“Siempre vamos buscando que nos abran las puertas”: Lila Avilés
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“Siempre vamos buscando que nos abran las puertas”: Lila Avilés

Con La Camarista, la directora Lila Avilés recrea la vida de Eve, empleada en un hotel de lujo que enfrenta a la ausencia, la rutina, la “invisibilidad”, pero también la búsqueda propia


En su ópera prima, La Camarista, la directora Lila Avilés se adentra en la vida de Eve, empleada de un hotel de lujo de la Ciudad de México que día a día limpia habitaciones para ganarse la vida. El personaje interpretado por Gabriela Cartol es una madre soltera cuyo trabajo se ha vuelto rutina. La ausencia, la incomprensión y la invisibilidad se suman a las horas y horas de lo que parece un laberinto sin salida, pero en el que tocando puertas también buscará su identidad.

La película de Avilés, quien se ha desarrollado como actriz en cine y teatro, se estrenó mundialmente en el Festival de Cine de Toronto, pero en su camino lleva ya varios reconocimientos de la crítica y del circuito. En el Festival de Cine de Morelia obtuvo el premio Ojo a Largometraje Mexicano. Para diciembre habrá estado en cerca de una veintena de festivales, comenta su directora.

En esta historia, Avilés comparte lo que considera una oda a su país. “Aunque es muy sencilla, hay símbolos que tienen que ver con la esencia de lo que para mí es México”, expresa la que hasta antes de esta cinta había llevado la historia al teatro, como una pieza que conservaba parte del discurso del libro El hotel (1989), de la fotógrafa y artista visual Sophie Calle.

“Soy una persona muy curiosa, vi este libro de la fotógrafa y artista visual Sophie Calle, que se metió dos meses en un hotel de Venecia, como camarista, y tomaba fotos de la ausencia de los objetos, pertenencias o basura de los huéspedes. Esa fue la primera semilla, no sabía muy bien qué iba a hacer, pero iba a hacer algo porque me gustaba mucho”.

Para la puesta en escena contó con la ayuda de su entonces productora Monserrat Villanueva, con quien consiguió desarrollarla en el hotel Presidente, en la Ciudad de México. A partir de entonces, y por siete años, Lila tejió una relación estrecha con las camaristas, incluso, como cuenta, desarrolló una “adicción” a ellas y entrevistó “a muchísimas”.

Pero las historias la hicieron involucrarse más y llevar una de ellas al cine, a través de Cartol, a quien conoció a través del filme La tirisia y eligió para dar vida a Eve, quien más allá del personaje buscó que mostrara la humanidad de este.

“Me pareció que había algo en su humanidad que me gustaba mucho, más su rostro, más la química que teníamos”, narra Avilés sobre el encuentro y trabajo realizado de la mano de Gabriela, para quien “ya estaba destinado” el personaje.

Con Eve, la protagonista de la película, la realizadora buscó recrear la labor de personas que aparentemente son “invisibles”, pero que también conectan con parte de su historia personal.

“Curiosamente yo vengo de una mamá adicta a la limpieza, a un nivel bestial. Ahora que veo la película atrás, entiendo que siempre fue su meditación, había algo ahí. Me conmueve mucho la gente que trabaja con las manos, desde los artesanos hasta las camaristas. Me parecía que era un trabajo muy bello y que día a día se enfrentan con la ausencia, y que día a día aparentemente son personas invisibles para los demás, pero están con tus pertenencias, con lo más íntimo que uno pueda tener”.

Para Lila, La Camarista es también una metáfora de la vida, pues así como ellas van tocando puertas, las personas hacen lo mismo con el amor, un trabajo o una oportunidad, y porque “siempre esperamos que esas puertas sean abiertas”.

En su caso, el cine pareció ser ese portal por el que encontró un camino para seguir. Ella, que ha trabajado como actriz, pero que siempre terminaba dirigiendo, halló en este arte dos de las cosas que más ama: los humanos y la fotografía.

“Sin duda, mi camino es el cine”, cuenta quien ya trabaja en su segunda producción y aún cree en el cine que hace meditar y pensar, el que va más allá del entretenimiento, el que “hace que se muevan cosas y que por un momento particular que uno vive, eso es lo que te hace el cambio”. También cree en la necesidad de seguir yendo a las salas, en hacer el ritual para la salida con los amigos y de platicar después de la función, como en la que se incluyó su película en Oaxaca, como parte del séptimo aniversario de OaxacaCine.


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