorados por su historia como el Hospicio Cabañas y la iglesia de Jesús de Nazareno en la Ciudad de México. La visión, el valor y la fuerza de este artista se encuentran aún ahí y en algo pueden ayudar a la reflexión sobre lo que hoy es México.


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